Economía

La bicefalia pusilánime del Ministerio de Economía

En política, como en otros ámbitos de la vida, son los hechos, y no las palabras, los que determinan la personalidad de las personas, de cualquier rango o condición, y por tanto es a ellos a los que debemos atenernos para juzgar la prestancia, la eficacia y la eficiencia de cualquier decisión tomada en uno u otro aspecto. Por ello, si queremos analizar la conformación del Gobierno que ha realizado Mariano Rajoy debemos ajustarnos a los hechos, y no a sus palabras.

Sus palabras utilizan la retórica más académica para hablar de un Ministerio de Economía reforzado con dos cabezas visibles de gran reputación en sus respectivos ámbitos de competencia. Montoro es un gran conocedor de la Hacienda Pública, nadie lo niega, y De Guindos se ha pasado media vida batallando con los mercados, por lo que parece sobradamente preparado para calmarlos en estos momentos de dificultad.

Sin embargo, los hechos son bien diferentes a las palabras, porque éstos, no como aquellas, no mienten y dejan bien claro los condicionantes que los generan. Rajoy no ha querido tomar una decisión entre De Guindos y Montoro, sabedor que haber dejado a uno fuera del Ministerio de Economía le hubiera generado algún que otro enemigo (otro más a sumar a la cuenta, ¡ah, no!, que ahora que está en el poder todos son amigos), y lo que ha hecho es inventarse una bicefalia real, aunque no nominativa, que lo único que hace es restar rango y peso a un Ministerio fundamental en los tiempos que corren.

A ello le ha añadido la eliminación del rango de Vicepresidencia al Ministerio, con lo que en lugar de potenciar lo indispensable ha conseguido contentar sin contentar lavándose las manos, como viene haciendo a lo largo de toda su carrera política, dejando que las cosas se arreglen por sí solas, aunque mucho me temo que en esta ocasión la cosa no va a ser tan sencilla.

Tanto Montoro como De Guindos son dos grandes profesionales en sus ámbitos profesionales, creo que ya lo he dicho, pero lo repito, pero compartiendo un Ministerio, de hecho, aunque no de derecho, estarán más preocupados en delimitar sus competencias en términos defensivos que en propulsar la recuperación de la economía española.

Rajoy se ha equivocado. Era el momento para apostar por una dirección económica firme, y se ha limitado a ejercer de nuevo su gestión pusilánime que nada hace más allá de dejarlas venir.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.