Ciencia

Psicoanalgesia Volitiva

Las intervenciones quirúrgicas producen respeto y temor en la mayoría de los pacientes, pero mayor temor provoca para muchos pacientes el hecho de tener que ser anestesiados. Por muy segura que sea esta técnica el recelo de no despertar en una mesa de operaciones es inevitable.
Cuando la anestesia es introducida en el cuerpo bloquea durante un periodo determinado de tiempo las señales nerviosas que se desplazan por la médula espinal de la persona que va a ser operada, y que llegan hasta su cerebro sin el menor indicio de dolor.
De este modo el organismo no siente nada.
Los científicos para un futuro próximo, tienen como objetivo encontrar un fármaco anestésico que no bloquee todas las neuronas indiscriminadamente para no provocar una parálisis del organismo total.
Científicos de la Escuela de Medicina de Harvard, en Boston, ya han descubierto una sustancia que bloquea las neuronas sensibles al dolor, pero no bloquea las neuronas sensoriales o motoras.
A raíz de esta maravillosa noticia empecé a interesarme por el tema y a intentar averiguar, si cabría la posibilidad, de encontrar nuevas formas de anestesiar o, en su defecto, ser capaces de con alguna técnica milagrosa evitar sentir el dolor.
Di con una palabra que despertó mi curiosidad: Noesiterapia (“noesis”acción de pensar y ”terapia”curación).
La Noesiterapia no es una especialidad médica, ni una técnica, tampoco es una profesión. Es sencillamente un conocimiento de cómo funciona el cerebro de un humano.
La capacidad de controlar el dolor o de conseguir una analgesia psicológica está al alcance de todo el mundo.
Está rotunda afirmación, no la suscribo yo, si no el Dr. Ángel Escudero Juan, médico y cirujano, y creador de una escuela humanística, dentro de la medicina, a la que denominó curación por el pensamiento.
El Dr. Escudero lleva practicando operaciones quirúrgicas desde el año 1972 con lo que el denomina psicoanalgesia volitiva o lo que es lo mismo analgesia psicológica y desde el año 1975 ha compartido su experiencia con muchísimos profesionales de la medicina.
Posiblemente, en este mismo instante, al igual que yo muchos de ustedes se estarán preguntando: ¿Podemos ser capaces de controlar hasta ese extremo el dolor?
Sus pacientes con sus experiencias propias así lo constatan. Aunque hay un arduo camino por recorrer hasta conseguir programar el cerebro para obtener una (RBP-Respuesta Biológica Positiva) que se activa con cada uno de nuestros pensamientos positivos.
Es sorprendente y esperanzador saber como enseñando y programando nuestro cerebro se pueden llegar a eliminar sensaciones de dolor, sin necesidad de eliminar el resto de sensaciones como lo son la presión del bisturí, el tacto del cirujano o el frió o calor de la sala de operaciones.
Sin dolor no hay sufrimiento y nuestros pensamientos por imposible que nos parezca son creadores directos de la programación de nuestro cerebro.
Si me lo permiten les transcribo un párrafo de uno de los libros del doctor Ángel Escudero que explica claramente como ponerlo en práctica:
El cerebro humano es como el volante de un coche, es decir, está diseñado para acatar las órdenes de quien lo conduce, aunque esa orden sea un disparate.
De modo que si en un tramo recto de carretera se le da un giro brusco al volante, a izquierda o derecha, esa orden se cumple en el acto, aunque suponga salirse de la carretera y estrellarse.
Porque el vehículo no sabe si la orden recibida es buena o mala para quien se la da.
Se limita a cumplirla. Pues con el cerebro humano sucede igual. Es como el volante de nuestra vida y recibe cada pensamiento de su dueño como un programa, una orden a cumplir, sin importarle que el resultado de su obediencia sea algo bueno o malo para quien lo dirige. Es decir, si el hombre quiere poner remedio a los males que le afligen debe usar más inteligentemente su pensamiento.
Es muy simple: consiste en hablar sólo y siempre del bien que necesitamos.
Del mal no hay que hablar ni para negarlo. Cuando negamos el mal, por el hecho de hacerlo presente estamos poniendo en marcha en el cerebro todo lo que allí hay grabado en torno al mal y eso anula o resta eficacia.
Por tanto, evitemos decir “no quiero que me duela” acostumbrémonos a decir “necesito tener esa zona de mi cuerpo anestesiada”. En vez de decir “me siento mal” tenemos que decir “necesito sentirme bien”. Porque si a alguien le decimos “no pienses en un tigre” ¿qué es lo primero que hace?… piensa en un tigre.
Y es que el cerebro no reconoce esa negación que ponemos al principio y se queda con el resto de información, sea un tigre, el sufrimiento o el dolor que con nuestra negación queríamos borrar.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.