Sociopolítica

Cómo divertir a Lynndie England

«I felt weird, but i was doing nothing out of the ordinary.
A commanding officer asked me to do such things.
and to commit the acts of abuse for psyop reasons…
I was instructed by persons in higher ranks even
when I was told: stand there, give the thumbs up, and smile
and you can see the dogs biting the prisoners.
Or you see bite marks from the dogs. You can see
MPs holding down a prisoner so a medic can give him a shot»:

Lynndie Rana England, sometida
a corte marcial en septiembre de 2005

1.

Ahora se las da
de encarnación arrepentida
y testimonio vivo de tortura
(la agresora hoy se torna
la realmente torturada).

La culpable y convicta
es una blanca paloma.
Ya es casi santa, inmaculada,
100% inocente como O.J. Simpson.

Impensable que ella juegue a masturbar los reos.
Sexo, humillación y ultraje son palabras ajenas
a la memoria presente de condena.
«Yeah, I took the photos but I didn’t make it worldwide».

Ella es la torturada por acusaciones
de una Corte Marcial que la implica en conspiración
para maltrato y asalto consumado en golpizas.
«Y las fotos no hablan sobre mí; mientan
los altos mandos: yo seguí órdenes».

Quien quiso ser cazadora de huracanes,
es / lo fue / en sí misma / una tormenta; mas
no se la juzgue mala. Ella ha sufrido y, en rigor,
siguió órdenes. «I agreed to plea guilty
to abuse charges, guilty of inflicting sexual,
physical and psychological abuse
on Iraqi prisoners of war, but
I was instructed by persons in higher ranks». .

No es justo que lo digan tan feo en prensa televisiva
y que publiciten reportes de sus travesuras
en revistas y diarios
porque sus ojos castos y puros los leerán y tiene hijos
que sabrán de su deshonra. Tendrá que escribir
un libro y desmentir la faena.
Tendrá que hacerse humana de nuevo
y decir que no es cierto
(al alma el Army no educa).
Te la quita a pedazos y todo parece normal
porque son órdenes.

2.

Dijo que era un niña normal,
todo menos indecente, «siempre he sido buena»
y selectivamente pura y muda cuando su casa
fue cierto estacionamiento camionero
y soñaba que pilotearía los cielos, cazando una tormenta.

Era la hija «inocente» de Kenneth, obrero de ferrocarriles,
antes de verse como «especialista»,
en la prisión Abu Ghraib.
Ella trabajo hasta en la cocina.
Y era un pollita de Kentucky
antes de sentencia que le comerá 16 años de su vida
O tal vez sólo 4, o tal pidan que no haya prisión.
Que se ponga «on parole» con «dishonorable discharge».

3.

Cuando Lynndie salió de prisión, se fue rumbo
Fort Ashby, West Virginia, y vio amigos
(si es que le quedara alguno y no son otros de su laya)
y habló con su familia, porque quiere consuelo
y oraciones para su amado Charles Graner Jr.,
el principal de los torturadores, el que a los reos
los llamara ‘perros’ y como perros los tratara.
Ella que quiere a Graner, alegado ringleader,
sabe que dejará por diez años de verlo
si lo aplican tal sentencia marcial, «oren, oren, amigos»,
y oren por Frederick que ayudó en todo
y lo hizo divertido y por coronel James Pohl
(quien dijo: «Cuenten con mi silencio.
Hagamos tratos de amigos»).

«Pobrecita Lynndie», comentan quienes la quieren.
«Está ansiosa. No es la misma que antes conocimos».
No es la niñaja que ingresó en Fort Bragg,
Fayetteville, North Carolina, con espíritu patriota.
Es otra con el estrés post-traumático
en el nivel más alto de su vida.
Ha dicho que ha visto pirámides
de prisioneros desnudos cuando fue a la farmacia,
Ciertamente, está bajo medicamentos
y, como ahora es santa y escribe un libro
donde se achaca torturas y desmanes y piensa’
que sangra como mística por llagas de estigmas
y dolor humano de arrepentimiento,
al viejo plantel lo recuerda:
el Harmenao Sergento Ivan Frederick,
mi Novio-Hermano Craner,
mi Hermano Javal Davis, sargento,
hermanos y hermanitas Megan Ambuhl,
Sabrina Harman, Armin Cruz, Jeremy Sivits,
hijitos de mi Dios en
la Military Police Company,
batallón 372 en servio en Bagdad.

4.

Fui una cajera en el pueblito en que nací.
Hoy soy una tormenta, divertida
en el morbo, no soy la que fui y en vano parece
que me rehabilito… busco alguien que vuelva
a creer en mí y me quite esta lujuria de mi carne…

Anhelé estudiar y terminé en la guerra.
¿Quién me confiará un avión con hielo seco
y me prestar su cielo meteorológico?
¿quién sin que me juzgue primero como hoy?

Pobre de mí, que no tengo un empleo
y a la patria serví con deshonor…
y dicen pobrecita… pobrecita
de Lynmdie Rana y el bebé…

¿Cómo volver a ser la adolescente calmada,
como fui y, con mi edad, en la Frankfort High School
y conservar aquel turno nocturno del empleo
y el dinero que ahorré, procesando
pollos para Kentucky desde Moorefield?
¿Quién me devolverá el sueño de ir a cazar
las tormentas? ¿Saber todo sobre un huracán?
Ser la mejor exploradora del cielo encapotado.

Por eso escribo esta biografía sobre
Abu Ghraib y mis fotos estremecedoras.
No quiero divertirlos como si fuera una modelo
que posa entre oprimidos reos.
Este es un retrato mío: Lynndie halló
la primera tormenta que buscaba y estaba
dentro suyo, lloviéndose con vientos huracanados
sobre una cárcel de Bagdad.

2009 / De «El Libro de Anarquistas»
Carlos López Dzur, poeta puertorriqueño

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.