“Era una vida bestial la de esa gente. Vea… Del campo me acuerdo el amanecer, las primeras horas después de almorzar y del anochecer. Son tres terribles momentos de ese campo nuestro, que tiene una línea de ferrocarril cruzándolo, hombres con bombachas parados frente a un almacén de ladrillos colorados y automóviles Ford haciendo línea a lo largo de la fachada de una Cooperativa.”
Roberto Arlt
- Leímos, lo confesamos, con avidez el artículo titulado “Los asesinos del ferrocarril” de Rafael Riego publicado en el Magazine de Cultura y Pensamiento “El Librepensador” en razón a que es un tema relevante no tan sólo en España sino también en Latinoamérica.
- En especial nos toca en Argentina y Paraguay.
El artículo nos ilustra magníficamente por medio de estadísticas, referencias, argumentos y opiniones sobre la problemática del desguace ferrocarril español y del avance del transporte camionero con lo que alcanzamos a comprender el asunto sobradamente bien, por lo que invitamos leerlo y así tener
una visión propia.
Surgida de esa lectura va, respetuosamente, entonces este segundo “Los asesinos del ferrocarril”.
La problemática del ferrocarril en la constante del desarrollo de la economía capitalista
Nosotros analizamos la problemática del ferrocarril en la constante del desarrollo de la economía capitalista, es decir, del mercado mundial y la interacción de cada país con ese proceso mundial.
Por ello es que expondremos aquí -con las limitantes propias del espacio- el caso paraguayo, que a nuestro entender explica ampliamente la cuestión de la economía mundializada o globalizada en el siglo XIX.
En cambio, en el caso de Argentina que incorporó este medio desde el año de 1857, es decir, la ruina del ferrocarril está ligada sin dudas al neoliberalismo, aplicado a rajatabla en la era del gobierno del Dr. Carlos Menen (1989- 1999), fiel disdiscípulo de las mentiras institucionalizadas de la privatización y el dominio regulador del dios-mercado.
El desmantelamiento de las vías implicó el vaciamiento de miles de empleos y el aislamiento de cientos y cientos de pueblos productivos reducidos a pueblos fantasmas a favor de las corporaciones de transportistas camioneros y la anemia económica social argentina.
Antes anotemos que entre España y América, desde el punto de vista del ferrocarril, hubo un acontecer histórico: en el año de 1834, según se sabe, se encararon trabajos de construcción de una línea férrea que uniera La Habana (Cuba), entonces bajo dominio español – San Julián de los GÁ¼ines que implicó un recorrido de 141 Kms., inaugurada después de cuatro años.
Carlos Antonio López, gobernante del Paraguay Independiente de 1854, impulsó con vigor necesario la puesta en marcha de líneas férreas y para ello recurrió a ingenieros y técnicos ingleses, quienes dirigieron a hombres del Ejercito paraguayo los trabajos que llevaron a que en el año de 1861 se iniciara el proceso de puesta en marcha y extensión de vías.
El sistema ferroviario en Paraguay implicó un elemento más del proyecto de desarrollo de una nación soberana y autónoma que se encastró con los otros instrumentos como el telégrafo, la modernización productiva, los hornos de acero para la construcción de barcos y la educación y formación de constructores y técnicos en diversas ramas del conocimiento y demás.
Precisamente, esa visión de nación independiente y autónoma del mercado mundial capitalista dirigido por las naciones imperialistas, en caso, la propia Inglaterra propició la destrucción de esa experiencia de desarrollo económico social bajo otra matriz diferente del propugnado por el naciente industrialismo.
El medio para destruir al Paraguay moderno y pujante fue la constitución de la Triple Alianza entre los ejércitos del Brasil, Argentina y Uruguay que llevaron a cabo el holocausto paraguayo que implicó muerte, destrucción y rapiña, entre 1865 y 1870.
El ferrocarril paraguayo hoy espera su resurgir
Allí están aún los testimonios del esplendor del tren en la localidad de Sapucay. Permanecen en pie los talleres que construyeron locomotoras, vías, vagones y demás, fabricando todo tipo de repuesto que se requiriera.
Reflexionamos que la destrucción del ferrocarril excede el negocio del transporte, evidencia sin más que los Estados y sus economías no son propias, son dependientes y los empujan al subdesarrollo creciente. He ahílos asesinos del tren.
Va de suyo entonces que el rol de un Estado independiente y soberano es imprescindible porque se debe actuar sobre el desquicio económico global. Se debe lograr que fluyan positivamente las tendencias democráticas participativas y de auto-organización del pueblo como las cooperativas en todos sus tipos, única plataforma sobre la que se puede establecer una planificación superadora al despojo.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!