Cultura

El mañana que ya pasó

Ayer recordé que el mañana pasó y no supe agarrarlo con la suficiente fuerza, se me escapó entre la yema de los dedos sin apenas dejar su esencia en mi alma, en mi corazón, ahuyentado por los vientos de aroma ajado.

Vientos sin dirección fija, variables al soniquete del mejor postor, del sueño materialista de un espantapájaros mudo de cojera espasmódica y cerebro de paja, como todo él, como el de otros de oficios diversos, diferentes siempre al noble arte de espantar.

Más bien al contrario, atraer en lugar de espantar, atraer todo para sí, como si se fuera a acabar el mundo, acumular, acumular y acumular, todo para uno, nada para los demás, la inexplicable paradoja de la acumulación innecesaria.

Tan innecesaria como el ayer que nos dejó, como el mañana que pasó sin haberlo previsto, como el hoy al que no sabemos entender y que dejamos pasar sin visado a un país extranjero, al país de los sueños rotos.

Esos sueños que creímos tener y perdimos, sueños que nos acercaron al mañana pero que nos dejaron abandonados en el ayer, sueños que se rompieron ante la insistencia de nuestra romería desvencijada de rutinas sin pasión.

La pasión que aclamamos en los demás, pero que desdeñamos en nosotros, lo ajeno se aplaude, lo propio se extraña, lo nuevo se admira, lo viejo se deshecha, todo en pos de un mañana que ya pasó, un mañana que se nos escapó entre la yema de los dedos.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.