Sociopolítica

Mens sana in corpore sano

El poeta romano Juvenal, a principios del siglo segundo, finalizando su décima Sátira, escribía: «Orandum est ut sit mens sana in corpore sano, fortem posce animum mortis terrore carentem… », que puede ser traducido como: “uno reza para que haya una mente sana en un cuerpo sano, un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte”. De un poema amplio, ha pervivido: “Mens sana in corpore sano”, para referirse a que la salud física va a la par con la salud mental, algo que ya ha sido comprobado científicamente.

Sin embargo la idea no era nueva, y ya Hipócrates, padre de la medicina se refiere a la influencia del cuerpo sobre el ánimo, y la de la mente sobre el cuerpo, imprimiendo una importancia clave al medio ambiente social en la etiología de la enfermedad.

De este modo lo explican Thorwald Dethelefsen y Rüdiger Dahlke en su libro: “La enfermedad como camino”: “Ni la mente genera síntomas corporales, ni los procesos corporales determinan alteraciones psíquicas. Sin embargo, en cada plano encontramos siempre el modelo análogo. Todos los elementos contenidos en la mente, mantienen su contrapartida en el cuerpo y viceversa”.

Cada día más, se asume la unidad cuerpo-mente y se concibe la enfermedad únicamente desde un plano. Descuidar la salud en el plano físico, implica descuidar la salud en un plano psicológico y viceversa. Del mismo modo: intentar sanar atendiendo únicamente a los síntomas, sin tener en cuenta la unidad cuerpo-mente es, cuando no imposible, muy infructuoso, ya que no es ventajosa la disociación entre el trastorno psicológico inducido por la enfermedad física y la enfermedad física desencadenada psicológicamente.

El antiguo modelo disociado Mente-Cuerpo, nos hace creer que las enfermedades de cuerpo se curan en el cuerpo, y las enfermedades de la mente, se curan en la mente. Sin embargo, en numerosísimas ocasiones, las enfermedades del cuerpo se curan con la participación de la mente, y las enfermedades de la mente, se curan con la participación del cuerpo.

Hipertensión, taquicardias, diarrea o estreñimiento, caída del pelo, erupciones en la piel, herpes, aftas bucales, eccemas cutáneos, náuseas y vómitos, gases, dolores de espalda, aumento del colesterol, vértigos, parálisis faciales entre otros muchos, deben de ser contemplados clínicamente desde un enfoque integrador.

En la introducción del artículo: “factores psicológicos que intervienen en el desarrollo del cáncer y en la respuesta al tratamiento”, el Servicio de Oncología del Hospital de Navarra, señala que “Galeno fue el primer autor que consideró la influencia de la personalidad en el cáncer. En su tratado sobre los tumores De tumoribus señaló que las mujeres “melancólicas” eran más propensas que las “sanguíneas” a tener un cáncer de mama. Desde entonces la relación y vinculación clínica entre tres variables, personalidad-estrés-cáncer es frecuente en los tratados de medicina”. Y así la psicooncología despunta como una disciplina clave tanto en la prevención, como en el tratamiento de esta enfermedad.

Aspectos como el ejercicio regular, la dieta sana, el sueño, la reflexión y las relaciones con los demás, son aspectos que deben buscar estar en equilibrio, de modo que la salud nunca se vea mermada.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.