Cultura

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A un lado él, al otro yo.
Por allá, más atrás del aroma a café y del humo del cigarrillo, el contorno y dentro, la imagen de su cabello, el cuello, y la espalda.
Acá, los labios secos, un codo apoyado en la tapa dura del libro de civilizaciones occidentales, el tinte oscuro de quienes debemos usar lentes, pero al romperse el cristal hace meses atrás no volvimos a hacerlos.
En medio, la TV del bar y el resumen de noticias deportivas del fin de semana, un mozo que se cruza a paso ligero, y el sonido de los hielos cayendo en el vaso de wisky del viejo que lee el diario.
Ahí, justo ahí, alguien le habla por celular, la cabeza va a un lado y a otro y cada tantos segundos escucho el final de una frase mientras veo como lleva su espalda al respaldo de la sillita, y la mano izquierda deja que los dedos toquen las yemas en el cabello cortito de la nuca.
En mi, la música de “Walking on air”, la mitad del cuerpo del cigarrillo deprimiéndose en una ceniza armada que se curva a punto ya de caer. Y un pié que se enreda en la pata de la silla.
Desde ahí, pide una cerveza con un dedo en alto, mientras al girar la cabeza, le guiña un ojo al mozo con una sonrisa que significa: una más… -Qué boca- pienso al tiempo que escucho mi nombre, y cuando termina King Crimson, se me acerca un beso a los labios.
Por allá, más atrás del aroma a café, del humo del cigarrillo, de la silueta de quien me diera el beso, de las palabras de la boca que me dio el beso y del humo de dos cigarrillos; el contorno, y dentro, la imagen de su cabello, el cuello, y la espalda.
Acá, los labios secos, un codo apoyado en la tapa dura del libro de civilizaciones occidentales, el tinte oscuro de quienes debemos usar lentes, pero al romperse el cristal hace meses atrás no volvimos a hacerlos.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.