Sociopolítica

Crimen internacional organizado y memoria histórica

 

Si recuerdan lo que sucedió en Iraq, recordarán lo que sucedió en Libia, y cómo se repite el guión  viendo lo que se prepara contra Siria e Irán, viendo  cómo se pretende otra vez desestabilizar un país y reducirlo a cenizas para luego  reconstruir lo que interese, explotar recursos materiales y humanos con ventajas leoninas para el vencedor, someter a las nuevas autoridades a sus criterios e instalar bases militares para asegurar posiciones geoestratégicas y económicas como plataforma para las siguientes acciones.

Acudiendo ahora a la  memoria histórica, antes que estos herederos políticos del general dictador la entierren, la guerra que siguió al levantamiento anticonstitucional, ilegal, criminal  y sádico de Franco contra el pueblo español recuerda a la guerra anticonstitucional, ilegal y criminal de la OTAN contra el pueblo libio y la que se prepara aceleradamente  contra el pueblo sirio. Siempre se trata de lo mismo: “separa, ata, domina”, que es el método de los enemigos de Dios, pues lo contrario es “une y sé”. Ser y dejar ser; vivir y dejar vivir, sin embargo, no es lo que quieren los señores de la guerra de todas partes, con la ONU o sin ella.

Diferentes asesinos uniformados, sus suministradores de dinero y armas, sus instigadores políticos y sus matones incontrolados dicen siempre defender una Causa (con mayúsculas)  que creen les da derecho a  eliminar a los defensores de las otras causas (estas con minúsculas para ellos). Para ello divulgan hasta el aburrimiento llamativas ideas esperando  les sirvan  de protección: derechos humanos, patria, democracia, libertad, religión y tantas otras Causas disfrazadas de nobles que así parecen justificar el empuñar el fusil contra un semejante o llevar a cabo un genocidio calculado contra inocentes.

Y si las guerras son malas, ¡qué decir de las post-guerras! Hambre, miserias miles, enfermedades, dolor del vencido, humillaciones sin cuento para familias enteras, la lucha por sobrevivir, y la represión del vencedor cuya espada se afana en  cortar la cabeza durante mucho tiempo a aquellos que fueron señalados como insurgentes, aunque el verdadero insurgente fuese el ahora vencedor, que se dedicará a desfigurar la verdad histórica como le plazca y convertirla con sus medios de comunicación  en materia informativa y con sus pedagogos en asignatura escolar.

Es nuestro país, la post-guerra fue una masacre contra indefensos vencidos. Si las paredes de los cementerios y cunetas ocultas de viejas carreteras tuviesen voz, ya hace tiempo que el exiliado juez Garzón tendría una completa lista  que podría haber hecho posible la justicia, restituir la memoria y el buen nombre, y decir quién es quién en cada caso, pues muchos de los “desaparecidos” ni siquiera tenían idea  de por qué fueron fusilados, y a muchos otros se les dictaron sentencias por tribunales militares  previamente firmadas antes del juicio. Por  no hablar de la burla cruel  y exenta de la mínima piedad de las conmutaciones de pena de muerte que llegaban calculadamente tarde a las familias tras haberse ejecutado la sentencia. Así que todos esos nombres deben ser rehabilitados públicamente lo mismo que lo fueron los del otro bando, expuestos en todas partes como”caídos ejemplares”… ¿Y los demás? Ahora es el turno de los demás, y -por qué no- el turno de los pueblos. No para revanchas, sino para hacerse oír y hacer valer la verdad histórica, y cambiar su rumbo.

Ante la memoria histórica en España – encorsetada o manipulada por unos y otros, -no hay duda que   debemos ser respetuosos con los sentimientos del familiar que quiere recuperar los restos de sus parientes;  está bien que reivindiquemos su memoria y la  rehabilitemos públicamente. Sería buena medida en mi opinión que   las fosas comunes se convirtiesen en monumentos funerarios con nombres propios y un cartel explicativo y ejemplarizante; que en cada Ayuntamiento y parroquia se expusieran públicamente  las listas de las gentes de ese lugar asesinadas por unos u otros, pero presentadas como lo que fueron: víctimas de la barbarie, de la ignorancia, del odio,  del fanatismo fratricida, de la intolerancia política y religiosa: del  desamor. Sería bueno exponerlos como ejemplo de lo que nunca debería repetirse porque no mereció la pena la muerte de ninguno de ellos para que a fin de cuentas vivieran muchísimo mejor los instigadores y sus esbirros.

Han pasado muchos años, y si hemos de reivindicar algo perdurable de justicia histórica, que sean sentimientos de perdón, de tolerancia, de amor y de hermandad para que nunca, nunca más, pueda repetirse algo semejante por las generaciones siguientes. Tenemos que conseguir para el futuro evitar que las ideas maten .Aquí hay mucho trabajo por hacer desde la propia familia a las escuelas y en uno mismo, para no  caer jamás en peligrosos maniqueísmos, o en ideas de exclusión al semejante como racismo o xenofobia.

Y si somos creyentes, recemos por los que se fueron de tan doloroso modo, porque eso sí que les sirve de verdad. Es más: es lo único que les sirve. No podemos olvidar que existe una Ley más alta que la de los hombres, y está escrita en la conciencia de cada uno, a la que a la postre  tiene que rendir cuentas…

Ojalá que la guerra contra Libia haya sido el último capítulo del crimen organizado de las potencias occidentales y que nunca pueda llevarse a cabo lo que se pretende en Siria e Irán, no porque el que esto escribe piense que sus gobiernos son bondadosos, – ¿existe alguno acaso? – sino porque cada país tiene que solventar sus problemas lo mismo que cada familia los suyos sin que vengan los vecinos a invadir, dividir, atar y dominar sobre unos y otros.

 

 

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.