Cultura

Una lectora nada común, de Alan Bennett

Allan Bennett
Una lectora nada común
Traducción de Jaime Zulaika
Anagrama, 119 páginas

Cuánto me gustaría que esta ligera crónica pudiera influir modestamente en los políticos españoles y así se decidieran a leer esta novela de Alan Bennett.

Casi una utopía por mi parte es lo que deseo, pero que por eso no quede. Porque resulta ser una lectura que entretenida e interesante, y a la vez crítica algo, primordial que no debe faltar en la buena literatura. Además se lee en un abrir y cerrar de ojos dejándole al lector una agradable invitación a meditar sobre las cosas corrientes y molientes de esta vida que van unidas la razón de seer. Esas que cada vez menos se valoran. Se trata de una novela corta cuya trama provoca una grácil manera de analizar las altas esferas al mismo tiempo que reparte ingenio con agradable sentido de humor estimulante que, para suerte y placer del buen lector, siempre suele ofrecer a través de los tiempos buena parte de la literatura inglesa. La historia que se narra ofrece agradable encanto interpretado por una protagonista de muy primer orden: Hablamos de su Majestad la Reina de Inglaterra.

Que la reina de Inglaterra en una cena protocolaria le pregunte al presidente de Francia si ha leído a Genet, mientras el presidente galo, busca desesperantemente con la mirada a su ministra de Cultura, resulta sorprendente. Algo que debe entenderse como poco usual, pues difícilmente se puede concebir un presidente francés que finja leer por simple apariencia ante lo ciudadanía y mucho menos no conocer a Genet, recordemos dos reconocidos políticos de ideas y militancias rivales en una Francia culta y rica en literatura por herencia y revolución. Me refiero a Pompidou y Mitterrand, advirtiendo que la lista se puede considerar bastante rica en el país de Voltaire. Aunque sin género de ninguna duda esté exponiendo ejemplos de un tiempo vivido, que poco tiene que ver con el actual la clase política actual que solo habla y miente de la situación económica estando atento a la batuta de lo que dirigen y dominan el cotarro..

Pero volviendo a la novela tenemos a su Majestad Isabel II, que como suele ser normal en esas alturas no leía literatura, dado que una cosa es un político francés, que también lo podemos encontrar en Inglaterra o Alemania, claro que en este último país, a cierto nefasto personaje le dio por escribir Main Camp provocando la más sangrienta tragedia que cubrió a Europa de llanto y luto en el siglo XX y que heredaron las siguientes generaciones. Así que la reina, un día sin lluvia en Londres, siente cómo ladran sus perros favoritos en el jardín. Inquieta, baja a ver qué ocurre y andando por la trasera del palacio, por donde está la puerta de servicios de las cocinas, lugar jamás visitado por tan alta dama, se encuentra con el bus de la biblioteca ambulante del municipio de Westminster aparcada junto a los cubos de basura.

Y al lado, un pelirrojo piche de cocina enfrascado en la lectura de un libro. Como guardar las formas es lo primero, la Reina saluda al bibliotecario y a su pinche. Se informa de lo que leen y por cortesía y educación decide sacar un libro para ella, algo que es un honor para tan modestos servidores. Aquí comienza la gran e inquietante aventura de una reina que se inicia en el placer de leer -cosa insólita según cuenta el narrador- y que no solamente se deleita con la magdalena de Proust y el ya nombrado Genet que puso nervioso al político galo, permitiéndose además catalogar de muy pesadas las últimas novelas de Henry James, mientras le encanta Thomas Ardy y los clásicos.

Y es esta apasionada pasión tardía por la lectura la que le hace cambiar sus comportamientos y protocolos, utilizando análisis propios y no dictados, así como descubrir en sus cincuenta años de reinado como sólo el legendario primer ministro Mac Millan ha sido el único político lector. Algo que le lleva a ver con claridad que con dicho panorama las cosas no pueden ir bien del todo en Inglaterra. Comedia con el más fino humor anglosajón, crítica y aguda sobre el poder político y mediático frente al poder y la realidad de la vida cotidiana. Sinceramente, merece la pena apagar el móvil, no ver los telediarios, nada de amistades y Factbook. Preferible abordar esta rica parodia de una casi realidad de estos insulsos y mentirosos tiempos que nos hacen vivir la plebe política y sus amos los banqueros.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.