En España, más de 45.000 personas sufren esclerosis múltiple, la enfermedad neurológica más común en los jóvenes adultos. Aunque en la actualidad existe un “arsenal terapéutico muy potente” para tratar esta enfermedad inflamatoria, todavía se desconoce cómo paralizar su proceso neurodegenerativo, según remarca Xavier Montalban, director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (CEM-CAT).
La esclerosis múltiple (EM), una enfermedad inflamatoria, crónica y degenerativa del sistema nervioso central, representa la segunda causa de discapacidad en los jóvenes en el mundo occidental y cada vez es más frecuente.
¿Cuál es el origen de la enfermedad?
El sistema inmunológico está demasiado activo o activado de manera errónea y, en vez de atacar los virus y las bacterias, confunde la funda de los nervios, la mielina, con un elemento externo: lo ataca, lo inflama y produce síntomas o brotes: de inflamación del nervio óptico; inflamación de la medula espinal (mielitis), que hace que el paciente tenga dificultad para andar; o inflamación del tronco cerebral, que puede causar visión doble. Pero el número de síntomas de la EM es tan variado que se le denomina ‘el camaleón de la neurología’.
¿Existen factores que desencadenen la enfermedad?
La EM tiene un componente genético importante. Por ejemplo, si tienes dos gemelas univitelinas (idénticas) y una de ellas sufre EM, la otra tiene un 30% de posibilidades de padecerla también, un porcentaje muy superior al de la población general. Sin embargo, la probabilidad de que el otro gemelo no desarrolle la enfermedad es mayor (70%), lo que confirma cómo los factores externos desempeñan un papel clave.
¿Por ejemplo?
Señalaría dos. Por un lado los virus, sobre todo el de Epstein-Barr, que es el que causa el virus de la mononucleosis infecciosa y que cada vez se asocia más como factor precipitante de EM. Y por otro los niveles de vitamina D: parece que existe una relación entre los niveles bajo de esta vitamina y el desarrollo de la enfermedad. Sería quizá uno de los motivos que explicarían por qué en los países nórdicos, con pocas horas de luz a lo largo del año, la incidencia de EM es muy superior a la de los países mediterráneos.
En España, 45.000 personas padecen EM. ¿Ha aumentado el número de casos en los últimos años?
La prevalencia (el número de pacientes en 100.000 habitantes) ha crecido entre un 60% y un 70% desde 1998. Ha aumentado además la incidencia (el número de nuevos casos) y, curiosamente, se ven más casos de mujeres de más de 40 años. Característicamente, la EM se da en hombres y mujeres, sobre todo en chicas de 25 a 35 años.
¿A qué se puede deber este aumento?
Especulamos que a un factor higiénico. En los países enriquecidos la higiene es muy superior que en los países empobrecidos. Cuanta más higiene, menos infecciones tenemos, pero más enfermedades del sistema inmunológico sufrimos. Y la EM no deja de ser una enfermedad del sistema inmune.
¿Cómo aprende a convivir el paciente con la incertidumbre de la enfermedad?
Hay pacientes que, tras un período de tiempo, aceptan que tienen una enfermedad concreta, llamada EM, que es incierta y heterogénea, y que hacen una vida totalmente normal, tengan que tratarse o no. Pero también hay otras personas que no asumen el diagnóstico de una enfermedad de proceso crónico y que puede ocasionar discapacidad, y en estas personas la calidad de vida puede verse muy afectada.
¿Qué se recomienda en estos casos?
El neurólogo debe indicarle los pasos a seguir al paciente. A veces tiene que acudir a neuropsicólogos expertos en el tema. Relacionarse con otras personas enfermas también les ayuda mucho a superar las dificultades y los hándicaps.
¿Qué ámbito de la investigación se debe impulsar?
La EM tiene dos componentes: la inflamación y la degeneración. Respecto a la inflamación, tenemos un arsenal terapéutico muy potente. Realmente aún no sabemos cómo evitar el proceso de neurodegeneración, causante de que al final algunos pacientes sufran discapacidad. En este caso, no tenemos aún fármacos claramente neuroprotectores y mucho menos, neuroregeneradores.
¿Y qué porcentaje de pacientes padece estos efectos neurodegenerativos?
En las series clásicas se decía que entre un 40% y un 50% de los pacientes empezaba a sufrir al cabo de 15 años un proceso de neurodegeneración y podían notar, por ejemplo, una dificultad progresiva cuando andaban o cuando movían las extremidades. Hoy en día, quizá este porcentaje ha disminuido, pero todavía hay pacientes que, al cabo de unos años, empiezan a sufrir un proceso de degeneración de los nervios. Aquí es donde tenemos que focalizar la atención.
¿El futuro está en las células madre?
Aunque se está investigando mucho en este sentido, tenemos que ir con cuidado cuando hablamos de células madre. Actualmente el tratamiento que se hace con ellas solo provoca de manera experimental un efecto inmunomodulador, y no regenerador, que sería lo que todos esperamos.
SINC // Elisabet Salmerón