Economía

España se quema (La realidad económica de los incendios forestales)

España se quema, los incendios forestales están devastando el patrimonio natural del país y nadie parece estar haciendo lo suficiente para evitar la catástrofe, pasándose la patata caliente entre Administraciones públicas y contemplando cómo las cenizas se apoderan de nuestros paisajes.

Y lo más triste es que detrás de la mayoría de los incendios no está la imprudencia de un ciudadano sino el interés económico, la búsqueda de un beneficio posterior a la quema sin valorar la pérdida irreparable que se asume al prender fuego a nuestros bosques.

Un interés económico fundamentado en un origen inmobiliario o de infraestructuras, una interés que busca la futura recalificación o la cercana construcción de autopistas o carreteras con concesiones a la vista, un interés egoísta y poco responsable que busca el beneficio en el corto plazo sin percatarse de la gran pérdida que se produce en el medio y largo plazo.

El problema es que ante ello no se están poniendo las medidas oportunas. Es cierto que las unidades de bomberos que trabajan en la extinción de incendios están altamente preparadas y que las campañas de información al ciudadano están a la orden del día, sin embargo no van contra el origen del problema, contra la eliminación del interés.

¿De dónde surge el interés? Surge de la expectativa. Existe un interés económico porque hay una expectativa, una opción de que si el bosque se quema, la tierra acabe por recalificarse, ¿por qué? Porque los bosques no son de nadie, son de todos, pero nadie los posee.

Por tanto, la única solución plausible sería la eliminación de esa expectativa, evitar que el interés económico se presente, porque si no hay posibilidad de recalificación ni construcción de infraestructura cercana no hay interés en iniciar el fuego.

Y ello se consigue repoblando los bosques españoles. Dividiendo las tierras españolas y repartiéndolas entre aquellas personas interesadas subvencionando su producción agrícola. De esta forma se conseguiría una garantía creíble de que nunca se producirá ninguna recalificación, con lo que eliminaríamos la expectativa.

Desde el punto de vista de la teoría económica las subvenciones son negativas, pero desde un punto de vista de política económica esta subvención agrícola sería idónea ya que protegería la flora española, en una especie de mejora y adecuación de la defenestrada PAC europea.

Con ello conseguiríamos limitar los incendios al mínimo exponente, bajo el único riesgo de imprudencias, que se seguirían produciendo, sin duda, pero quedaríamos libres del mercadeo del fuego.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.