Economía

Sistema financiero alternativo

Ahora que estamos en vísperas de la gran cumbre internacional que refundará el sistema económico que ha desembocado en la gran crisis financiera y estructural que estamos sufriendo hoy, es buena ocasión para plantear otras alternativas, para hacerles ver a los políticos que nos gobiernan que otros caminos también son posible.

Y no hablo de utopías, benditas utopías, ni de sueños de un loco amante de la economía que ha abusado de los barbitúricos, malditos barbitúricos, hablo de un sistema financiero alternativo, pero no sobre la base siempre inestable de la teoría, sino sobre los sólidos cimientos de la experiencia exitosa.

Estoy hablando del sistema financiero islámico, el cuál lleva más de treinta años demostrándonos que existe otra forma de gestionar los intereses financieros de los individuos y de las naciones, otra forma más equitativa, más justa y menos abusiva.

Estamos acostumbrados a nuestro sistema financiero, un sistema financiero que se basa en la maximización de los beneficios, acompañada de la minimización de las pérdidas, utilizando para ello la pura especulación con los activos financieros.

Sin embargo, el sistema financiero islámico se basa en actividades económicas reales. Funciona al estilo de la relación entre una empresa y sus accionistas. Los individuos ceden sus depósitos al banco, el cuál realiza inversiones en la economía real, y luego tanto el banco como los individuos se reparten los beneficios.

Se trata, por tanto, de una actividad mucho más equitativa y redistributiva, porque vincula el rendimiento de un depósito realizado por un ciudadano a la productividad del proyecto seleccionado por los gestores del banco.

De esta forma los individuos financian a las empresas, a través de los bancos, y así dinamizan la economía, fomentando el crecimiento de la sociedad en su totalidad, y recibiendo, a cambio, parte del rendimiento productivo de la inversión.

El único problema que ofrece el sistema financiero islámico es que está asociado indefectiblemente a la ley islámica, a la Sharia, con lo cuál se prohiben, además de la especulación, la inversión en sectores como el tabaco, el alcohol, el armamento, las apuestas y el sexo, los cuáles son, en su mayoría, altamente productivos.

Por tanto, Occidente se podría plantear un sistema financiero alternativo, a imagen y semejanza del sistema islámico, pero dejando a un lado la religión y basándose, tan solo, en su esencia económica, la cuál se ha mostrado plenamente eficiente.

Y como muestra de su eficiencia basta comprobar el caso de Malasia, país que tras la crisis asiática rechazó la ayuda condicionada del FMI y abrazó la ayuda del sistema financiero islámico, el cuál la ha catapultado hacia crecimientos económicos de cifras memorables.

Formemos, entonces, una plataforma de pensamiento alternativo para que la refundación sobre las cenizas del sistema incendiado no sea la única opción, sino que surja la posibilidad de crear un sistema financiero totalmente nuevo.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.