Cultura

Entrevista a Ignacio Padilla

La obra La vida íntima de los encendedores llamó nuestra atención hace unos días, y dejamos constancia entre las líneas de este diario. Ignacio Padilla, galardonado en varias ocasiones, también lo ha sido por este ensayo con el premio Málaga 2008. Se trata de un estudio brillante y valiente para nuestra sociedad. Hablar de la atribución de la vida a los objetos y la consecuente cosificación de los seres humanos; de las consecuencias de la negación de todo lo mágico y sagrado en un mundo totalmente entregado a los imperativos de la razón y el progreso tecnológico por sí mismo (algo en lo que enlaza con ese otro gran ensaño El progreso decadente, de Luis Racionero también reconocido con un premio, en este caso el Espasa de Ensayo del 2000) es, cuando menos, lanzarse a la piscina de ir contracorriente. Hoy le pedimos a Ignacio Padilla que nos dé algunas pistas para profundizar en su texto.

Ellibrepensador: ¿Por qué decidiste hacer de los encendedores el símbolo del objeto al que atribuimos personalidad, o deseos propios?

Ignacio Padilla: No estoy seguro de haberlo decidido. Como toda intuición y como cualquier obsesión, digamos que vino a mí. Supongo que eso puede sucederle a cualquiera con los objetos de su deseo y de su interés, cuantimás si esos objetos lo acompañan a uno cotidianamente. Con el tiempo he ido descubirendo que el encendedor tenía y tiene una presencia tal tanto en mi historia personal como en la colectiva, que no tuve que pensarlo mucho para emplearlo como hilo conductor de una reflexión en torno a la vida secreta de las cosas.

EL: ¿A qué objetos le atribuyes tú vida? ¿O eres un “ateo” del animismo?

IP: Definitivamente creo en el animismo, pero como en una ficción necesaria, como en un acto creador o recreador de todos los seres humanos. No comulgo con la idea de que las cosas estén vivas, sono con la idea de que necesitamos creerlas vivas para resolver nuestro divorcio con el mundo material.

EL: ¿Por qué pensaste en la actualidad del animismo? ¿Por qué nos negamos a aceptar lo que nos dicen los científicos aportando sus pruebas “irrefutables”?

IP: Me pareció importante defenestrar la idea de que el animismo es privativo de los estadios primigenios de la consciencia o de la sociedad. Es evidente que el animismo es más bien una constante, una constante que, en vez de desaparecer, se alimenta con los avances científicos, los cuales proponen mil nuevos misterios por cada pregunta que resuelven.

EL: Hay una gran presencia del mundo audiovisual, concretamente de los largometrajes, en tu obra. ¿Una elección personal o una imposición de su idoneidad como ejemplos de aquello de lo que hablas en el ensayo?

IP: El cine, los medios, la llamada cultura popular y hasta la contracultura son parte de lo que soy, constituyen con la literatura de todas las épocas una guía de mis pasiones. No puedo negar lo que me constituye. El cine está presente en mi literatura como están presentes mis amigos, mi lengua, mi país, mis lecturas más exquisitas y aquellas de las cuales apenas me atrevería a jactarme.

EL: ¿Por qué tenemos tan mala relación con la materia si, al menos en parte, lo somos nosotros mismos?

IP: Porque no la entendemos y porque no nos entendemos. Creo que nuestra soledad y nuestro divorcio con la materia son sólo reflejo de nuestras divisiones, conflictos y laberintos interiores. Y creo que no hay mucho remedio para ello.

EL: ¿Con qué ánimo se enfrenta un autor al ensayo sabiendo que en las estanterías de las librerías sigue arrasando desde su dominio tiránico la novela? ¿Para quién o para qué escribe un ensayista?

IP: Debo aclarar que soy, sobre todo, un autor de cuentos, por lo que estoy habituado a escribir en géneros casi secretos. ¿Por qué habría de espantarme que un autor prefiera novelas a ensayos cuando al final de la lista del desinterés generalizado está el cuento? No es el fin del mundo. La novela rige hoy como el ensayo rigió en otros tiempos. Cada época tiene sus generos y sus tempos de lectura. El ensayo, en el mundo hispanohablante, está esperando aún una cultura lectora que sepa apreciarlo como ya ocurre en otras naciones y en otros idiomas. Pero no está en nuestras manos cambiarlo.

EL: Una pregunta muy personal, ¿por qué vía crees que debemos avanzar: la ciencia, la creencia en lo mágico, la fe tradicional en una religión milenaria… una mezcla de las tres?

IP: Creo que ninguno de nosotros «debe» avanzar. Es más, creo que si debiésemos avanzar no sabríamos decidir hacia dónde es encuentra el punto final de nuestro viaje o hacia dónde el principio. La ciencia, el pensamiento mágico o la religión son mucho menos antitéticos de lo que parece. Cualquiera de esas vías -o ambas como caras del prisma del pensamiento occidental- es necesaria para la existencia. Lo que sí está de sobra es el pensamiento supersticioso, el fanatismo, la corrección política, la doble moral y el fundamentalismo.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.