Economía

La hoguera de las vanidades (Las farmaceúticas encuentran solución a la Gripe A, pero se olvidan de la Malaria, enfermedad del Tercer Mundo)

Asisto escandalizado al festín de autopropaganda de la que somos partícipes involuntarios, aunque necesarios, a través de la campaña de investigación, ficticia o no, que han llevado a cabo las farmaceúticas de medio mundo, buscando el origen y fin de la apocalíptica gripe A.

Un festín al que no hemos sido invitados y al que tenemos que asistir como meros espectadores, unos, y como cobayas, otros, para poder vanagloriarnos de la seguridad en la que pretendemos vivir.

La gripe A nos afecta a nosotros, a ti y a mí, a los que nos llamamos mundo desarrollado, a los que podemos pagarnos un medicamento y, por tanto, somos un nicho de mercado interesante para las farmaceúticas, capaces de encontrar una vacuna en tiempo récord.

Sin embargo, hay otras enfermedades de las que no oímos hablar, a las que conocemos de oídas, porque leímos algo en alguna revista o escuchamos alguna cosilla en un telediario, de pasada, mientras comíamos.

Me refiero, por ejemplo, a la Malaria, una enfermedad que aquí, en nuestro mundo de cónfort, no sufrimos, pero que cada año mata a cientos de miles de personas, ante la indolente mirada del resto del mundo.

Y no es culpa de las farmaceúticas, no se me entienda mal. Ellas son empresas privadas que buscan su beneficio, como cualquier otra empresa, y es éticamente correcto que intente maximizar sus beneficios y rentabilizar sus investigaciones.

Los culpables somos todos, todos nosotros que mantenemos nuestras vidas impasibles al desaliento, sin echar la vista atrás, sin valorar todo lo que tenemos y de lo que otros carecen.

Los culpables son nuestros gobiernos, los gobiernos que se atribuyen acciones solidarias menores y carecen de altura de miras para buscar algo más, buscar la solución al problema.

Y la solución es muy sencilla, basta con financiar a las farmaceúticas la investigación para la erradicación de la Malaria y la generación de una demanda efectiva para los medicamentos resultantes de la investigación.

Es una inversión importante, pero los gobiernos deben de valorar que estamos jugando con vidas, con vidas humanas, y que de poco sirve enviar ayuda humanitaria a zonas en las que el desarrollo es una utopía, si luego los ciudadanos que la reciben se mueren de Malaria.

Ya es hora de que los países desarrollados dejemos de mirarnos el ombligo, demos un paso al frente y ofrezcamos nuestra solidaridad a los países más pobres en la lucha contra la Malaria y otras enfermedades similares, de una mortandad tal que no nos podemos ni imaginar.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.