Cultura

Intelectual comprometido

La verdad es que la expresión “intelectual comprometido” está un poco pasada de moda. Tuvo su época dorada en las décadas posteriores a la II Guerra Mundial, en el contexto histórico de la lucha ideológica y cultural de la Guerra Fría. La figura del intelectual comprometido daría para una elaboración teórica más pormenorizada (algo de esto ha hecho el gran Raymon Aron en El opio de los intelectuales) , pero baste por ahora con unos cuantos rasgos: a) El intelectual comprometido (bajo cuyo marchamo se acogen no sólo escritores y expertos, sino también actores, publicitarios, cantantes, etc.) siempre lo está con la misma causa: la izquierda y, preferentemente, la izquierda comunista, representada en aquellas décadas por la Unión Soviética. b) Aunque repudian el capitalismo y rechazan la llamada “democracia burguesa” todos ellos viven, hacen sus carreras y se manifiestan preferente en países pertenecientes a este sistema. Sartre se manifestaba rodeado de jóvenes contestatarios en las calles de París. Beltrand Russell hacía sus sentadas pacifistas en Londres, ante la mirada antenta de los policías de Scotland Yard, que nunca usaban sus porras. Ninguno hizo el experimento arriesgado de manifestarse en China o Rusia. C) El rechazo del modelo occidental no les impidió hacer sólidas y brillantes carreras y algunos -Neruda, Carpentier- ocupar cargos políticos o diplomáticos de brillo. Es normal, pues, que la especie esté un poco desacreditada, cuando no en franca extinción (Saramago renegando de Castro y su “democracia popular” es un síntoma inequívoco de debilidad de una fe que antes fue petrina.)

Hay, sin embargo, un intelectual español contemporáneo que merece este calificativo como nadie, que lo dignifica con su conducta: Fernando Savater. El autor de El valor de educar es un intelectual comprometido, pero por razones atípicas y según un modelo de conducta distinto al esbozado antes. Me explico: a) Defiende una causa impopular entre los suyos -la izquierda, a la que pertenece inequívocamente, aunque su natural heterodoxia lo haga reacio a las clasificaciones-, esto es, la idea de España y de unidad nacional desde una óptica ilustrada, laica, progresista; lo que en la historia intelectual española es una rareza. Además ataca frontalmente y sin complejos el nacionalismo regionalista, que ha sido uno de los puntos intocables de la izquierda española desde siempre. b) Defiende sus ideas en un medio hostil, con peligro de su integridad física. No se puede hablar de “valor cívico” o “valor moral” (expresiones de gran efectividad retórica), sino de “valor” a secas. Tengo en mi memoria la imagen de Savater junto a algunos compañeros de “Basta ya” gritando contra concejales batasunos en un ayuntamiento, mientras la policía los protege de las amenazas e insultos de los energúmenos. ¡Qué distinta esta situación de riesgo personal, de peligro real, de la del Sartre que juega a estudiante contestatario, pero seguro y protegido por esa “legalidad burguesa” de la que abomina! Fernando Savater, arriesgando su vida, quizá la de sus familiares, abandonado su carrera, complicándose en extremo su existencia personal, sí es un intelectual comprometido de verdad. Un intelectual que dignifica este nombre y lo rescata de tanto silencio interesado, de tanta protesta estereotipada, de tanta comodidad e hipocresía.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.