Cultura

Tratando de domar al caballo blanco

 

Estamos otra vez hablando de lo mismo, tratando de cercenar cabezas en una batalla absurda por la obtención del poder. La poesía es un arma de doble filo capaz de castrar actitudes enquistadas en un sistema erróneo. Si tratamos de suplir la falta de supuesta libertad comprándonos tecnología de última generación nos estamos tirando piedras a nosotros mismos. Es lo de siempre, nos venden cadenas de acero envueltas en papel de regalo rosa. Hay quien cree que las palabras nos van a salvar, quizás puedan liberar algunos pequeños fantasmas mientras leemos a un autor muerto en el confort de nuestra habitación, pero el mazo que dicta sentencia seguirá aporreándonos la conciencia cada vez con más furia.

No pretendo ser un grito liberador, ni tan solo trato de que se ejemplifique mi dictamen. Simplemente digo lo que siento porque alguien me otorgó el poder de un relámpago en los dedos. Solo escribo. Eso es lo que hago. Quizás una de las pocas cosas que trato de aprovechar en un mundo empapado de histrionismo mental, ¡qué locura!  Las personas se agolpan unas con otras para tener cabida en el escenario. La búsqueda de protagonismo se convierte en un reducto de almas vacías que necesitan brillar con luz propia. Veamos cual es el interés que tiene cada uno en destacar: unos no encuentran su lugar en el mundo y se encierran en un mundo ilusorio y repleto de héroes y leyendas que le acarician el lóbulo parietal, este individuo es capaz de apreciar el ronroneo de un libro en un mundo rebosante de víctimas y cazadores. Otros buscan el propio reconocimiento en sus conquistas nocturnas, esbozan sonrisas que tratan de desconcertar a su congénere con un brillo efímero e inusual. El poeta se mete los dedos hasta el fondo para extraer toda la vomitona artística que le pueda ofrecer su maltrecho ego, como el artista venido a menos que se ahoga en su propia redención en lugar de aceptar las lecciones que le otorgan los dioses.

Abre los ojos y verás un mundo lleno de posibilidades. Enciérrate en una torre de sedición contra ti mismo y lamentarás haber nacido. Los caballos blancos siguen galopando a su aire, cada uno es libre de intentar atraparlos. Creo que todos somos capaces de hacer un lazo y tratar de domar nuestro propio destino a pesar de las distracciones que traten de imponernos. Sin límite de velocidad podemos pisar el gas y rodar por la autopista de la vida con una sonrisa de perlas lustrosas.

Los poetas que se relamen en las esquinas se nutren de su propio fracaso. Ponte detrás de un micrófono y escupe al público, algunos te agradecerán el gesto puesto que necesitan cualquier cosa para sentirse vivos. El poeta es el primero en enseñarle el trasero al mundo y precisa de un público que le baje los pantalones cuando menos se lo espera. A pesar de ello seguirá elucubrando y quitándole el sujetador a su arte para regocijo del espectador.

Con todo este delirio de palabras se pone el poeta en su lugar, junto con algo de los Stones y un poco de humo ocasional que mea toda su magnificencia hacia el reino de los cielos. Abandona el oficio predestinado a perecer en el anonimato y convierte al ego en un gigante ávido de alabanzas.

Vive en un mundo que aguante tu peso. Aprovéchate de las miradas insinuantes y trata de ser el más rápido.

Nos vemos perdidos en una jungla de vocablos sin nombre.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.