Cultura

El detective Fran

No, si ya lo decía yo. Ni Agustín, el de las croquetas; ni Amelia, la de los bombones parisinos; ni Pascual, el del túnel del aeropuerto; ni Eulalia y su puzzle; ni Norberto, el del billete de cincuenta euros; ni Olivia, la de la paloma mensajera; ni Evaristo, el del libro Magos muy majos. Aquí, “el que parte el bacalao” es ni más ni menos que el detective Fran, amigos. Sí, sí. No crean que en sus larguísimos ratos de inactividad detectivesca, por la falta de casos, el detective Fran no husmea por aquí y por allá. Ya lo creo que olisquea. ¡Pues anda que no tiene sitios en donde meter las narices y la lupa para intentar resolver misterios nada serios, como dice él! Si yo les contara… Desde hace unos cuantos de meses, está obsesionado con encontrar letras mal puestas, que sobren o que falten, por entre las páginas de los cientos de libros que pueblan las estanterías de su biblioteca abierta al público. Porque he de decirles que Fran, aparte de su labor como detective, regenta una librería. Y de cierto prestigio, sí señor. Y ya le he comentado que lo de las letras perdidas es cosa de los duendecillos, que van almacenándolas dentro de un árbol gigante para construirse un libro a medida… No hay manera: el detective Fran es cabezota y va a lo suyo. Y mira que su colega Agustín tuvo que recurrir ¡a un secador! para resolver El misterio de la última croqueta. Y no digamos ya doña Amelia, la de El misterio del paquete equivocado, que no le dio un reventón de milagro con tanto bombón parisino como se tragó. Claro que lo del amigo Pascual no tiene nombre: ¡hay que ver lo de meterse en una maleta para poder viajar gratis!; y todo en El misterio del túnel de equipajes. Lo de Eulalia, sin comentarios, busca que te busca y estaba debajo El misterio de la pieza perdida. Ay, Norberto y sus cincuenta euros musitando con El misterio del billete firmado. El asunto de Olivia subiéndose a los centenarios árboles con el fin de agarrar un papelito enganchado a una de sus ramas, de desternillarse, según El misterio de la paloma mensajera. Que el atrevido Evaristo, metido en El misterio del libro extraviado, preguntándole a los ejemplares almacenados en la biblioteca municipal por el destino de Magos muy majos no tiene desperdicio. Y no contento aún, el detective Fran se mete en un berenjenal con unos singulares Misterios para resolver con lupa que se las trae. Escribiendo estoy, queridos amigos, de la última obra publicada por el escritor Fran Nuño, Detectives y misterios nada serios, en Ediciones Toromítico (Grupo Editorial Almuzara) dirigida a ese sector infantil-juvenil (mágico por más señas) y que de manera tan magistral domina nuestro particular “detective”. Nacido en 1973 y residente en Sevilla, Nuño es librero-editor y dinamizador cultural. Es autor, entre otros, de los libros de literatura infantil: Cuentos con traje de domingo, Memorias de un marcapáginas (Toromítico, 2007), Caja de botones (Toromítico, 2008), Pies, zapatos y…zapatillas (Toromítico, 2009), Nuevos colores, Magos muy majos (Toromítico, 2010), Teatro en la cocina, La hora de los relojes y El Gran Mago del Mundo. También es autor de Manual de técnicas de animación a la lectura (Berenice, 2010). Cuenta además con un poemario (para jóvenes y adultos) de título Deambulaciones. Partícipe de varias antologías poéticas, sus obras de teatro infantil, agrupadas algunas en el libro ¡Cuánto teatro!, se representan con frecuencia en colegios y teatros. Ha sido traducido al gallego, catalán y recientemente al inglés… Así que, no me dirán que no es atrayente “el detective Fran”. (Foto: archivo de Fran Nuño)

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.