Cultura

Amor inconfesable. José Mantero. Odisea Editorial S.21. 2009

 

Amor inconfesable

Amor inconfesable

            Ante este libro se hace inevitable una importante nota extraliteraria. José Mantero, el sacerdote que se puso en el ojo del huracán al declararse homosexual, no era un escritor cuando creó esta novela. Y como tal su profesión no era la Literatura, aunque en su condición sacerdote se viera abocado a la lectura, a la amplia cultura evangélica e incluso a utilizar la escritura como una de sus herramientas de trabajo. Por estos motivos se hace precisa la puntualización, pues parece que estamos, y estamos, frente a un texto redactado por un amateur, como una distracción, como “grito de libertad”, como el propio autor la define (también como “humilde novelita”) en las horas de la siesta. Quizá como el primer paso de un yo que pugnaba por salir, como una reflexión sobre el papel.

            Dicho esto, he de clarificar que esta característica no tiene por qué ser una valoración negativa. Es una apreciación objetiva, un comentario que exime al libro de ciertas obligaciones que se esperan de la obra de un autor profesional: configuración de personajes con pinceladas de originalidad, estructura de la obra, selección de elementos significativos para el lector, coherencia en el código lingüístico utilizado…

            La fuerza de esta obra se encuentra en otros elementos: la emotividad de los personajes; el aporte de una visión de un sacerdote que se sincera consigo mismo (La Misa monástica siguió en su desarrollo casi horizontal hasta el momento –para Miguel- del rápido cambio a la verticalidad: Dios mismo bajaba a las manos de su siervo sacerdote, que sostenía el pan y el vino para que el soplo del Espíritu Santo los divinizara…” pág. 15) y que, sin hacer sangre de la Iglesia, la critica, según una visión actual (“Sencillamente, perderíamos una metáfora de la Madre Iglesia: deja pasar la luz, pero no permite ver los objetos” pág. 58); la sinceridad de alguien que intenta ser honesto consigo mismo conseguir encajar el puzzle de las contradicciones humanas; en definitiva, la humanidad, la humanidad de los personajes que se nos presentan. Se valora la amistad, el buen humor, la buena intención, el amor (humano y divino)…

            A lo largo de la obra se abordan cuestiones de gran calado emocional y espiritual, pero la brevedad de la misma, y la rápida sucesión de hechos que acontecen, impiden que se llegue a reflexiones complejas, de una profundidad al nivel de los temas que se tocan. No se trata de novela para teólogos, sino quizá, para lectores de El viaje de Marcos, o para homosexuales cristianos que quieren compatibilizar sus sentimientos y la sociedad moderna, los dictados de la iglesia y sus necesidades contemporáneas, físicas y emocionales.

            Otros elementos que destacan en las menos de doscientas páginas son una cierta admiración por la capital de España, un amor por la música (en especial por las llamadas clásica y  eclesiástica), una presencia del latín para títulos y giros, así como una sorprendente bajada a los infiernos cuando el personaje hace lo propio, guiado por un amigo ajeno a la Iglesia, hacia un cuarto oscuro del ambiente madrileño. En este caso se describe la situación con cierta pudibundez, sin llegar a aprovechar para describir con detalle aquello que podría servirle al autor para entrar en las miserias humanas que deben superarse con otro tipo de emociones y sentimientos como parece que era el objetivo del autor en su momento.

            En cualquier caso la obra resulta socialmente interesante y aun guarda momentos hermosos, dotados de una cierta poesía, sencilla y sentida:

            “El arrullo lánguido de la Melitta se fusionaba con el lento caer armónico de la llovizna” pág. 103.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.