Cultura

El vagón de las almas perdidas

Yo sólo tengo esta pobre antena/ que me transmite lo que decir…

Chipi chipi, Charly García

Yo no diría que viajaba sino más bien que avejentaba en el lento subterráneo. Yo no diría que me sucedió algo excepcional en ese lapso de media hora que hice de Tepito a Guerrero. Sólo que pude presenciar cómo a todos se nos va la vida de las manos en un santiamén y en un abrir y cerrar de ojos muchos nos convertimos en la persona a la que de niños le hubiéramos pateado el culo. La que enterró todas sus esperanzas en el panteón de la frustración, la que no arriesga, la que no intenta. La persona que se sumergió en el confort de una agradable chamba en la oficina pero soñaba con ser rockstar y hacer giras con Charly García. La persona que tiene una fonda desabrida en el centro pero quería hacer cocina de altura y preparar banquetes en castillos daneses. La persona que busca columnas de opinión pública en los periódicos pero anhelaba ser un escritor bien pagado.

Yo estaba sentado en uno de los lugares para discapacitados esa noche, me dolía la cabeza, estaba algo borracho y tenía ganas de mear, así que para distraerme un poco de mi nefanda existencia, cerré los ojos y me concentré, al principio, en mi respiración, y después, en los murmullos a mi alrededor. Esto fue lo que captó mi antena: ¿Qué tiene de malo cortar el pelo?, Nada, no es malo, simplemente no me gusta y el lunes cierro la estética, Y, ¿a qué te vas a dedicar?, Ya lo veré luego, estoy harta… Mami, cuando sea grande quiero ser pintor, Cállate, no digas babosadas… Entonces, ¿te vas o te quedas?, allá nos van a pagar en dólares, No sé, quiero dar clases de Historia, Te vas a morir de hambre… La semana pasada le pedí matrimonio a Laura, Y te dijo que sí, enhorabuena, amigo, Me dijo que lleva 4 meses saliendo con alguien más, una mujer.

Vaya cosas, y conste que a la hora de aconsejar todos sabemos lo que le conviene al prójimo.

Yo no diría que el hambre es chida, más bien que a veces hay que aguantarla para llegar a donde se quería.

Yo no diría que tiene moraleja esta historia aburrida, sino sólo que es la historia del vagón de las almas perdidas.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.