Cultura

Adiós, año viejo. Hola, nuevo

El simple y cotidiano gesto de arrancar la hoja de un calendario encierra en su espontaneidad, varios efectos que provocan sobre lo inmediato,  expectativas imprevisibles. Cambiar el dígito del año tiene añadidas consecuencias, capaces de hacernos oír el “click” resuelto del reloj intangible que nos pone límite.
Año viejo. Año nuevo. Vida que se va; otra que llega.
 La destilación de las renuncias por las que en un momento dado, la esencia de nuestros pasos vino a desfallecer, se precipita gota a gota sobre nuestra pobre condición de seres con caducidad, ajenos entre sí, como también ajenos al elixir que somos capaces de producir. Errando, como siempre sin aprender.
Ya casi no recuerdo los años por su clasificación de malos o buenos. Recuerdo sin embargo todo el metraje de la película. Ocurre que el presente puede prescindir del pasado y a la postre, a lo peor, lo ocurrido hasta ahora tiene el carácter de miscelánea. Servicios prestados ante el regalo de seguir viviendo. La suma de los años nos dan lo que somos; exactamente eso; lo que somos. Nunca hubo medición más exacta. Al fin y al cabo, cada realidad con contorno de individuo ha llegado a su presente  a través de una intrincada maraña de pasos perdidos. -¿Entonces? ¿Importa, acaso, algo más  que poder  decidir, si  así se quiere, volver la vista atrás desde encima de la banqueta que cuelga en el vacio con el que se abre el futuro?-
En determinadas circunstancias la memoria puede olvidarse de sí misma, para en dramática paradoja, no recordar salvo lo que acontece en tiempo real, perdiendo su motivo de guardadora de tesoros y archivo de cuitas. Recuerdo que recordaba a la vez que olvidaba con la misma decisión. Olvido asimismo que mis recuerdos se han construido un refugio para ellos solos y a veces me dejan entrar. Por eso, las últimas horas de un año que viene a morir sin remisión, me abren sus puertas para un postrer encuentro en tierra de nadie. Me involucran en sospechosos movimientos que no controlo y que acaban en chisporroteo de sombras que raudas  hacen mutis por el foro. Nos vamos juntos, el año y mi curiosidad, entre huellas que esconden huidas hacia adelante. Juntos hasta donde termine el último segundo; a partir de entonces no volveremos a vernos nunca más.
La derrota se hace visible por los surcos nuevos que el cauce de la vida abre en mi cara. Se podrían encontrar las hojas rotas del calendario entre los gestos; las ilusiones llevan las alas cansadas de volar sobre almanaques. Todo se resume a resistir los inviernos, cuando cae, definitivamente, la memoria.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.