Cultura

Olanzapina

Es un sentido de uno mismo sin recipiente, un vacío que se extiende desde las vísceras al cráneo, la sensación que todo y nada son ambas la misma cosa, una venda que cubre la mirada iluminada por destellos de vida, censurando el presente y el futuro, postrando la chispa del espíritu en un estado contemplativo e irreflexivo, un dejarse llevar por el vaivén de las olas que convergen sobre una piedra roma, grisácea, postrada justo en frente del propio nicho, haciendo de la existencia un continuo epíteto que no deja de escribirse, con tachones, mediante el frágil pulso de los dedos que dejaron de sentir, excepto tu ausencia.

Es el vigor que empuja al abismo, un paseo nocturno a la luz de estrellas que no brillan, una vela que se va apagando mientras que, de su cera fundida, surgen nuevas llamas igualmente tenues e inanes, la sensación de haberte perdido a ti, de haber perdido el interés, de haber perdido todo lo que se podía perder, excepto el sinsentido, aquél que hallo en cada sorbo de mi copa y cada suspiro envenenado con fragmentos de mi propia sombra, un espejo roto, un motivo que, de una forma macabra, sólo contribuye en la continua desmotivación respecto a todo, a las personas, a la luz del día y a todo aquello de lo que se apropió la traicionera anhedonia como invitada fuera de lista.

Repugnancia a la vida.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.