Plantear esta pregunta, como objetivo político en un país como España, resulta algo más difícil e incómodo que lo sería hacerlo en otros con Tradición e Historia distintas.
En España, la simple palabra de república produce nerviosismo en una parte considerable de la población y pasiones desenfrenadas en otra mucha.
En un país, tradicionalmente monárquico, o al menos bajo la forma de gobierno de una monarquía, pasando por períodos anexos de expansión imperial, guerras de sucesión y restauraciones, el planteamiento de la república como forma de gobierno, de forma contraria a la lógica política plantea serias dudas y está llena de más oscuros que claros.
La primera experiencia republicana, la I República, sobrevino de forma alegal tras la abdicación del masón Amadeo de Saboya, italiano ajeno al sentir y experiencia española.
Tras ello, España conoció uno de los primeros procesos de descomposición social y desintegración territorial más graves de toda su Historia de la mano de personajes tales como Pi i Margall, oscurantista y visionario, padre de la nonata constitución republicana y de su proyecto de España Federal, asimétrica por supuesto.
Vino después, en la monarquía de Alfonso XIII incluída la dictadura de Primo de Ribera, otra conspiración de la mano de izquierdistas, nacionalistas y masones, concluyendo en el Pacto de San Sebastián, en el verano de 1930, con el fin de acabar con la monarquía e implantar una república sectaria y de alta influencia masónica.
El comité republicano fijaría la fecha del 15 de diciembre de 1930, antes de las navidades, para dar el golpe militar que derrocaría a esa monarquía.
La experiencia posterior, pasando por el sacrificio interesado de Galán y Hernández en Jaca, a fin de obtener los primeros mártires para su causa , fue en suma nefasta para España, su economía, su cohesión social y territorial.
Al igual que antaño, fuerzas de izquierda colaboran oscuramente con otras nacionalistas, si el 14 de abril de 1931 se proclamaba la República Catalana, hoy se intenta imponer el nuevo Estatuto de Cataluña y se dan riendas a planes secesionistas vascos con la creación de la nacionalidad vasca.
Lo que podría ser un debate conceptual politológico, en referencia al sentido de ciuadanía republicana, con su hombre-ciuadadano cívico en contraste con otras concepciones organicistas y colecivistas, en España se da la casualidad que el fin de la república se apoya en nacionalismos excluyentes poco amigos de las libertades individuales y en intereses masónicos poco claros.
Lo de «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy», en un país en el que lo blanco es negro y lo negro puede ser blanco o amarillo, resulta que la monarquía va asociada al mantenimiento de un sistema de libertades, mejorable sin duda, pero de libertades que otros intentan eliminar.
Al margen de opiniones personales y de influjos de la moda, se ve con claridad que los viejos rockeros nunca mueren, o mejor dicho que los mismos que conspiraban antaño, continuados en su labor por sus herederos en versión post-moderna, no olvidan su objetivo y siguen luchando por ello.
Para ello,el grado de intoxicación cultural e informativa, manipulación educativa, adoctrinamiento e ingenierías sociales, coadyuvan a aceptar la República como el nuevo becerro de oro de la modernidad.
Pues la verdad, conociendo a los cocineros no resulta muy apetecible el menú.
Jorge.