Cultura

Island Peak y cómo aclimatar a la altura (2de3)

La única foto que teníamos del Shipilov Peak, indicado por la flecha.

En el año 2005 me aventuré a intentar realizar la primera ascensión a una montaña virgen en la cordillera del Tien Shan, a caballo entre Kazajstán y Kirguistán. La expedición la formábamos Fernado Errekalde y yo, y la cumbre, de la que apenas teníamos una foto y la poca información que nos dio mi amigo de Almaty, Vadim Khaibulin, se llama Shipilov Peak de 6.201m. Curiosamente dos mil metros exactos menos que el Cho Oyu.

Llevábamos ya muchos días en el campo de aclimatación de Kárkara, a 2.200m de altura, esperando a que las condiciones meteorológicas fueran favorables para que un helicóptero nos llevara hasta el campo base a 4.100m. Los días se nos hacían interminables esperando la noticia de que mañana saldríamos, y los días que deberíamos estar trabajando en altura los consumíamos de la mejor manera posible: un día paseo a caballo, otro jugando al futbol con los chiquillos del campamento y otros preparando el material o racionando la comida en bolsas.

Un sábado por la noche nos dejamos liar en una fiesta, en la que el amor a la patria junto a una estupidez innata, nos hizo beber más de la cuenta. No fueran a pensar en Kazajstán que los españoles no sabemos beber. A base de coñac terminamos a altas horas de la noche llegando a nuestra tienda a cuatro patas y balbuciendo canciones en un idioma que no era el nuestro.

Raúl Muñoz, paseando a caballo cerca del Campo de aclimatación de Kárkara.

Seguramente pensamos que dormiríamos la mona todo el día siguiente, cuando a las 9 de la mañana nos avisan de que el helicóptero está listo y tenemos que recoger todo para volar al Campo Base del glaciar Ingilchek Sur. A duras penas salimos del saco de dormir y recogimos nuestro equipo a toda prisa procurando con el dolor de cabeza  que no se nos olvidase nada. A las 9.30 ya estábamos embarcados en un cacharro de metal bajo las órdenes de un militar al que vimos una tarde pescando en el río junto a una botella de vodka a medias. El panorama era digno de una película de Quentin Tarantino. Entre el baibén del helicóptero, el alcohol de la noche anterior, el ruido de las hélices junto al intenso olor a queroseno producía un efecto poco digno de recordar.

Nuestra tienda en el Campo 2 (5.400m) del Khan Tengri, de 7.010m de altura.

Pese a todo, aterrizamos en el campo base. Un lugar que parecía más un campo de refugiados de guerra que uno de alpinistas. No había nada montado, de hecho venía casi todo con nosotros en el helicóptero: la tienda comedor, la tienda cocina, la tienda de comunicaciones. Ningún turista, excepto nosotros y los currantes kazajos pululaban por allí. Tampoco nuestra tienda estaba aún montada y estuvimos esperando a que todo estuviera mínimamente organizado durmiendo la mona agazapados sobre las piedras del glaciar. Y sin estar del todo seguros de si el tremendo dolor de cabeza era debido al colocón de coñac o a los 4.200m de altura.

Ahora puedo aseguraros que era por ambas cosas. Aunque el coñac desapareció de nuestro organismo, la altura no lo hizo, y durante un par de días más lo único que persistía era una leve pero contínua cefalea.

De esta expedición, que comenzó un poco caótica, aprendí muchos aspectos importantes relacionados con la altura:

  • que hay que aclimatar progresivamente
  • que es fundamental estar constantemente hidratado (sin alcohol)
  • que hay que cuidarse del frío, especialmente manos y pies

De todos modos el Shipilov Peak se nos resistió. En honor a la verdad nos cagamos de miedo una noche que tiritó la tienda por el estruendo de las avalanchas, y optamos por ir al Campo Base del Ingilchek Norte, desde donde subiríamos al Khan Tengri, de 7.010m. Más altura pero equipado con cuerdas fijas y más compañía en la ruta. Aunque esta es ya otra historia.

A partir de este viaje al corazón de la antígua rusia vinieron otros muchos, que gracias a lo aprendido aquí resultaron menos caóticos. Y el logro de estas cumbres no fue más entrenamiento, algo a lo que no soy muy dado, ni tampoco más capacidad técnica, si no a un mayor conocimiento de cómo funciona la altura y cómo condiciona ésta al organismo.

Raúl, entre el equipo ruso que instalaba las cuerdas fijas del Khan Tengri.

La tolerancia a la altitud puede tener un pequeño factor congénito, de hecho, culturas y étnias del Tibet, Nepal o Bolivia tienen una predisposición mayor a soportar cómodamente altitudes de 4.000 y 5.000 metros. Pero el resto de nosotros que no nos movemos con esa facilidad en altura no quiere decir que no podamos con un poco más de tiempo desenvolvernos de manera parecida.

Por otra parte, hay personas que por experiencias previas saben que tardan más días en estar cómodos en altura, y que en ese proceso de aclimatación lo pasan mucho peor que otras, que por el contrario se encuentran cómodas en dos días a 5.000m y sufren mucho menos. Como dije en el artículo anterior, y disculpen pero es necesario recalcarlo muchas veces, los pasos para prevenir los problemas de salud que describiré más adelante son muy sencillos:

–         aclimatar progresivamente

–         el entrenamiento

–         los medicamentos preventivos

–         bajar de altura si fuera necesario

La estancia en altura es un estado de enfermedad transitorio y sin efectos secundarios, que sin el correcto seguimiento de prevención puede derivar en otras enfermedades como el edema, que a su vez podría desembocar, y ha sucedido en no pocas ocasiones, en la muerte.

Mal de altura    

El primer episodio por el que se ha de pasar, y esto lo pasa todo el mundo, es el llamado Mal de Altura. La buena noticia es que es un mal benigno y pasajero. Se pueden empezar a notar los primeros síntomas incluso a partir de los 2.000m en personas sin experiencia en altura, y para quienes están más habituados se nota de los 4.000m hacia arriba.

Los síntomas son:

  • leves: dolor leve de cabeza, nauseas, dificultad para dormir o esporádicamente vómitos
  • graves: doler de cabeza intenso incluso tomando aspirina o paracetamol, vómitos continuados
  • muy graves: dificultad para respirar (disnea en reposo), cansancio anormal o muy intenso, disminución de la orina por retención de líquidos

No hay que asustarse al conocer que estos síntomas son posibles. Un dolor de cabeza se soporta perfectamente, mejor aún tomándose un paracetamol cuando se termina la actividad y otro antes de dormir. Para el resto de síntomas la mejor solución es no continuar subiendo de altura, y puesto que el mal viene de la falta de presión atmosférica la solución es descansar y mucho mejor descender.

Gráfica de evolución de los síntomas de mal de altura de uno de los alpinistas que participaron en la expedición de GUIASDEJACA al Mera Peak 2010. Los puntos rosas son el número de síntomas de Mal de Altura, mientras los cuadros blancos indican una valoración subjetiva del aspecto psicológico.

Yo acostumbro en las expediciones con mis clientes a llevar un diario de los síntomas físicos y psicológicos que muestra la gente. De modo que a los del grupo de leves les doy a cada uno 1 punto, a los graves 2 y los muy graves 3. Un día bueno se pueden tener entre 0 y 3 puntos, un día menos bueno pero soportable son 3-4 puntos. Pero con 5-6 puntos no es conveniente seguir, y si al segundo día continúa con 5 puntos lo mejor es bajar de altura a otro pueblo o a otro campamento.

Según un estudio de la Universidad de Buenos Aires realizado con alpinistas del campo base de Plaza de Mulas, situado a 4.300m, y que pretendían subir al Aconcagua, el 96% sufrían dolores de cabeza leves y moderados, el 70% insomnio, el 38% pérdida de apetito y tan sólo el 35% náuseas y vómitos. Se estableció también que los factores que favorecieron la aparición de estos síntomas eran:

–         la elevada altitud del campo base

–         haber realizado en el día un desnivel importante

–         La deshidratación

–         Y se aventuran a pronosticar que quizá también la ansiedad

Como consejo para quienes vienen a la expedición al Island Peak en agosto, el tratamiento preventivo es:

  1. un entrenamiento de resistencia dos meses antes de la expedición. Como nos recordaba nuestro amigo Raúl Tristan, un estudio demuestra que correr 2-3 veces por semana de manera moderada no sólo es beneficioso a nivel respiratorio, circulatorio o psicológico, si no que además alarga la esperanza de vida.
  2. Durante la expedición procurar mantener un ambiente de cordialidad y comodidad con todo el mundo. En pocas palabras, estar de buen rollo todo el día
  3. Beber mucho agua o té. Entre 2 y 3 litros diarios. Y comprobar cada vez que se orina que el pis no es muy amarillo. Esto no es difícil puesto que en los trekings de Nepal se suele parar en todas las pequeñas aldeas del camino a saludar y a beber té.
  4. Hacer correctamente todas las comidas del día. Si es posible eligiendo aquellos alimentos que más nos gusten en los días de menos apetito.
  5. Todo esto con una aclimatación progresiva, sin mucho desgaste físico. Que lleguemos al final del día con ganas de dar un paseo por la aldea y esperar con ganas la hora de la cena.
  6. Con los primeros síntomas de dolor leve de cabeza tomar paracetamol (500mg). Uno, una hora después de terminar la actividad y otro antes de acostarse. Quien tenga dificultad para dormir hay también medicamentos a base de hierbas (homeopáticos) que ayudan a coger el sueño.

Alguien pensará: ¿y qué pasa si estando en altura ya presento síntomas graves? El tratamiento más efectivo es siempre descender. No obstante hay medicamentos que ayudan, y que en caso de no ser posible descender, hay que llevar en el botiquín. Evidentemente sólo un médico puede administrar medicamentos, por lo que es recomendable informarse antes de si alguien es alérgico o no tolerante a algún fármaco que ayude en altura, como es por ejemplo, la acetazolamida.

Y por último, sin pretender alarmar, decir que de ignorar estas directrices y seguir el ascenso con síntomas severos de mal de altura, ésta puede derivar con toda seguridad en la siguiente fase que es el edema pulmonar y más tarde el cerebral.

Raúl Muñoz en el ascenso al Khan Tengri, de 7.010m de altitud.

Pero esto os lo cuento en la siguiente y última entrega. Una cumbre como el Island Peak o el Cho Oyu resultarán mucho más agradables si contemplamos estas sencillas pautas. Porque en realidad la altura, o mejor dicho, la hipóxia (falta de oxígeno) hay que tomarsela como el ponerse los crampones cuando hay hielo. En ella está nuestra propia seguridad, y algunas ocasiones la de nuestro compañero.

Os recuerdo que sigue abierta la inscripción a la expedición del Island Peak. Son 15 días en Nepal recorriendo el valle del Khumbu, el más famoso, y que nace a los pies del Everest. Las fechas son del 17 de agosto al 31 y por el momento hay dos personas apuntadas. Solicita información en [email protected], estaré encantado de contestar.

Raúl Muñoz – guía de alta montaña

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.