Sociopolítica

El mundo, el parásito y el trabajador

 

            En éste planeta en el que vinimos a nacer y por poner dos extremos de vida; existe desde la laboriosa hormiga o abeja, hasta la sanguijuela que vive de la sangre de los demás.

 

Y como el mejor de los libros que se pueden leer o haber leído en todos los tiempos es “el libro de la Naturaleza”; en ella encontraremos todo lo positivo y negativo que practicó y sigue practicando ese denominado “ser humano”, que según que extremos, resulta ser… “el peor de los bichos que esta Naturaleza ha generado” y que como tal y viendo la marcha destructiva, será capaz hasta de acabar con el planeta.

            Los estudiosos de las hormigas (que aún están en la entrada de sus complicadísimas vidas) se maravillan y llegan a la conclusión de que un hormiguero, es “una unidad viva” y donde nadie es imprescindible, puesto que el hormiguero genera todo lo que necesita y regenera desde a una reina, hasta el número imprescindible de obreras o soldados… “soldados que de tan preparados como los hacen para su cometido, ni pueden comer por sí mismos y tienen que ser alimentados”.

            Las sanguijuelas, siempre están al acecho y se dejan caer o se agarran al primer cuerpo vital que alcanzan y situados en él; y sin que ese cuerpo pueda defenderse por sí mismo (ya ellas saben el lugar donde pueden chupar sin ser dañadas) tiene que aguantarlas, hasta que ellas, ahítas ya de sangre, se desprenden y abandonan a la víctima; cosa esta que “la sanguijuela” humana más perversa, no hace y aguanta en “la vena nutriente”, hasta que la echan o hasta que la muerte le llega.

Veamos la política que se practica y veamos de encontrar a esas sanguijuelas políticas y que nos han llevado a la ruina actual, puesto que no han producido nada más que “enfermedades”; las que acumuladas han derivado en la que padecemos; y que esperemos no sea Terminal y obligue a los supervivientes, a emprender de nuevo el mito del “Ave Fénix”.

            Pero si las numerosísimas sanguijuelas subsisten, no es debido a otra cosa que otras mucho más numerosas multitudes de “obreros” y de ambos sexos, que trabajan y producen para ellos; por tanto profundicemos en el pensamiento y valoremos en su justa medida desde al hortelano o agricultor que produce los alimentos base, pasando por el minero o pescador y así hasta llegar (por ejemplo) al cirujano que salva vidas en el quirófano donde trabaja; pero no dando excesiva importancia a ningún oficio productivo, puesto que como en el hormiguero, todos lo son para que éste funcionase y los trabajos productivos son simples engranajes del conjunto.

            Lo que ocurre en el hormiguero humano es algo aberrante pero maravilloso por cuanto se ha establecido y sigue imperando. O sea, que en ese hormiguero inmenso, suele vivir mucho mejor el que no trabaja o produce y además lo hace con una infinidad de privilegios e inmunidades que asombra.

 

            A mi entender todo ello es debido a que “la ley natural” es implacable y ajustada al máximo y el que vale, vale… y el que no, desaparece y es sustituido por otro más capacitado o necesario. Pero…

            En la ley “de la hormiga humana”, todo está tan atrofiado, tan corrompido, es tan antinatural, que todo lo que se deriva de ella, al final complica cada vez más las cosas y todo ello con un único y exclusivo fin… “que el que parasita a la sociedad viva mucho mejor que el que en realidad la mantiene con su esfuerzo, inventiva y todo tipo de especialidades”, que producen un bienestar que debiera ser más común y mucho más equitativo de lo que lo ha sido y es hoy mismo.

            ¿Por qué ello? Sencillo a mi forma de entenderlo.

           Resulta que todo lo que genera el cerebro humano en esas clases verdaderamente trabajadoras en todos los campos del trabajo; al final es monopolizado y explotado por los parásitos, que sobre la base del poder político o monetario, monopolizan todo, acumulan todo y luego, nos lo hacen pagar al precio que a ellos interesa. Precio que alimentado por unas avaricias dignas de estudio (o de lástima) crean esas situaciones, cuya fase culminante es la gran depresión que hoy soporta el planeta. Puesto que es una depresión, no una crisis como se nos ha dicho y tras negarla todo lo que han podido.

 

            Para mí (pobre iluso) es inexplicable todo lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo; cuando nunca “el hormiguero humano”, ha dispuesto de tanta y tanta tecnología y de todo tipo, que es sobrada para obtener con ella infinitamente mucho más de lo que el hormiguero humano necesita.

 

Y ese es el problema y no otro; son los intereses de unas minorías muy minorías, las que tienen “atrancado” todo lo que de fluido, debiera recibir el resto del hormiguero, para que todo marchara, si no como marcha “la hormiga insecto”, pero bastante aproximado en lo positivo… puesto que los hombres no somos hormigas, ni “otros bichos de la infinita fauna planetaria”… somos únicos, pero bastante mal preparados desde que nacemos y esa desviación… crea todas las demás.

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.