Cultura

De Sonny, para Hawk

Sonny Rollins

Fueron fuertes los años ’60. Como un maquinista enloquecido que hubiese gustado de meterle a fondo al acelerador sólo para probar el sabor de la velocidad. Los jugadores, las putas, los proxenetas, los drogadictos, los músicos, los actores: todos tenían su pedazo de década, descolgado como de entre nubes de toda clase de humo. Se dice de los protagonistas de esa década, que jugaban, que hacían música y actuaban con el corazón, no con las manos. Lo demás eran daños colaterales.
En ese tiempo en que las cosas te entraban a fondo y por montones, un 13 de octubre de 1962, el Coloso escuchó y vio a su ídolo. El Village Gate del Village vibraba a reventar con el saxofón tenor de Coleman Hawkins. Un joven de nombre Sonny fue a verlo. Y, viste, en esa época si eras nene te llamabas Junior, si eras jovencito te decían Sonny y diez de cada diez chicos se volteaban para responder si uno gritaba “¡Sonny!” fuerte y en Greenwich Village. Y ahora hacé silencio, porque comienza la historia de la carta que un joven le escribió a su ídolo.

Coleman Hawkins

Sonny Rollins se quedó mudo en un orapronobis de primer plano y personal escuchando al Hawk. El hijo del marino adoptó a Hawkins como su modelo personificado porque era un hombre, además de músico, que se conducía con una integridad tan pero tan digna de ser ejemplo, que lo mínimo posible de hacer era escribirle.
Le redactó una carta con el corazón, como se hacía en esa época en que todavía la caligrafía era el reflejo de los sentimientos. Los asentó en tres carillas y con membrete propio:

St. Rollins, 195 Willoughby Road (Near Grand)
Brooklyn 5, N.Y.

“My Dear Mr. Hawkins,” comenzaba. La letra es la de alguien que sabe exactamente lo que va a poner sobre el papel y lo hace sin primeros borradores.
I

Página uno

“¡Su reciente presentación en ‘The Village Gate’ fue magnífica!! Además del hecho de que usted ha mantenido una posición de dominio y liderazgo en el área altamente competitiva del ‘Jazz’ durante el lapso en que lo ha hecho, persiste un hecho aún más significativo: que el logro musical probado denota y es subsidiario a la firmeza personal e integridad. Hay muchos jóvenes de gran potencial y habilidad demostrada quienes, desafortunadamente, no han sido ‘HOMBRES’ en sus prácticas personales

II

Página dos

“y fuera del escenario, y que pronto han visto decaer su habilidad para crearmúsica. Tal vez estos tipos nunca entendieron por qué sus habilidades musicales los desertaron tan repentinamente. O tal vez sí supieron qué actos eran constructivos versus aquéllos destructivos pero fueron demasiado débiles y no lo suficientemente hombres como para manejar el curso de sus vidas. Lo cierto es que la integridad, el conocimiento y la virtud son superiores a la ‘música’ como tal. Y el ‘éxito’ está relacionado con la evolución de esas cualidades dentro de cada uno de nosotros. Esto que ha sido positivo y duradero para ti, Coleman, nos honra y es un crédito para nosotros, tus colegas, así como para ti mismo. Has encendido la ‘llama de la aspiración’ dentro de muchos de nosotros y eres el epitome
III

Página tres

de la superioridad de la ‘excelencia del emprendimiento’ y, al presente, eres la clara imagen del ejemplo a seguir. Siempre ha sido toda una tarea explicar con palabras aquellas cosas que son, por naturaleza, las más profundas y significativas. Es ahora que me has demostrado el motivo por el que te he admirado tanto y durante tanto tiempo. Suerte en tus viajes y quiera la fortuna que pueda escucharte tocar el saxofón tenor en persona nuevamente. Atentamente,

Sonny Rollins

El tío Sonny comenzó la carta con el debido usteo al Hawk y la terminó con un tuteo cariñoso que le se habrá despertado a medio camino. Al año siguiente, el Newport Jazz Festival los recibió y grabaron juntos ese inolvidable Sonny Meets Hawk.
Han pasado 47 años desde que el Hawk recibiera la misiva más contundente que cualquier músico de jazz le pudiese haber mandado, rubricándola con una mancha de tinta grande y redonda a manera de sello personal. El Coloso se acuerda de él porque tenía las mismas cualidades de su propio padre, marino de carrera que había llegado al rango más alto posible para su esfera y que se manejaba con una dignidad más grande que el mundo. El Hawk, que le daba a la música lo que otros se la restaban para dárselo a los pingos y convertirse en pungas. Flor de Hawk. Flor de Coloso.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.