Cultura

Una simple reflexión

Día gris, pero sereno mi espíritu, me pongo a escribir y con sinceridad no sé que expresar, me estoy dejando llevar, a ver qué sucede.
Hoy continúo en un estado que no conocía, en paz y serenidad, comprensivo y abierto a entender a los demás y sobre todo, decidido y seguro de mí mismo.
Momentos de cambio en el mundo, al menos eso dicen, aunque yo creo son momentos en los que a los seres humanos se les está retratando. Esta crisis está poniendo en evidencia las carencias y falsedades en que vivimos, rodeados de mentiras y poseídos por un estado de lujuria permanente, querer tener más, más y más, ser mejor que el otro, no importa el cómo, amasar bienes a toda costa pues es sinónimo de felicidad entre comillas, como dirían en mi pueblo: “se nos está viendo el plumero”.
¿Qué sociedad hemos creado? No se, no comprendo, puedo ser crítico con esto porque un día yo pertenecí a la manada, pero una bendita equivocación en mi vida me hizo ver las cosas de otra manera y ahora no me gusta nada esto.
Me doy cuenta de que todos tenemos carencias y las tapamos con hipocresía. Nadie es perfecto, esto es como un carnaval en el que todos vivimos con la careta puesta.
Y el bueno que diría yo, ese no interesa, solo nos gusta seguir al gracioso, al ocurrente, en fin que consideramos líder al espabilado y para colmo, lo ensalzamos, tenemos tantas carencias que solo nos fijamos en el que destaca por listo y claro, a ese queremos parecernos. Qué vacíos estamos, hay algo más en esta vida, no solo esto que nos muestran a diario como queriendo alinearnos con no se qué, ¿o estamos ya alineados? Quién sabe, quien más tiene hoy en día es mejor y si no, a criticarle que eso no cuesta dinero. Madre mía, qué orejeras de burro tenemos puestas. Nunca estamos contentos con nada.
Culto al dinero, sociedad de consumo, tiranía de los ricos… Nos hemos vuelto de una idolatría profunda y que es muy difícil de extirpar, así nos está yendo a todos.
Ahora, que no hay para todos, vienen los lamentos y ¿dónde estábamos antes?, con la barriga llena quién se acuerda del hambre. Devoramos esos escritos de personas que se dicen espirituales, repitiéndolos como papagayos enseñados, pero que no sentimos y muchas veces, ni entendemos. Leemos libros de autoayuda para volvernos mejores, eso decimos, y yo me pregunto ¿cuando queremos ser mejores es porque antes hemos sido peores?, ¿no? Que alguien me lo explique. Queremos huir de los problemas, problemas que nosotros mismos hemos creado, eso si, rezamos solo cuando le vemos las orejas al lobo, cuando no bacanal, vivo para mi, claro, claro. Qué complicados somos, nos devoramos unos a otros y a veces, sin ninguna piedad. No se salva nadie. La bondad y la caridad, y qué decir de la humildad, nos pillan muy lejos, pero que muy lejos, eso para otros.
Mientras nos interese alguien muy bien, pero ¿cuando no? ¡Amigo, cuando no! Prefiero no explicarlo, fingimos tanto que ya no sabemos hacer otra cosa. La puerta de atrás de esta sociedad no nos gusta abrirla y menos que nos la abran, mejor vivir en la ignorancia, bueno ignorancia entre comillas, porque todos sabemos lo que hay, pero no queremos verlo.
En estos momentos competimos por decir lo más bonito que se nos ocurra, queremos que nos vean como profundos y ocurrentes, grandes frases vacías de contenido y significado, pero que a todos nos parece que el que la dice es sabio, profundo y espiritual, ¡jajajajaja!, me río de muchos que se sientan a pensar lo que decir o escribir. Si escuchas a tu corazón todo te fluye sin más, pues no buscas reconocimiento, sino que expresas sentimiento. Más tiempo para la caridad y la humildad y dejémonos de hacernos los listos sobre todo, pasarnos de listos.
Señor, Señor, si uno te escucha, la mayoría te da la espalda, ¿cómo cambiar esto? No sé, lo que sí sé, es que cuando se cambia de verdad, se acercan a tí los sinceros y no los mentirosos, al menos este es mi caso, huelo a los mentirosos a la distancia y eso es obra tuya.
En estos momentos en los que la mayoría vivimos pensando en el que dirán, los que te reconocemos y no nos avergonzamos de ello somos tontos o ilusos. Ahí es donde se ven los verdaderos cristianos los que dicen: “creo en Jesús, y no me avergüenzo”, pero tener que decir esto, ¡menuda sociedad de extremismos y odio, qué obtusos somos! No es tan difícil leer Tu palabra y reflexionarla.
Pararse a reflexionar hoy en día. ¿Se puede hacer esto si actuamos por instinto como los animales? Pues creo que sí, reflexionar la Palabra del Señor y tantas cosas cambiarían, pero en fin ,continuaremos predicando y no imponiendo, el que quiera escuchar que escuche y el que no, pues todo se andará.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.