Sociopolítica

Cuando llega el momento de decir adiós

Cuando llega el momento de decir adiós

En la vida protagonizamos encuentros y también desencuentros. De forma constante conocemos a nuevas personas, sin embargo, son muy pocos los contactos estables que permanecen desde la infancia hasta la vejez.

El amor invita a perseverar tanto en el ámbito de la amistad como en el de una relación sentimental. De hecho, si nos dejásemos llevar por el orgullo tiraríamos con frecuencia la toalla a la primera de cambio. No tendríamos la capacidad de disculpar, de perdonar o empezar de cero.

Perseverar merece la pena hasta cierto punto dentro de unos límites concretos de lo contrario, al final, alguien puede tener la sensación de estar pegándose cabezazos contra una pared al no obtener frutos diferentes en el seno de una amistad o en una relación.

En algunas ocasiones, las personas creemos que todo depende de nosotros cuando en realidad en cualquier tipo de vínculo se requiere del trabajo constante de dos voluntades, es decir, debe existir un sentimiento de reciprocidad en el que una persona debe de cuidar a otra y preocuparse por ella. Cuando la balanza no está equilibrada con el paso del tiempo se rompe. El tiempo que pueda durar una relación desequilibrada depende precisamente del grado de desequilibrio grande o leve que exista.

Tanto la amistad como el amor son esenciales en orden a la felicidad. Pero a veces, algunas personas tienden a mentir con frecuencia. La mentira se produce según los expertos por temor a herir al otro o por defender la imagen de nosotros mismos que proyectamos sobre los demás.

Pero en el seno de una relación sentimental existen mentiras que son más hirientes. La infidelidad es una forma de mentira que duele. La mentira se muestra a través de la ocultación por este motivo en muchas ocasiones, algunos chicos y también chicas, evitan contar que tienen pareja para seducir a una nueva conquista. De este modo, la persona se siente herida al enterarse con el paso del tiempo que ha sido utilizada de forma egoísta.

El peligro de las mentiras es precisamente que a veces jugamos con los sentimientos de los demás sin darnos cuenta de que nosotros deberíamos tratar a los demás igual que nos gustaría que nos tratasen a nosotros. Algo que nace desde la mentira o la ocultación no puede llegar a buen puerto igual que tampoco crece una amistad basada en la utilidad.

Por eso, en ocasiones, llega el momento de decir adiós. Llega el momento de mirar por uno mismo lejos del otro en una apuesta por la felicidad personal. Alguien puede arrastrarte hacia el lugar equivocado pero entonces debes de ser consciente de que tú te estás dejando arrastrar. Es decir, eres responsable en este juego contaminado del amor o de la amistad.

Por el contrario, poner punto y final a algo que no te hace sentir bien depende solamente de ti.

Foto vía: Un alma en retazos

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.