Economía

Síndrome de estar quemado

Toda actividad laboral entraña riesgos, y es preciso romper con la idea de que hay actividades profesionales cuyos riesgos son “inevitables”, o con la idea de que en algunos puestos de trabajo no existen riesgos laborales. Por lo tanto, sea dónde sea que se realice la actividad laboral, deberá contar con la ineludible evaluación de riesgos y una plan de prevención en torno a los riesgos detectados.

La Constitución Española de 1978, dice que “los poderes públicos velarán por la seguridad e higiene en el trabajo”, no obstante hasta la década de los años noventa no se inició un incipiente diálogo social en el que la siniestralidad laboral era una problemática manifiesta. Con ello se sensibilizó a la sociedad española, y las instituciones públicas vieron la necesidad de desarrollar un cuerpo normativo y una serie de medidas, que vinieran a prevenir la accidentalidad laboral. Y así, fue en noviembre de 1995 cuando aparece la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, articulada sobre los principios de eficacia, coordinación y responsabilidad, lo que supone un importante avance en la protección de los trabajadores, a la par que de sistematización y perfeccionamiento en esta materia.

La definición de riesgo laboral aparece en dicha ley, como: “la posibilidad de que un trabajador sufra un determinado daño derivado de su trabajo”. Uno de estos daños es el síndrome Burnout, o “síndrome de estar quemado por el trabajo”, que se define como una “patología derivada de la interacción del individuo con unas determinadas condiciones psicosociales nocivas de trabajo”. Esta contingencia se da especialmente en entornos de servicios humanos.

El 26 de Octubre del año 2000, el Tribunal Supremo, ratificó una sentencia dictada por la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma del País Vasco, que venía a respaldar legalmente como accidente de trabajo la patología del “síndrome de estar quemado por el trabajo”, de un profesional con largos periodos de incapacidad temporal, y se recoge que sufre un “síndrome de desgaste personal o de burnout, que describe como un trastorno adaptativo crónico con ansiedad como resultado de la interacción del trabajo o situación laboral en sus características personales”

Desde Herbert Freudenberger (USA) quien, en 1974, que describe por primera vez este síndrome de carácter clínico como “una sensación de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador”, y que lo situaba en trabajadores del ámbito educativo, sanitario y social, hasta el día de hoy, mucha ha sido la investigación sobre este riesgo psicosocial creciente.

El “síndrome de estar quemado por el trabajo”, desvía toda la atención al trabajo y permite distinguir este fenómeno de otros como el estrés, el desgaste emocional, o la ansiedad.

Hay cierta demanda en los científicos de determinar al “síndrome de estar quemado por el trabajo” como un nuevo síndrome clínico, si bien no aparece todavía en los manuales internacionales de diagnóstico psicopatológico, como una patología con identidad propia. La sintomatología se conceptualiza como “agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal en el trabajo”. En los profesionales afectados es frecuente un endurecimiento afectivo y sus conductas pueden ser percibidas por los usuarios como deshumanizadas.

Aunque este problema afecta principalmente a los profesionales que trabajan en la atención al público, en contextos de servicios humanos, tales como sanitarios, profesores o contextos de asistencia social, todos somos, en mayor o menor medida, susceptibles de convertirnos en trabajadores afectados por este síndrome, sea cual sea nuestra profesión.

Si bien, dada la dificultad de diagnóstico, no existen estadísticas concretas y precisas, según el último barómetro europeo de calidad laboral, el 45% de los trabajadores españoles está insatisfecho con su empleo, lo que, o les sitúa afectados por este síndrome, o en situación de alto riesgo de quedar afectados a medio plazo.

Cuando acudir al trabajo cada día se convierte en una experiencia dolorosa, porque no existe motivación alguna, cuando todo entusiasmo se ha perdido, y cuando estas emociones se desbordan del ámbito laboral, y comienzan a afectar a la salud y el bienestar en otros ámbitos de la vida cotidiana, es muy probable que estemos afectados por el “síndrome de estar quemados por el trabajo”.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.