Cultura

Un detalle

Cuando uno se cae, o le golpean por detrás, o le escupen a las puntas de los zapatos, o mismo se mete en enfermedad, o simplemente que tiene como se dice el santo de espaldas; uno espera o presiente un detalle del resto. Pero el detalle no llega. Y la presión del dedo de la orfandad te aplasta. Y te consumes entre tragos de saliva ácida. Y eres capaz de arrojarte a cualquier vacío que se te ponga por delante.

Cuando a uno le tientan el corazón con el desprecio, o le hacen un asco de silencios, o se le adjudica el cartel de no válido, o mismo se le tiene en cuenta solamente para destrozarle el lomo, o simplemente que hoy le amaneció con el pie siniestro; uno espera o presiente un detalle del resto. Pero el detalle no llega. Y la escuálida sombra que determinas se acaba yendo para siempre. Y ni el vuelo de las gaviotas logra que gires la cabeza por ver de alcanzar un horizonte. Y todas las cosas que pasan junto a tu vera, pasan verdaderamente y ninguna se te enreda ni de casualidad siquiera. Y hasta la sangre se te seca.

Cuando uno se topa cara a cara con la bilis desatada de aquél con quien pactó alma descubierta, o le arrancan las agallas y a contemplar cómo agoniza, o mismo le arrojan al cajón de los olvidos por espacio indefinido, o simplemente que Júpiter le dio de lado; uno espera o presiente un detalle del resto. Pero el detalle no llega. Y ya ni el Para Elisa de Beethoven te sostiene. Y aquella caja de metal con los cromos de Pompoff y Teddy se hace añicos en el pozo más profundo del cementerio de la Soledad. Y el barco destruido del muelle del Tinto no está para elevarte. Ni el olor de sus cabellos… Y todo se te nubla en un instante. Y en menos de un latido sucumbes.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.