Sociopolítica

Crónica del país del Libro

La sociedad israelí aún no ha decidido si su país es el resultado de una promesa divina o de una votación ajustadísima en la ONU, si quiere la guerra o la paz, si prefiere decantarse hacia el laicismo indiferente de Tel Aviv o hacia el fervor religioso de Jerusalén. Un conflicto existencial que ha devastado a los palestinos y mantiene en permanente inestabilidad la región más delicada del planeta.

La Biblia creó hace más de dos milenios el pueblo judío y, en último término, condujo a la creación hace seis décadas del Estado de Israel, fundado para que fuera el “hogar” nacional de los judíos, hasta entonces condenados a la diáspora. Pero en la actualidad todavía hay más judíos fuera que dentro de su Estado, y el moderno Israel funciona como una democracia confesional de origen teocrático gobernada por una cada vez más numerosa mayoría conservadora y observante hasta límites de fanatismo excluyente que impide la solución de otro drama, el palestino.

A principios del pasado siglo, los sionistas consiguieron de Gran Bretaña la promesa de concederles un espacio para establecer un hogar a los judíos que lo deseasen. La condición era que los aliados ganasen la Gran Guerra y expulsasen a los otomanos de la región. Al mismo tiempo, y por medio de Lawrence de Arabia, habían prometido a los árabes que tendrían el gobierno de la región tantos años sometida a los turcos.

El drama es que, una vez más, los vencedores no cumplieron sus compromisos y se repartieron el botín como una banda de corsarios y quienes pagaron las consecuencias fueron los palestinos que se vieron invadidos y ocupadas sus tierras por judíos sionistas que se sirvieron de todos los medios para expulsar a la Gran Bretaña, su valedor, y ocupar su puesto pero no como mandatario de las instituciones internacionales sino como amos y señores que hacían realidad la fantasía de una tierra prometida, el Gran Israel, para los seguidores de un dios excluyente con todos los demás pueblos.

Tan poderosa ha llegado a ser su fuerza como lobby en los centros de poder transnacionales que, a pesar de tantas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, con la obligación innegociable de regresar a las fronteras de 1967, que han “coaccionado” a los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña y la inefable Alemania de la conciencia oscura, a declarar que nunca habrá un Estado Palestino sin el Acuerdo previo del Estado de Israel. El invasor se ha convertido en intolerante y en excluyente con los no judíos, aunque sean ciudadanos israelíes.

J. C. Gª Fajardo

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.