Cultura

ANTONIO VEGA, DESCANSE EN PAZ

Ha muerto Antonio Vega.

Me siento parte de una generación que surgió en el Madrid de los años ochenta, en esa España que casi estrenaba su democracia, donde en la capital del país la efervescencia cultural se movía en las noches de Malasaña. En aquellos días los músicos de los grupos de la Movida alternaban en el Pentagrama (más conocido como “El Penta”), cuando los ritmos de la música del momento, bajo la penumbra, entre chupas de cuero, cremalleras, cabellos de colores, vaselina y botas de punta, vibraban con la extraña pulsión que marca toda una época.  La canción “Chica de ayer”, del grupo Nacha Pop, hacía referencia al Penta y a las melodías que sonaban entre sus paredes, con una historia de amor que todos queríamos vivir y que, al final, de alguna manera vivimos. Antonio Vega y su primo Nacho García Vega eran el alma de Nacha Pop (a mi parecer el mejor grupo de la Movida Madrileña), a los que pude ver en directo en Miraflores de la Sierra. El signo definitorio de aquella época, era el ambiente de libertad que permeaba en todos los rincones de un Madrid cubierto por la fiesta perpetua, que era su mayor forma de expresión cultural. Enrique Tierno Galván, un alcalde inigualable, supo entender dicha circunstancia y estuvo de parte de una juventud que quería conquistar las estrellas bajo el lema “De Madrid al cielo”.

En los destellos de las noches de Malasaña, con aquella juventud irrepetible, sentía que la vida era una fuga hacia el infinito, sensación que hasta el día de hoy me acompaña en otros lugares, pero ya sin la misma magia. Quisiera volver a revivir esos momentos, con mis botines blancos y mi chupa de cuero negro, caminando con el brazo en la cintura de las mujeres que amé.

Hoy Antonio Vega ha muerto y siento que una parte de mi vida se va con él, aunque siempre los recuerdos permanezcan. Sus canciones quedan ahí para que las imágenes no se borren, para que los cabellos rubios, dorados como el Sol, de aquella chica del ayer, sigan brillando con una intensidad imperecedera, para que la Lucha de Gigantes me salte las lágrimas y me encojan el corazón, de saber que estoy solo ante la inmensidad de la existencia.

Antonio Vega, amigo mío, éste es mi pequeño homenaje, descansa en paz.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.