Sociopolítica

Enfoques cooperativos; Hoy: “¿Hacia donde vamos en materia educativa?”

 

Por José Yorg, el cooperario

La eminencia del inicio de clases y las tareas previas que realizamos los docentes nos llevan-reiteradamente- a reflexionar sobre la labor educativa, los contenidos, los métodos y los objetivos, confrontando con los resultados generales.

El Prof. Yorg y sus educandos de escuelas marginales de Formosa.

Las recetas educativas-insólitas por cierto-de parte de organismos internacionales vinculados fuertemente a las finanzas de opresión han fracasado, cuyas consecuencias están a la vista, y al decir de José Ingenieros,”han creado generaciones de mediocres”

Mucho es lo que se ha escrito sobre la temática y gracias a ello se pudo develar las nefastas intenciones y contrarrestar la arremetida neoliberal y su proceso cultural del “no se puede”, del vaciamiento pensante de los pueblos latinoamericanos.

Una cosa sigue vigente pese a estar en procesos democráticos: la ausencia de una educación liberadora.

Se habla de educación crítica y demás yerbas pero los maestros y profesores en la práctica no pueden ejercer libremente la libertad de cátedra con lo que se perpetúa la asimetría educativa, además, en contextos de pauperización de ambos: docentes-educandos.

Entonces, actualmente…hoy, en vísperas del inicio de clases… ¿hacia dónde vamos en materia educativa? Hacia la creatividad, hacia el desarrollo pleno de nuestras potencialidades o por el contrario, hacia la mediocridad, la alineación y el adormilar de las conciencias masivas.

Por mi parte, tropiezo nuevamente con la misma piedra, y repito al unísono lo expresado públicamente “En la duración de nuestra experiencia educativa durante los más de veinticinco años en el sistema de educación común, nos interrogamos sobre la manera en que hemos resistido a la mediocridad, construyendo al mismo tiempo conciencia critica y social, admitiendo sí, que es duro saber que en todos esos años se nos haya tratado con irrespetuosidad, salvando lógicamente a las excepcionales autoridades educativas que meritaron nuestro sacrificio, esfuerzo y entrega.

Entonces rememoro…y extraigo retazos de un libro en preparación en el período en que Ana María y yo, José, desplegamos nuestra actividad educativa, iniciado en el ámbito rural de las campiñas formoseñas.

“Caminos polvorientos”.

El ámbito rural posee características peculiares para el desarrollo de la educación y esa peculiaridad refleja contradicciones en la que el maestro debe, sin embargo, planificar, organizar, crear, perseverar, caerse y levantarse e inspirar con el ejemplo personal y profesional, construyendo su éxito cotidiano de dar clases.

La escuela rural crea vivencias imborrables en las mentes y corazones de quienes transitamos esa experiencia, igualables sólo a las de los educandos, aunque ellos y ellas evoquen con mayor brillo y coloridos esas vivencias.

Inigualable experiencia resulta, por ejemplo, en la cotidianidad, la llegada y partida de los ómnibus, momentos en que todo se paraliza y alumnos y maestros enfocamos miradas curiosas para captar a quien desciende o sube en medio de una generosa nube polvorienta que todo lo cubre y luego, con paciencia se desvanece.

Pero esos caminos polvorientos tienen otro rostro en los días lluviosos en que dificultan la comunicación o el regreso. Asumir que nuestros alumnos son al mismo tiempo niños y trabajadores labriegos, lleva tiempo.

Niños cansados, ansiosos por jugar en los prolongados recreos que pretenden en vano revitalizarlos para la tarea áulica, conspiran impiadosos para desarrollar una educación de calidad que incentiven y nutran mentes y corazones nobles, en cuerpos desnutridos.

Son momentos mágicos, de mucha tensión, en que es necesario extremar la creatividad y la inventiva, para adecuar y ajustar la planificación y el ejercicio de los saberes que sean realmente significativos, aprovechando el gigantesco recurso educativo-formativo y nutricional que ofrece la huerta escolar.

“Yatay” lleva por nombre un paraje, una colonia de agricultores del Departamento Laishi de la Provincia de Formosa donde se gestó las ansias de buscar otra alternativa educativa a una realidad lacerante: la estructural pobreza rural.

Asombrados escuchamos por vez primera los vocablos “cooperativismo escolar” que generosamente nos obsequiara la Supervisora Escolar Lidia Frederich de Acuña a quien conocimos haciendo “dedo” en medio de la polvorienta ruta y nos “levantara” con su vehiculo para llegar a la escuela en que fuimos designados. Corrían los días del año 1983.

¿QUÉ NOS INDUJO A ADHERIRNOS AL COOPERATIVISMO EDUCACIONAL?

Nuestra experiencia educativa en las campiñas formoseñas nos enseñaron que el niño campesino requiere una enseñanza emancipatoria. Año tras año observamos como maestros rurales la disgregación de la familia campesina en contrapartida a nuestros esfuerzos educativos, sin efecto positivo.

Buscando una alternativa educativa que respondiera a tal necesidad, encontramos en el cooperativismo Educacional la respuesta pedagógica y didáctica más oportuna e imprescindible.

La familia campesina encara una producción individualista y fragmentada, esta situación material conlleva tener una conducta cercada que se reproduce a su vez en los hijos. Esta condición parcelada lo coloca desde el punto de vista empresarial con deficiencias tecnológicas, de acumulación de capital productivo, en definitiva, en una posición de debilidad organizativa frente a los acopiadores quienes le fijan el precio de su producción anual, frecuentemente de manera desventajosa para sus intereses.

La educación común no tiene respuesta para superar esta situación de perpetua inferioridad organizativa, económico-social, proveniente, precisamente del modo de producción individualista, al contrario la consolida porque es ajena a esa realidad que requiere cambios.

Nuestra práctica educativa rural nos llevó a reflexionar y analizar críticamente la realidad del educando rural, buscando decididamente corregir o cuanto menos contribuir a disminuir los efectos negativos del individualismo campesino que actúa en su desmedro.

El problema de la propiedad privada rural es cada vez más incierto, imponiéndose en consecuencia la búsqueda y encuentro de otros tipos de propiedad que contenga a las familias campesinas, evitando situaciones de explosión social.

El Cooperativismo Educacional posee los atributos pedagógicos y didácticos mediante los cuales el proceso enseñanza-aprendizaje puede trasformar percepciones, actitudes y valores que conmuevan la relación de producción individualista del campesinado, llevándolo a un estadio superior: la producción cooperativa.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.