Cultura

Tres encuentros con Bob Dylan

1.-Abril del 2001

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Un periódico local publica la colección de fascículos acerca de la historia del rock.


Los primeros tomos que pude comprar, trataban de The Beatles y el movimiento hippie; estos 2 números se convirtieron a la larga en un evangelio o manual de vida para explicar el modo de ver al mundo, además de servirme de viaje hacía la hasta entonces, inexplorada raíz del rock.


El siguiente número de la publicación, precisamente trataba en extenso, de la vida y obra de Bob Dylan. Por distintos azares del destino (en una ocasión tuve el fascículo en mis manos y lo devolví porque no tenía el dinero suficiente) y sobre todo por negligencia musical, dejé pasar la oportunidad de comprarlo. Para ese entonces, mi universo tenía un solo dios con sus respectivos santos: John Lennon, Janis Joplin y Jim Morrison respectivamente; no había espacio para nadie más.


Este craso error, lo fui llevando como un zapato roto que se abría cada vez más cuando alguien mencionaba el tema. Dylan vendría lentamente a transformarse de simple curiosidad a búsqueda frenética. Cacería


2.-Blonde on Blonde

Dylan

Dylan

Decidido a cerrar de una vez por todas el asunto, el 2007 junto a mi primo decidimos explorar el universo Dylaniano, él se compró Blood on the tracks y quedó desilusionado, yo compré Blonde on Blonde y desde ese entonces, ese disco siempre me ha acompañado en jornadas laborales fastidiosas, noches de insomnio y atardeceres de café y lluvia. Imprescindible.


Blonde on Blonde, es el disco número 7 en su carrera y el primero en la historia del rock en ser álbum doble. Este trabajo es la cúspide de la búsqueda de Dylan por ese “sonido delgado y de mercurio salvaje” que rondaba en su mente 2 LP’s atrás. Aquí es donde se atraviesan los sonidos del blues, rock, folk acompañados en su interior por la surreal poesía que venía cultivando.


Es en Blonde on Blonde, donde el poeta-trovador se siente trastocado por el caos, sólo queda fascinarse con el resultado


El disco es una vida en 4 lados, que se inicia con aquella marcha lluviosa como es ” Rainy Day Women #12 & 35 “; alguna vez se me ocurrió que esta canción  debería estar presente en los desfiles cívicos de cualquier ciudad, y mientras la banda fuera acompañada por su alcoholizado ejercito de armónicas, los marchantes tuvieran letreros, unos que digan “They’ll stone” y otros que reflejen los distintos momentos en los cuales te puedes sentir apedreado.


El blues surge como resaca envolvente con “Pledging my time” y “Temporary Like Achilles”,  para dar paso a delirios en caleidoscopio, incrustados en “Sad-Eyed Lady of the Lowlands” y “Visions of Johana” donde puedes “ver” frases como “Y Louise retiene un puñado de lluvia, induciéndote a desafiarla…” “Dentro de los museos el Infinito sube a juicio…”.

El disco se desgaja en canciones de gran factura musical y poética como “One of us must know”  “I want you” o la sarcástica “Leopard-Skin Pill-Box Hat”; que da pie a que Bob desenchufe su guitara bajo una luz cenital y acompañado por el humo de un cigarrillo de marihuana, logre armar temas como Just Like a Woman o “4th time around” (mi favorita del disco) la canción comienza con un Dylan que hiere delicadamente cada cuerda, como si estuviera tocando un arpa, mientras el sonido de la armónica nace como amanecer de verano “…fue entonces cuando me levanté para irme, pero me dijo, no olvides que todo el mundo ha de pagar algo por lo que ha recibido”.


3.- Like a Rolling Stone – The Royal Albert Hall Concert


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Afiche de la presentacion de Dylan en el Royal Albert Hall

Reconstruyamos los hechos, en el 66 Dylan se había incendiado a si mismo al cambiar “la de palo” por una Fender Stratocaster; sus fanáticos folk empezaron a mirarlo con malos ojos y comenzaron a decir que se volvió arrogante, se dejo crecer el pelo, usaba gafas oscuras y pantalones de cuero y fumaba toda la hierba que estuviera a su alcance; que su rostro lucía distraído o a veces cansado. Pero lo cierto es que Dylan estaba en su mejor momento creativo, había dejado de ser un simple mortal, había destruido el tiempo, ya nada existía antes de él.


Pero este ascenso al Olimpo de los dioses, no es simple y llano; así que ponte cómodo en algún asiento del Royal Albert Hall. Dylan está por terminar el concierto; básicamente toda la segunda parte , que era eléctrica, fue acompañada por silbidos y abucheos por parte del público, porque es lo mínimo que se le puede retribuir a ese traidor del folk , a ese que se ha vendido a los vulgares brazos de esa mujer de mirada descarada llamada mercurio rock and roll. Así que no te sorprendas que al termino de la penúltima canción del set “Ballad of a thin man”, el tipo que está sentado a tu lado, se levante, señale y luego lance un grito que es una daga: “Judas”.


Todos lo han oído perfectamente, incluso Bob y los Hawks (posteriormente “The band”), pero el trovador-rocker ha venido mordiendo su fría venganza ; sonríe arrogantemente mientras rasguea su guitarra y replica: “No te creo” “Eres un mentiroso”. y luego se vuelve a su banda y los insta a no claudicar, a asestar el golpe mortal con toda la furia de sus guitarras: “Toquen jodidamente fuerte”; es el inicio de Like a Rolling Stone. Las crónicas del concierto diran que el sonido se desbordaba por los asientos y que la batería se encargó de ametrallar a toda la audiencia, mientras Dylan gritaba a voz en cuello “How does it feel?”

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Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.