Cultura

1948, de Yoram Kaniuk

1948, de Yoram Kaniuk1948. Yoram Kaniuk. Libros del Asteroide.

«La enfermera me miró, yo estaba medio desnudo, y dijo en un hebreo germanizado que el intento de vencer a Satanás era como una chispa del infierno que cae sobre el vestido de novia del alma«. Página 8.

«De mi miedo salí siendo un héroe que había vencido sus miedos. Y antes yo solo era un manojo de miedos. […] Yo no era un valiente como lo son la mayoría de los soldados. Yo era uno de esos tipos que no se rinden«. Páginas 10-11.

«[…] nada más conocerte te odié porque eras un niño bien de Jerusalén que venía de Tel Aviv, pero nunca te olvidaré en la barca que se hundió, con lo de la Enciclopedia juvenil, y lo confuso que estabas, pero también fuiste valiente. Aún eres un niño mimado«. Páginas 120-121.

«He citado aquel duro episodio decenas de veces. No he hablado del olor caliente y angustioso que había allí. Del dolor de la sangre. De la vergÁ¼enza. Del dulzor de los higos aplastados. De la mañana brumosa con aroma a jazmín«. Página 139.

Nos encontramos frente a una obra autobiográfica que, sin embargo, trasciende lo personal para hablar de la guerra, de la creación de un Estado, de la Historia, y de la traición o juego de la memoria.

El autor, Yoram Kaniuk, fue parte del Palmaj, unidad de élite del ejército israelí, y luchó en la Guerra árabe-israelí de 1948. Este libro relata en primera persona cómo se alistó al Palmaj, las batallas en las que participó, cómo fue herido y ante todo cómo se sintió frente a todo aquello. Su lucidez, pasados los ochenta años, es un ejemplo a seguir, un alarde admirable de autocrítica y ejercicio intelectual al mismo tiempo que emocional.

Su análisis de la situación va más allá de odios ancestrales entre religiones. Su piedad abarca la vida humana y no sólo la religión, o las vidas de aquellos que practican una fe determinada. Su educación parece haber sido completa, compleja, y no por la recibida en los años escolares sino por la recibida en casa.

Hay párrafos magistrales que resumen gran parte del libro:

«Efectivamente, éramos de hermoso cabello y semblante, pero listos, no. Los listos no eligen morir cuando tienen diecisiete, dieciocho o ni siquiera veinte años. Los listos prefieren Estados reales en vez de Estados soñados. Los listos no intentan fundar Estados nuevos con los vientos abrasadores del desierto en una tierra llena de árabes nativos y rodeada de Estados árabes que los consideran unos extranjeros perversos«. Página 30.

«Qué es una guerra sin carros de combate, sin aviones […] sin ropa de repuesto, sin nada, en una Jerusalén sitiada, golpeada […] ¿Cómo explicar hoy a los jóvenes soldados que morirán en otras guerras, con equipamiento e instrucción, qué es el espíritu del Palmaj? ¿Qué es el espíritu del hombre? ¿Qué es una visión? ¿Qué es soñar? ¿En qué se sueña? No lo sé. Tal vez todo fue en vano«. Página. 68.

Las situaciones de guerra nunca son fáciles, quién podría pensarlo. La muerte, el dolor, el sinsentido… Pero el autor va más allá. El autor es un poeta capaz de captar cada belleza del paisaje, cada recoveco del alma:

«Subimos por el herido y serpenteante camino adornado de baches a Masada, sin ver nada porque la oscuridad se asentaba sobre la faz del abismo de Dios, y llegamos a la cima. La montaña estaba aterradora, craneal, cortada, desamparada, huérfana y herida y, arriba, plana y desolada. Un cielo negro se cernía sobre nosotros con sus millares de estrellas». Página 45.

Kaniuk ve, desde el día de hoy, las locuras cometidas por el hombre que era sesenta años atrás. La locura de la creación del Estado sin armas, sin el respaldo de la gente que vivía en la zona. Y los estragos que esas locuras imprimen en el hombre. Describe con terrible detalle -y con objetividad- como pasó por la casa de los padres durante un breve permiso y llenó las paredes de su habitación de dibujos que nadie borró a su marcha. Se había pasado unos días sin hablar con nadie. Cuando regresó, tiempo después, no recordaba haber hecho nada de todo aquello. Eso explica, con acierto, pero también literariamente, su estado de enajenación.

La poesía, la Biblia, siempre están presentes, aunque las notas de la traductora ayudan a entender algunas de las idiosincrasias y temas que podrían escapar al lector ajeno al mundo judío/hebreo.

Por último destacar que, desde el principio, el autor nos comenta que va a hablar de aquello que recuerda tal y como lo recuerda, pero que eso no significa que aquello sea así, que aquello fuera así. La memoria es esa gran juguetona, esa tramposa que transforma lo que fue, incluso como lo vivimos. Y Yoram lo explica maravillosamente:

«Ocurrió o no ocurrió, de este modo o de otro, ninguna memoria tiene Estado, ningún Estado tiene memoria. Puedo recordar o inventar un recuerdo y, al mismo tiempo, inventar un Estado o pensar que en el pasado fue otro distinto«.

Libro impactante, bello, poético, lleno de dolor, de Historia, de recuerdos de juventud. Libro que nos habla de aquellas personas capaces de poner en tela de juicio aquello que nos «venden», aquellas personas capaces de pensar, de sentir más allá del odio o los prejuicios.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.