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Crónicas del Sur de América

Durante 130 días la sociedad Argentina se vio convulsionada por una medida ministerial, la Resolución 125, que pretendía tasar con retenciones móviles las exportaciones de soja. El impuesto pretendía que el Gobierno central recaudara 95 centavos de dólar por cada dólar que el precio internacional de la soja superara los 600 dólares, es decir, si la soja alcanzaba $700 por tonelada, de los últimos $100, el Gobierno se quedaba con $95 y el productor recibía $5.

Este nuevo impuesto, denominado “Derechos de Exportación” por la Casa Rosada, crispó los ánimos de la gente de campo y logró algo inédito en la sociedad argentina: reunir bajo una misma bandera a las cuatro mayores asociaciones de trabajadores y gente del campo: la Sociedad Rural Argentina, Coninagro, CRA y la Federación Agraria, todas ellas con históricas diferencias, diferencias que se ven más claramente entre lo propuesto por la Sociedad Rural y Federación Agraria, generalmente asociadas a “la derecha” y “la izquierda” respectivamente.

Luego de 130 días en que el Gobierno se negaba a dar de baja una resolución que puso a “la derecha” y “la izquierda” agraria de acuerdo por primera vez en la historia, el proyecto de retenciones móvlles llegó a la Cámara Alta del Congreso, luego de ser aprobado en Diputados, para ser finalmente ratificado y convertido en ley.

Luego de una maratónica sesión a la que millones de argentinos asistieron por televisión, el Vicepresidente de la Nación, Julio César Cobos, votó contra la Resolución 125, sepultando así el proyecto oficialista que fue considerado por muchos sectores de la oposición como confiscatorio por ser superior al límite constitucional del 33% para todo impuesto.

Este resultado, considerado la primer derrota del oficialismo en el Congreso que para algunos funcionó como escribanía del Ejecutivo, en lugar de creador de leyes, supuso una crisis en el partido gobernante que no muchos esperaban, pero que podía ser prevenida.

Viendo caído el proyecto que copó las tapas de los diarios durante 4 de los 7 meses de Gobierno de la actual Presidente, muchos aventuraron que esto significaría un cambio en el rumbo de la gestión, o en el trato con la oposición y la ciudadanía que está de acuerdo con el actual Gobierno. Para este rumbo se especulaba con que rodarían algunas cabezas de funcionarios cuestionados, para así intentar recuperar un poco del apoyo que la clase media le retiró al gobierno central.

Se especulaba con un cambio de renombre, cambio que no se producía, hasta que el Jefe de Gabinete de Ministros presentó su renuncia indeclinable a su cargo, dejando así un hueco duro de llenar, ya que el saliente ministro había sido pieza funcional en los cinco años y medio de gobierno kirchnerista.

Para reemplazar esta pieza fundamental del ejecutivo la Presidente convocó al Intendente de Tigre, Sergio Massa, quien accedió a sustituir a Alberto Fernández.

Mucho se ha especulado sobre esta nueva incorporación, y se ha recalcado la juventud del nuevo Jefe de Gabinete y que no ha sido vapuleado por la oposición, que en parte ha festejado su llegada. Lo que hay que ver ahora es si el nuevo Jefe de Gabinete se encargará de oxigenar al Gobierno Nacional, con funcionarios fuertemente cuestionados, o si simplemente será un cambio hecho para que todo siga igual.

La pregunta final es: El nuevo Jefe de Gabinete, ¿traerá oxígeno para respirar, o generará más monóxido de carbono que terminará por ahogar a un gobierno con más crisis internas que externas?

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.