Cultura

No sólo la ciencia lucha contra el cáncer

Uno de los peores asesinos en serie del mundo es el cáncer. En el año 2008 fue responsable de un 13% de la mortalidad mundial. El término cáncer agrupa a un conjunto de enfermedades que tienen en común la proliferación inoportuna e incontrolada de una célula del organismo, lo que provoca una alteración progresiva del normal equilibrio del cuerpo hasta producir el fracaso del sistema en su conjunto.

Cada cáncer es un mundo en sí mismo: el tipo de célula que se altera, el tejido en el que está insertada, el tipo de órgano que la contiene, la genética del individuo que lo padece, la fortaleza del sistema inmunológico, el ambiente en el que se mueve… Son tantos los factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad que cada caso es diferente al anterior, condiciona un tratamiento concreto y una respuesta individual.

Si bien la enfermedad es personal y única, el miedo a que nos induce es irracional y generalizado. Su capacidad destructiva, que en su mayor parte se debe a los casos no tratados o muy avanzados, nos parece ineludible. Se diría que el diagnóstico es sinónimo de sentencia de muerte. Y los tratamientos nos asustan: la cirugía radical, la quimioterapia con todos los efectos secundarios, la molesta radioterapia y sus quemaduras… Todo nos induce al temor, y el miedo nos priva de la capacidad de pensar con claridad, de entenderlo, de afrontarlo y luchar para vencerlo.

Es ese miedo el que en ocasiones empuja a los pacientes con cáncer a entregarse a peregrinos remedios, una actitud comprensible que merece el mayor respeto, cariño y comprensión. Pero no son de recibo los que se aprovechan de ese miedo. Son oportunistas que ven en el sufrimiento del prójimo una oportunidad de negocio. Aquellos que con tres palabras esdrújulas y dos palabras compuestas que suenen a ciencia construyen un pseudo discurso que alinea el dolor y los sueños del desesperado con su insaciable codicia. Infringen a los pacientes una de las formas de tortura psicológica más crueles: alimentar la esperanza que se sabe falsa.

El miedo al cáncer es nuestro peor enemigo. Es un miedo irracional porque, afortunadamente, cada día sabemos más del cáncer. La quimioterapia y la radioterapia son tratamientos indiscriminados y brutales (los médicos los llamamos venenos). Pero cada vez son más los tumores para los que se están desarrollando tratamientos selectivos contra esas células anómalas (ya sea con cebos envenenados, terapia con virus antitumorales…). Eso reduce mucho la toxicidad de los tratamientos y la efectividad de los mismos.

No sólo la ciencia lucha contra el cáncer. Todos los seres vivos desarrollan células tumorales diariamente, y nuestro sistema inmune controla la mayoría de esos brotes. La aparición de estos tumores aumenta con la edad, coincidiendo con el envejecimiento de las células sanguíneas y una disminución paulatina de la efectividad de dicho sistema inmune. La alimentación equilibrada, el ejercicio físico, o la dieta rica en frutas y verduras disminuyen nuestras posibilidades de padecer un cáncer. También eliminar tóxicos, como el tabaco, reduce el número de toxinas cancerígenas que dañan a nuestras células, y por tanto el sistema inmune tiene que ocuparse de menos “revueltas”.

De todas las cosas que podemos hacer, la más simple es tratar de mantener el buen humor. La relación entre la risa y la buena salud, entre el pensamiento positivo y el buen pronóstico de un tumor hace tiempo que dejó de ser una impresión de los sanitarios que atendían a estos pacientes. Reírse, pensar en positivo, creer en la recuperación, confiar en el futuro MEJORA el pronóstico de los pacientes con un tumor. Los pacientes que se ríen tienen un sistema inmune más fuerte, más eficaz, y se curan mejor.

Tratemos de poner al cáncer en su sitio. Existe, pero a nosotros corresponde manejarlo. Es como las cartas, la vida las reparte pero a nosotros nos toca jugarlas. Confiemos y pongámonos en manos de los profesionales, que los hay muy buenos y todos pueden tener acceso a los últimos adelantos de la medicina. Ya no es imprescindible acudir a centros de otros países. Las nuevas tecnologías nos permiten compartir los avances. Procuremos que no sea el pensamiento dominante durante el día. Es preciso abrirnos a los demás, a la familia, a los amigos, a la naturaleza, que también existen. Pensar en los demás, sobre todo en los más próximos, es una de las terapias más seguras y gratificantes. Tú tienes derecho a estar aquí, aprovecha cada instante y esfuérzate por ser feliz. Te lo manda el médico.

Teodoro Martínez Arán

Médico, especialista en pediatría

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.