Cultura

«Tata, Trotski, Pedro y yo» / En memoria de Catana

Hombre es amor. Hombre es un haz, un centro
donde se anuda el mundo. Si el Hombre falla,
otra vez el vacío y la batalla
del primer caos y el Dios que grita: «¡Entro!»
[…] ¡Oh, Dios! no me aniquiles
tú, flor inmensa que en mi insomnio creces!
Dámaso Alonso: Hijos de la ira

Doña Ana Catana tiene «sabiduría de búho». No en balde la llamaron bruja, hija de la ira. Mujer de insomnios, pendiente a ver la esperaza como una flor que crece, pese a todo, en el desgarramiento. En la soledad de la noche, en predios de la ley de la selva, combate la fantasmagoría del México todavía bárbaro. Detectó a los conspiradores callistas, aún al acecho, en siquitrillamiento, a veces en componendas con Caballaros de Colón… pero los ojos de una hechicera de corazones, como la señora Possé i Marchiel, dirá quiénes son ellos, qué urden, qué pasará. En qué consiste lo que ella quiere o lo que hace. Dará las explicaciones convenientes, enójese quien se enoje. Aunque se enoje el Dios que aniquila ante el Hombre Fallido, si es que de veras permanece impasible.

Con Cárdenas dio un paso a la consolación. El fue el primer instructor e intermediario. Es haz de luz, ese hombre llamado a ser amor y, aún en las oscuridades, él alumbra. Cuando lo conoció, Ana era una niñuela. Y tenía mirada de búho.

-Dejaremos de matarnos unos a otros. Nosotros, monos malos y será algún día que ésto suceda. Los pueblos conocerán la ley y aborrecerán la guerra y todo su tribalismo. Ese día seremos humanos-. Quien lo asegura es ya una adolescente encantadora, pese a sí misma… a su dolor que lo guardaba callado. Es una niña que, cuando opina, dice rudezas que estremecen.

En aquel tiempo, casi al llegar, hechizó a la pareja nacional. En particular, a Cárdenas del Río, recién casado con doña Amalia Solórzano… Ese día que visitaban Morelia fue exclusivamente para ver a la niña impaciente y darle un poquito de tranquilidad. «Lo de los baúles aún lo estamos investigando».

-¡Ya qué importa! Me resigné. Es que ha pasado un año…

Cárdenas la recordaba por la intensidad autoritativa con que pidió unos baúles. Ese día no quedó desapercibida. De hecho, provocó que se desluciera una ceremonia oficial con su pedido. A ella le ordenaron, por lo bajo, una actitud de humildad en nombre de España. «Hay que aprender a pedir las cosas y a su tiempo», se lo soplaron al oído para tranquilizarla.

-¡Ya qué importa! Me resigné. Es que ha pasado un año… – y luego, dos, tres, cuatro… y salió Cárdenas de la presidencia y todos menos él supieron de los dichosos baúles.

Entre aquellos primeros niños españoles de Morelia, durante y, sobre todo, al terminar la guerra civil, Ana / Catita / parecía la más inquieta. La diabla. Ella fue una de las pocas del embarque… Un barco cargado de exiliados llegó a Veracruz el 13 de junio de 1939. Con los años, otros buques arribarían, como el Ipanema, Mexique, Nyasa y Champlain, y cerca de 24,000 españoles se instalaron a lo largo y ancho de México. «Lázaro Cárdenas les dio asilo», decía la gente. Bueno, ella no vio tantos españoles cuando comenzó a enumerarlos por cientos fue en las verbenas y tertulias, porque, en el Sinaia, iban 285 chiquillos y de las 155 niñas, como una ratita asustada, estuvo ella.

-No sé, ni al cabo de los años que han pasado, si realmente el número es el que se dice. Creeré lo que me diga usted, pero me siento sola. No quiero ser que yo quien lo coteje ni quien tenga que decir que es verdad 6,000 ex-soldados republicanos se mudado aquí y se utiliza su llegada como municiones de ataque contra usted. ¿Tiene usted una cifra?-

Le dijo que sólo 6,000 y medio millar de niños. No sabía más, excepto que no los recibía porque necesitasen caridad, sino amor. No porque fuesen parias les dio la bienvenida. Asilo era entonces una palabra importante que mentaba un prestigio. La gente no se exilaba porque se les pegó la gana o por rehuir una lucha y compromiso, en aras de fortuna o por fascinación con los cantos de sirena del Sueño Americano, significando mejor vida, huir del hambre. Exilarse era salvar a los niños y el último recurso de adultos, con compromiso ciudadano, que salvaban sus vidas para dar la continuidad estratégica a la lucha desde la dura vida del exilio. Y, cuando ésto se sabía, los esbirros iban por el exilado y lo mandaban a matar en territorio extranjero.

Para las elecciones de 1949, los enemigos del cardenismo redefinieron todo y utilizar a los emigrantes españoles como municiones y críticas se puso de moda. Dice Ana que no lo comprende, si España ha estado hablando, por voces de emigrantes y poetas reinvindicativo sobre Amor, sea el soñado o apenas vivido, y del valor de lo sufrido y lo solidario como una purificación. «Yo entiendo a los poderosos genios conmovidos de quienes hablara Miguel Labordeta, a los jóvenes soñadores del mundo, y así miro a los que se devoran en clanes miserables, rechazo las vanas disputas de los viejos y de los corazones pudridos; pero estamos casi a mitad de siglo y las cosas no parecen cambiar.. ni en México»

Ese Cárdenas al que la niña Ana Catana aprendió a llamar «Tata» y la hizo una de las favoritas, quiso ser como el guardián que la protege. Ella no lo sabía y fue muy claro que, al ver a la Primera Dama, doña Amelia, el hechizo de su encanto no fue igual. Fue que, con cierta indiscresión o exceso de espontaneidad, le dijo a Doña Amalia Alejandra: -¡Si usted ama a las monjas y apoya a los cristeros, es enemiga mía y de mis padres!-

-¿Y?-

Si no hubiera alargado ese «y», con tono interrogativo, si la Primera Dama no la hubiese juzgado con esta afirmación: -¡Dios, cómo te ha llenado de odio la guerra en tu país, siendo tan niña!-, a lo mejor, Catita habría entendido el por qué de una aparente antipatía que nunca hubo. O pretendió ser gratuita. Pedro y sus orejas en el escenario chismográfico del sector moreliano, pro-cristero e seudohispanistas, no habría adquirido la noción de celos. Pero Doña Amalia Alejandra dijo lo que dijo: «Parece una niña odiosa, llena de dolor» y la criatura se atrevió a corregirla.

-No se me ha llenado de odio, sino de amor… Nada que ver el odio con pedir unos baúles que son míos y la llave que me quitaron del cuello-.

El General se quedó mirándola con curiosidad para no olvidarla. Amalia se quedó con la impresión de que una granujilla se había declarado su enemiga. ¿Quién le dijo que apoyaba a los cristeros o se educó con monjas? Ahora, pasados los años, entiende un poco mejor su blasfemia y que fueron los Legionarios del Cristo Rey y los fascistas del Regnum Christi los que se acercaban a la escuela, deciéndole: «En verdad, chavita, esa gente no te va a querer. Doña Amalia ya tiene sus favoritos. Ella cree que el proyecto es suyo, que es la única que ama a los huerfanitos».

De hecho, para esos años, a la señora Solórzano que rompía las espurias y decorativas venias del cargo de Primera Dama, salía a defenderla Dámaso Cárdenas, el cuñado, refiriéndola como la misma Matrona de la Izquierda Mexicana. Los pedrovaldeses y abascales santurrones se burlaban de cómo hasta vendió el anillo de bodas, joyas de la familia, para que se pagara por la expropiación petrolera de 1938.

-Sí. Le debo una disculpa a ella…

-Van con cizaña a tu escuela. Para destruirla. Lo mismo que se quiso hacer con las escuelas de Francesc Guardia.

-Aún así, te enamoraste de la persona equivocada, ¿no?

Pedro Valdez subía a las tribunas, con Salvador Abascal, su mentor al lado: «Esta es una actitud personal sospechosa porque la riqueza que, en nombre de la Revolución, los Cárdenas la quitan al sector empresarial y es mucha esa riqueza. Les da vergÁ¼enza el exceso de lo que despojan. Las deudas que contraen. Luego hacen este circo con el donativo de joyas al Fondo de Gastos del Estado. ¿Cuál ha de ser el valor de esas pinchis alahajas? Son bisutería»

-El dice que usted apoyó a Azaña y Andrés Nin-, reprochó.

-Miente. Yo respeto a la gente común, a la mexicanada de los vecindarios pacíficos y soy General es porque esa misma gente lo pide cuando observa a unos sectores que asesnan y robas (y no sólo hablo de cristeros); también como lo describía Azaña, acuso a los gobernantes ineptos, a los cobardes, a los dirigentes inmorales como ese novio tuyo… Hablan contra mí Legionarios de Cristo Rey, gente que toma el modelo del fascismo como el sacerdotillo de marras Marcial Macié, pero, yo no lo mando a matar y sé lo inmoral que es, más inmoral que Pedro, ese noviejo tuyo, porque Macié tiene una sotana y no sabe combatir el demonio de sus adicciones a drogas ni la lascivia. Es un pedófilo, ¿supíste? Pero él dice que yo soy el Company mexicano. El Andrés Nin… Yo dije que estoy con la República Española y, en cuanto Azaña, la representó en un momento, lo respeté; mas por Campany, como por Azaña o Nin, no pongo mi cabeza en el Azador… No me
gusta la deslealtad y eso son ellos para mí… y sé que dijíste que los trotzkistas me lavaron los sesos…

-Sí. Le debo una disculpa a usted…-

-Tú sólo les oíste. No es tu culpa-.

Ahora entiende que hasta su propio padre criticó la insolencia de separatistas y la explotación de la guerra para enriquecerse…Los comunistas se sentían fuertes son peligrosos, porque el Poder lo es. Desde el poder se hizo ilegal al Partido Comunista, o si le quieres llamar el Partido Obrero. Fue en el 1937, cuando al partido que él fundara, se le prohibió. «Y comprendo que cualquiera lamentaría su final cuando fue apresado, torturado y asesinado. He tenido palabras elogiosas para quien fue hijo de campesina y zapatero y, entre todos, el menos desleal», le comenta Cárdenas.

Siendo de salud frágil, Nin fue torturado. Llevado a Madrid y tras una cheka en la Castellana, a Alcalá de Henares y en una cabaña, se le golpea hasta darlo por muerto. Y, como no murió, entonces a Pardo, donde las Brigadas Internacionales depuraban a los antifascistas que no se arrodillaba ante Stalin. «Y yo lo supe, se me ha informado, cómo lo coge agarró una troika venida de la URSS y se encargó de él. Lo bañó en sangre. Lo desollaron vivo».

Su delito fue una ruptura de fondo con Moscú. El no fue un delator. Ni fue Nazi ni jamás lo rescató la Gestapo por ser agente. Quien lo mató fue la NKVD, el servicio secreto soviético y puede que con la complicidad de Negrín. «Tu padre puede que haya escuchado el lema: «Antes con Franco que con los que mataron a Nin», y yo lo escuché en 1937, cuando este asesinato se cometió. De lo que te hablo es entre las brechas enormes que tiene la izquierda, no sólo en no sólo de la II República España, miento el mundo y México incluído».

-¿Analizas el proceso mayor, o porque viene Valdez, el noviecito, a ensayar sus discursos contigo, te arreglas para crerle todo? Te dije que yo leí sobre su descarnizamiento y me dio pena. M e aterrorizó la suerte de la Izquierda Comunista Española. Y es que sí, yo no soy el ICE ni lo represento, pero soy de izquierda y tengo menos mérito que él que la ayudó a formar, yo no he formado nada… Ni en mi vida he contribuído a que el oro del Banco de España sea enviado a Odessa. O el oro de México. No, yo trato de que el oro de México, su petróleo, se quede aquí… y si no fuese Trotzky quien llegara, si hubiese sido Nin, yo digo que venga, lo mismo que si hubiese sido Maurín y Gorkin… Te voy a decir cuál es el valor de Nin Pérez, que era Sl plantel de León Trotsky, antes que llegara a México… Primero que ninguno, Andreu supo confrontar a Stalin y la facción que éste representaba en Rusia.. y te diré más, siendo que es parte de
su tragedia. Cuando Luis Companys fue la máxima autoridad en Cataluña y Azaña le puso los hombres de la República en sus manos, se aliaron y, desde su alianza crearon desastres, esos desastres, hijita mía, que son factores en el estallido de la Guerra Civil y que, en su agravamiento, acaban en la muerte de tu padre, en la destrucción y acoso de tu familia… Campany y Nin, en menos medida, tuvieron la autoridad absoluta en Cataluña y, en esos años, fueron asesinados el 80% del total de los masacrados en Cataluña. –

-¿Por qué me dice usted esas cosas? ¿Le ha molestado que dije públicamente que ha protegido a Trotzky?-

-Yo te siento a mi lado en foro y, en vez de clarificar lo que yo hago, hicíste un desprecio a Trotzky. En nombre de lo que yo llamo Amor, en ese mismo sentido del Hombre-Amor del poeta Labordeta (del libro que te regalé para tu pasado cumpleaños), yo digo que no es caridad que la República reciba a un perseguido. Si hubiese sido Nin, aunque no esté de acuerdo con él, yo lo recibo, porque no es cosa de asentir con parias o disidentes. Es cosa de responsabilidad y amor que un funcionario con poder debe hacer. Es cosa del Hombre que es amor… Cuando Andreu Nin fue el Concejador de Justicia de Companys, antes del ’36, lo que vivió Cataluña fue una época de terror, purga de comunistas, especialmente, los que no se afiliaron a Moscú y criticaban el sicarismo español bajo las órdenes directas de Orlov y el General Ortega… Mira, nena, y todo comenzó cuando Negrín se hace de la vista gorda para que el coronel Ortega y los agentes de la NKVD,
que en la España republicana ya campaba por sus respetos, detengan a la plana mayor del Partido Obrero, o la organización dirigida de Nin. ¡Qué tragedia más desesperanzadora es que sean los mismos republicanos quienes rematen la República y, contrario a lo esperado, no los agentes franquistas y nazis!-

Le dijo a Ana Catana: «yo soy un búho. Yo no soy un intelectual de los que ve sólo lo que está en la luz; me gusta ver de noche». Ella guardó esa frase y ahora son sus hijas las que dicen que ella es la Hija de Búho, porque antes quería ser, con su boca ligerita, una Hija de la Rabia, como los descritos por Dámaso Alonso, que es un poeta de los que Cárdenas adopta la noción del Hombre Amor, que «tu pinchi noviecito no representa».

Al Ingeniero Cárdenas le gusta más el campo con sus niños, sus jornaleros, sus costumbres que la vida que pudo generar el Palacio de Chapultepec o Los Pinos, a él lo que haga Trotski, Fridah Kahlo, la intelectualidad mexicana, en las derechas o las izquierdas, le importa un bledo. En ese contexto es que tiene sentido que haya marcado una página de un libro de Miguel Labordeta, subrayó unos versos, agregando «por ésto es que quiero que leas este libro y es la única severa conminación que te hago»:

Matáos, pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cama. Si vuestra rabia es fuego que devora tal cielo y en vuestras almohadas crecen las pistolas:
destruíos, aniquiláos, ensangrentad con ojos desgarrados
los acumulados cementerios que bajo la luna de tantas cosas callan,
pero dejad tranquilo al campesino
que cante en la mañana
el sol nutritivo de los soles.
Invadid con vuestros traquetreos
los talleres, los navíos, las universidades,
las oficinas espectrales donde tanta gente languidece.
Triturad toda rosa, hoyad al roble pensativo,
preparad las bombas de fósforo y las nupcias
del agua con la muerte
que han de aplastar a las dulces muchachas paseantes
en esta misma hora que sonríe
por una desconocida ciudad de provincias
pero dejad tranquilo al joven estudiante
que lleva en su corazón un estío secreto…

Sí. Este es el Tata contrastado con Trotski, creador del Ejército Rojo y forjardor, mano a mano con Lenin, del régimen de terror que, a través de la cheka, dirigió desde los primeros meses de la revolución Félix Dzerzhinski. Y Nin Pérez parece cortado de este paño trotzkiano de adoctrinador. Nin, en el fondo, fue un intelectual y uno de esos teóricos, que «a mí en lo persona, nena, no me gustan».

Nin tradujo al catalán y al español varios libros de Lenin, Trotski y de los pocos teóricos que por entonces tenía el partido bolchevique.

-Sí. Le debo una disculpa-, y cuando el Tata se fue hizo lo que pocas veces hizo, se puso a llorar ferozmente y a leer la Severa conminación de un ciudadano del mundo», escrita por Labordeta.

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[El siguiente es el capítulo 5 de la biografía novelada «En Memoria de Catana», una de las llamadas Niñas de Morelia, o refugiadas españolas  durante la Guerra Civil, acogidas por la administración presidencial de Lázaro Cárdenas en Morelia, Michoacán (México)].

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.