EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
¿Recuerda usted cuando Camps y los suyos no sabían de que les hablaban cuando les mencionaban a El Bigotes y a los trajes? Posteriormente y poco a poco, Camps fue recuperando la memoria y dijo que los trajes los había devuelto, luego recordó que los había pagado. Finalmente forzó más la memoria y dijo que los había pagado con dinero que había sacado de la caja de la farmacia que regenta su esposa. Sin embargo hubo que ayudarle un poco para que recordara quien era Álvaro Pérez, El Bigotes, y gracias a la grabación de una conversación entre él y El Bigotes se acordó de que este último era su “amiguito del alma” y que “le quería un huevo”. Aunque Camps es muy joven a veces la memoria no nos responde. Pero bueno, al final todo quedó claro, los trajes existieron y Álvaro Pérez no era un desconocido o un simple conocido para Camps, era mucho más que eso.
Pero ahora se da el caso curioso de que Rajoy también parece que anda algo desmemoriado. Al preguntarle sobre la carta que Álvaro Pérez, El Bigotes, le dirigió cuando accedió a la secretaría general del PP, reclamándole un dinero que no pagaba el PP gallego. Rajoy ha dicho que no conocía su existencia. “Ni la más remota idea”. Argumentando que recibe a diario muchas cartas manifestando a este respecto: “Yo no las leo, me las leen”. ¿Será debido esto a un fallo de memoria como el que sufrió Camps? ¿Irá recordando poco a poco Rajoy la susodicha carta? Por cierto, sería muy interesante que Rajoy nos dijera que hace mientras le leen las cartas. Simple curiosidad.
Dicho lo anterior quiero referirme a que a Rajoy debe invadirle en estos momentos la felicidad. El acto del PP celebrado en la andaluza población de Dos Hermanas ha propiciado el que Rajoy haya conseguido la parejita. Tenía una niña y ahora tiene al niño. Para la niña deseaba una España feliz y para el niño pide que no se aumenten el IVA porque el precio de las “chuches” se encarece. Eso es preocuparse por los menores. El problema es que al niño, a sus padres, les saldrán más caras las chucherías, lo demás, lo de que en la Comunidad Valenciana tiene Camps a más de 20.000 niños estudiando en barracones de chapa, mientras se gasta 90 millones de euros en el circuito de Fórmula 1, debe ser normal y debe formar parte de esa España feliz que Rajoy le deseaba a la niña. Lo que hay que oír, leer y ver. No es de extrañar, estamos en un país donde los presuntos delincuentes le piden explicaciones a la policía como muy bien ha dicho el ministro Rubalcaba. El mundo al revés.