Economía

La crisis de Estados Unidos no se detiene

Algunos son optimistas en cuanto a la crisis económica que está viviendo Estados Unidos. El día de hoy en una clase que la UNAM hace llamar como Investigación y Análisis Económico se leyó una noticia sobre el crecimiento del PIB estadounidense en el último trimestre. El comentario de una compañera no puedo ser menos desacertado: esto demuestra que, después de todo, la crisis de Estados Unidos no es tan grave como se piensa, ni será como la peor de todas, la de 1929; seguramente dentro de poco la unión americana se levantará, es lo que vemos que está pasando en este momento, y es que así se comporta el capitalismo. Lo más sorprendente del caso es que, compañeros y profesor incluido, aplaudieron su comentario. Probablemente más de la mitad del salón, en su eterna sapiencia, no se detuvo a pensar en las implicaciones de la crisis del 29 porque simplemente no la conocen – si bien hay elementos en común con la actualidad crisis, como la desenfrenada euforia de imprimir billetes, hubo también importantes particularidades que no se asemejan a la crisis inmobiliaria. A decir verdad, el comentario de la compañera en cuestión tiene cierta relación con la concepción más arcaica de los ciclos económicos. Últimamente se ha regresado a este problema que fue olvidado por los monetaristas de Chicago, aunque sus más recientes enfoques, exceptuando el de la escuela austríaca, son erróneos.

Ludwig von Mises no fue el primero en hablar de ciclos económicos. En realidad, un economista ruso de apellido Kondratieff fue uno de los precursores en el carácter cíclico de la economía capitalista. Más tarde el análisis fue retomado por un economista austriaco muy particular, Schumpeter, quien habló de la naturaleza de estos ciclos, la destrucción creativa, el llamado take-off, y el impacto de un cambio cualitativo en la base tecnológica e innovadora del aparato productivo. Incluso el mismo Keynes profundizó en el análisis del ciclo económico, aunque desde un enfoque distinto. No obstante, hasta antes de la crisis del 29, el economista responsable de la teoría cuantitativa del dinero, Irving Fisher, se encargó de gritar a los cuatro vientos que los ciclos económicos no existían – no se sabía para aquel entonces, que su cuestionable pensamiento sería una semilla importante para el monetarismo friedmanita.

La ortodoxia marxista -casi extinta fuera del mundo académico- comprende el proceso cíclico como un fenómeno inherente del capitalismo. Inspirados por la idea de Kondratieff y de Mandel, hablan de una crisis cíclica de superproducción en la estructura capitalista, que trae consigo un descenso en la tasa de ganancia – esto último referido por Marx. El resultado lógico, pensaban los socialistas más radicales, era la destrucción del sistema capitalista. Muchos fueron los que esperaron sentados el derrumbe de la propiedad privada, pero tiempo después se dieron cuenta de que el capitalismo tiene la aparente cualidad de recuperarse para regresar con más fuerza. Este razonamiento, los llevó a deducir que en este sistema existían fluctuaciones largas y que con cada recuperación, la caída sería más fuerte. Su error, en todo caso, fue el triste determinismo propio del pensamiento historicista, que Karl Popper se encargaría de criticar en La miseria del historicismo. Sin mencionar, claro, que la superproducción es, en todo caso, una característica de ciertas crisis, mas no la causa directa.

Si bien en la actualidad la economía mainstream no presta demasiada atención a los postulados marxistas, hay la idea de que es inevitable que en una estructura de mercado se produzcan ciclos que alternen entre la caída y el auge de la economía. No obstante, parece ser que los más importantes economistas de los últimos años, no tienen una explicación sobre la crisis que se cierne sobre el mundo. Dejando atrás las explicaciones marxistas, que en este caso resultan poco eficaces a la hora de detallar la verdadera naturaleza de las fluctuaciones, queda un enfoque que se resiste a entrar en los círculos académicos – que en este caso específico será la Universidad Nacional Autónoma de México, donde es común oír hablar de Kondratieff y sus ondas largas, pero no de Mises y el ciclo económico.

La incorrección en el comentario de la compañera radica fundamentalmente en que habla de una relación mediática directa con la crisis. Es mentira que el mundo no esté atravesando por un período difícil a causa de la burbuja inmobiliaria. España es muestra de ello, pues adolece de problemas muy similares a los de Estados Unidos. Sin embargo, el paradigma que se vive en la unión americana y el que impera en la Unión Europea son harto distintos. Por un lado, la tendencia de la FED y de su líder, Bernake, han sido la expansión crediticia artificial, bajando cada vez más los tipos de interés. Como ya venía explicando en este artículo, el optimismo de la compañera y de los demás economistas radica en la aparente recuperación del PIB norteamericano:

La economía de Estados Unidos no marcha tan mal como se pensaba. En el segundo trimestre, el Productor Interior Bruto creció a un ritmo del 3,3% anual, más de lo esperado, gracias a que el gasto de los consumidores y las exportaciones netas fueron mas sólidas de lo previsto inicialmente.

Claro está que el gasto de los consumidores no se dio de manera puramente espontánea, sino que tiene mucho que ver con la política económica de Bernake, quien no ha dudado un segundo en apostar por la expansión del crédito y la inyección continua de liquidez en el sistema (o bien, la impresión de más billetes). Milton Friedman estaría orgulloso del actual presidente de la Fed, pues en él está contenida toda la esencia del monetarismo. Paradójicamente, Keynes no se molestaría al saber que el gobierno se encuentre promoviendo el consumo. Pero la pregunta sigue siendo la siguiente, ¿en verdad Estados Unidos saldrá de una crisis que, al parecer, no es tan grave como se pensaba? A decir verdad, los estímulos del banco central estadounidense tan sólo son efectivos en el muy corto plazo, ya que generan una distorsión en la estructura productiva al incentivar a inversiones que en condiciones normales no serían ni siquiera una opción dada su nula rentabilidad. El resultado, nos dice la teoría austriaca, es un momento en que la burbuja alimentada ilusoriamente explota, desatando el período de la crisis, que es una etapa de catarsis donde se liquidan las malas inversiones. Esto, para decirlo sin eufemismos, significa que hay la posibilidad de que quiebren numerosas empresas o que se estanque algún sector productivo que se había beneficiado irrealmente al momento de la expansión artificial.

Caso contrario es el de la zona del Euro, donde Trichet, líder del banco central de Europa, ha apostado por una política contractiva del crédito, elevando los tipos de interés. La última noticia que se tiene al respecto es la siguiente:

La economía europea se ha contraído en el segundo trimestre, según ha confirmado hoy Eurostat, la oficina estadística comunitaria, que cifra en el 0,2% la caída del PIB de la eurozona y en el 0,1% la del conjunto de la UE.

¿Quiere decir que Trichet ha actuado mal? La respuesta, por más increíble que parezca, es no. Esto se debe a que los tipos de interés en la Unión Europea reflejan las necesidades del mercado: un mayor ahorro (postulado que desafiaría toda la lógica keynesiana). De hecho, en el período en que Estados Unidos comenzó a bajar absurdamente sus tipos de interés, en la zona del euro se siguió la misma tendencia. Ante el cúmulo de malas inversiones, Trichet no ha hecho más que estimular una purga de las mismas, que si bien acelerarán el período de catarsis, llevarán a la economía a un recuperación más rápida y no ilusoria. Estados Unidos, por el contrario, sólo propicia la perpetuación de la depresión, en un estira y afloja que a la larga detonará una crisis de proporciones enormes.

Curiosamente, vía la bitácora de Juan Ramón Rallo, podemos ver cómo Dinamarca, que ha seguido una política contractiva, ha salido de la recesión. Para ejemplificar los efectos de una política monetaria correcta, me permito colocar el gráfico que Rallo nos proporciona:


¿Cuál es la moraleja? Al parecer las autoridades económicas y el mundo académico promedio no han sido capaces de comprender la naturaleza y la fuerza de esta crisis. Incluso hay quienes predicen que para el 2009 veremos una recuperación. Quienes aseguran esto sólo evidencian el profundo desconocimiento que tienen sobre los ciclos económicos y las crisis. En todo caso, se habla también de una devaluación del dólar como motor de recuperación. Lo cierto es que eso tan sólo muestra la debilidad de la envilecida moneda norteamericana y su fragilidad tras el abandono del patrón oro.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.