Sociopolítica

¿Sirve para algo protestar, “movilizarse”?

Hace varias semanas acudí a una conferencia/coloquio que tuvo lugar en el Ateneo de Badajoz, con proyección previa de un documental, en el que los tres coautores del libro “Hay alternativas”, Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa (éste último miembro del Congreso de los Diputados en representación de Izquierda Unida)  hablaban de que “otro mundo es posible” y que “hay alternativas”…

Me parece necesario precisar que según los diccionarios, “alternativa” significa la “posibilidad de elegir entre opciones o soluciones diferentes”.

Pues bien, después de oír tópicos y más tópicos, dogmas y más dogmas, consignas y más consignas, todos ellos del tipo: el capitalismo es el Gran Satán,… el neoliberalismo es absolutamente injusto, perverso, genocida, contrario a la conservación del “medio ambiente”, el capitalismo es contrario a la democracia, los ajustes y recortes pretenden “acabar con todo”, hay que conservar el estado de bienestar, pretenden acabar con los “derechos sociales”, los  “derechos de los trabajadores”,… debemos movilizarnos para acabar con el actual sistema, injusto, patriarcal (sí, claro, no podía estar ausente del “debate” la denominada perspectiva de género, ¡faltaría más!) y bla, bla, bla…

Olvidaba decir que los tres coautores también dedicaron un largo rato a elogiar a quienes se dicen miembros del denominado movimiento15 M, “democracia real ya”… y demás “alternativos/antisistemas”…

¡Ah, el evento que recogía el documental, tuvo lugar en un local de Madrid, del sindicato “de clase” Comisiones Obreras, que como todo el mundo sabe es especialmente “independiente” y se nutre exclusivamente de las cuotas de sus afiliados!

Una vez iniciado el coloquio, las intervenciones, todas sin excepción, fueron en la misma dirección que los que habían presentado el libro en el documental (olvidaba decir que el panfleto está prologado por el famoso lingüista Noan Chomski) aderezadas con proclamas que parecían extraídas del Manifiesto Comunista de Carlos Marx…

Ni que decir tiene que me sentí como si hubiera sido transportado por alguna máquina del tiempo a finales del siglo XIX. No salía de mi asombro, cada minuto que pasaba estaba más y más perplejo…

Así que decidí intervenir y preguntar que cuál o cuales eran las “alternativas” que el libro y sus autores ofrecían (también tuve la ocurrencia de señalar que los autores y quienes los acompañaban en el acto de presentación del libro, son en su mayoría parásitos sociales, gente que no realiza ningún trabajo productivo, y que son los menos interesados en que algo cambie… ni que decir tiene que por poco me linchan) entre gritos de indignación e insultos, tales como que lo que yo estaba diciendo era “demencial”, alguien me dijo que las “alternativas” del libro eran más de cien… 115 exactamente, todas medidas intervencionistas, a cual más “creativa”, tales como la ocurrencia de “crear un gobierno mundial” (según parece los autores del libro, y sus entusiastas seguidores, acaban de descubrir las ideas que Platón expone en “La República”, sobre un posible “gobierno de los sabios”)

Previendo que lo que cuento pudiera acontecer, yo ya me había cuidado de echarle un vistazo al librito de marras, para poder interrogar (llegado el caso) a los presentes y preguntar “qué alternativa, qué soluciones plantean los autores”, y sobre todo “cómo se hace todo ello, de qué manera, por qué procedimientos…”

Por supuesto, todos ellos hablaban de “movilizarse”, de salir a la calle, de armar follón, de algarabías… de protestar…

Y yo me pregunto, y le pregunto a quien quiera contestar, ¿Protestar para qué?

Pongamos por ejemplo las “movidas” organizadas en el mes pasado para rodear el Congreso de los Diputados enla Capitaldel Reino. Para empezar, hay que decir que tanto la protesta del día 25 de septiembre, como las de los días siguientes han sido continuos fracasos (independientemente de la mayor o menor asistencia) pues ¿han servido para “algo”?

A poco que uno lea algún periódico, o revista, o ponga la radio acaba concluyendo que el actual Gobierno de España o no sabe qué hacer, o no tiene programa, o está improvisando, o ¡Vete tú a saber! El caso es que apenas existen motivos de alegría en el día a día de los españoles… Pero ¿para qué protestar, qué se supone que deseamos que cambie…?

A estas alturas protestar está chupado. ¿O no?

Quienes organizan o convocan manifestaciones hablan de que hay múltiples razones para protestar (para el 14 del mes que viene ya están organizando otra protesta, esta vez con el ampuloso nombre de “huelga general”)

Están quienes piden que se realice un referendo para que el Gobierno del PP consulte a la “ciudadanía,” acerca del cambio de rumbo que ha efectuado el equipo de Mariano Rajoy, ya que entienden que está incumpliendo su programa de gobierno, y por consiguiente, engañando/traicionando a sus electores, pues, según ellos, Mariano Rajoy está haciendo lo contrario de lo prometido, y sus electores no le han dado carta blanca para tal cosa…

También están los que piden que se inicie un “proceso constituyente”, (hemos de suponer que consideran que el “régimen del78”ya ha demostrado sobradamente su ineficacia, aparte estar aquejado de corrupción y otras maldades) pero lo piden sin explicar exactamente por qué ni para qué…

 Generalmente las Constituciones suelen ser un documento maravilloso (no digamosla Españolade 1978, la del “consenso”,… de aquellos polvos vienen estos lodos, o sea, para víctimas dela Logsey demás leyes educativas “progres”: La mayor parte de los males que se padecen son la consecuencia de descuidos, errores o desórdenes previos, e incluso de hechos aparentemente poco importantes) pero, en realidad bien poco tienen que ver con los derechos y libertades individuales, y la justicia social del país. Las Constituciones suelen convertirse en papel mojado, en declaraciones retóricas vacuas, si –como es el caso de España- el gobierno de turno posee capacidad de decidir en función del nivel de desgaste y de las antipatías que pueda suscitar en sus potenciales electores; lo cual no suele suceder cuandola Constituciónde un país deja a los derechos individuales fuera del alcance de las autoridades públicas, cuando en la norma fundamental la capacidad de decidir y actuar del poder político queda seriamente restringida.

Así es como los ciudadanos pueden, de forma segura y adecuada, estar de acuerdo en acatar las decisiones del voto de la mayoría, dentro de esa esfera limitada. Las vidas y los bienes de las minorías o de los que disienten nunca se cuestionan, nunca están en riesgo, no dependen del voto y no están amenazados por ninguna decisión que pueda tomar la mayoría; ninguna persona y ningún grupo poseen carta blanca para poder actuar contra los demás.

Desgraciadamentela Constitución Españolade 1978 permite (además  de otras tropelías y arbitrariedades caciquiles y oligárquicas) que el partido que gana las elecciones, considere “criterio legítimo” los deseos, el capricho colectivo –de quienes dice representar- en todo lo concerniente a los asuntos políticos,  lo cual abre la puerta a actitudes “depredadoras” –según ellos para atender a los intereses generales- a la vez que se arrogan el “derecho” a subyugar, esclavizar, discriminar, o dar trato de favor , según el caso.

Da igual el número de derechos/deseos que se incluyan en la “Ley Fundamental” (o lo que algunos ignorantes llaman “carta magna”) cuando quienes poseen la potestad de decidir el nivel de gasto son los políticos que ganan las elecciones.

Hay gente que olvida que dan igual los cambios que se introduzcan enla Constitución(la de 1978 dice que todos tienen derecho a trabajar, o a la educación, o a la vida, o a una vivienda digna… por poner que no quede) es como si se decidiera, pongo por caso, introducir enla Constituciónque los dragones existen, no por ello dejará de ser una necedad.

Las restricciones y recortes presupuestarios y la aritmética seguirán existiendo, pese a lo que digala Constitución, y más mientras el estado mastodóntico creado desde 1978 para acá siga ahí, sin ser desmantelado, y se siga recaudando menos de lo que se gasta. Si no hay dinero, no hay proceso constituyente que valga.

Mención aparte merecen los perroflautas del 15-M, y sus sucesores, aquellos que piden “democracia real ya”. Evidentemente, también piden más intervencionismo, más gasto (olvidan por supuesto, que nada es gratis, y que de algún sitio tiene que salir el dinero, claro que eso no parece importarles demasiado, desde el momento en que no sale de sus bolsillos y si de los de la clase media) por pedir que no quede, a este paso acabarán pidiendo paella para todos y de postre helado de chocolate…

El problema de España no es acerca de cómo tomar decisiones, el problema de España es que llevamos más de una década en la que quienes tienen capacidad de decidir, optan por decisiones estúpidas.

Ni que decir tiene que un sistema de listas abiertas (por más que algunos lo repitan de vez en cuando, y sobre todo a pocos días de cualquier elección, y posteriormente para justificar su escaso éxito en cada comicios que se convoca) nos hubiera salvado del desastre es pecar de incautos,  de una ingenuidad pasmosa, especialmente si tenemos en cuenta que naciones como Portugal, Grecia e Irlanda poseen un sistema electoral de listas abiertas, y también están en un atolladero. La ley electoral española es una chapuza irrepetible, pero carece de sentido atribuir a la ley electoral la causa de nuestra caótica situación o decir que la ley electoral es la culpable de la perversidad y corrupción de la casta parasitaria.

A estas alturas afirmar que Mariano Rajoy, Montoro, Arturo Mas, y otros de la casta parasitaria nos están fastidiando la vida porque son unos perversos sádicos que disfrutan actuando con crueldad, y que disfrutan con los recortes injustos y brutales (y más que nos llegarán) es una absoluta estupidez, la razón de todo ello está en que no hay nadie que esté dispuesto a prestarnos un euro.

Se suele decir que los políticos no escuchan, y más bien es todo lo contrario, están haciéndoles demasiado caso a los manifestantes, y lo llevan haciendo desde hace muchísimo tiempo. El problema está en que “la calle” pide reformas estructurales, y en eso si que no están muy dispuestos a escuchar, pues sería “suicidarse” como casta política parasitaria.

Evidentemente no están dispuestos a cambiar la organización territorial del Estado, o la forma de financiación de las diversas regiones,  o a meterle mano al sector energético, o hacer una reforma laboral medianamente decente, o eliminar los privilegios de los colegios profesionales, o eliminar trabas burocráticas inútiles, o promover la innovación y el crecimiento empresarial en lugar de seguir subvencionando estúpidamente a las dichosas PYMES.

Cada vez que el actual gobierno (como los anteriores) ha tenido la osadía de anunciar una tímida y minúscula reforma en cualquier sector, hemos tenido de inmediato como respuesta una bronca por parte de los posibles afectados,.. Y como consecuencia una vergonzante rendición del gobierno o una nueva chapuza que no vale para nada.

A nadie se le escapa, si está medianamente informado, que la situación que sufre España es calamitosa, nuestra economía está necesitada de urgentísimas y profundas reformas, conditio sine qua non para volver a crecer, aparte de enderezar las cuentas públicas. El quid de la cuestión es que esas reformas son “política y socialmente incorrectas” y electoralmente costosas, motivo por el cual los padres de la patria procuran evitarlas y aplazarlas a toda costa.

Es hora de regeneración, es hora de que un cirujano (o un equipo médico de urgencia) haga algo, y lo haga ya, sin más aplazamientos. No caben más aplazamientos, no caben pretextos de ninguna clase, el pueblo español no se lo merece; no podemos seguir aceptando, como si fuera inevitable, de forma fatalista aquello de “tenemos los gobernantes que nos merecemos” ¿Acaso hemos hecho algo por lo que tengamos que purgar, o tal vez nuestros ancestros? España necesita reformas, sean de derechas o de izquierdas, pero necesita profundos cambios.

El Partido Popular no puede seguir defraudando a la mayoría de los que el 20 de noviembre del año pasado votaron cambio, una profundísima regeneración que debe ir más allá de pequeñas y temerosas reformas; sería imperdonable que el partido de Mariano Rajoy se limitara a apuntalar el sistema sin ir a la raíz de los problemas.

 Mariano Rajoy debe de actuar a la manera del “cirujano de hierro” del que nos hablaba Joaquín Costa en “Oligarquía y Caciquismo como forma de Gobierno en España”, empezando por desmantelar el “estado autonómico” y todas las demás instituciones despilfarradoras.

¿Se atreverá Mariano Rajoy  a convertirse en el “cirujano de hierro” que la actual España necesita?

Si el equipo de Mariano Rajoy no aprueba las reformas que España necesita, más pronto que tarde acabarán viniendo de Bruselas a imponérnoslas, pues no olvidemos que nuestros acreedores –al menos de momento- no han renunciado a cobrar las deudas que se les deben, y es de suponer que no vendrán con la intención de “curar/arreglar el país” (Aunque ¿Quién sabe?)

Así que pocas opciones nos quedan, solo esperar a que España se convierta plenamente en un protectorado, y desalojen de las instituciones  a la pandilla de golfos que nos mal-gobiernan, tal vez “eso” conduzca a España a un periodo realmente constituyente, de ruptura con las formas caciquiles y oligárquicas como forma de gobierno, y acabemos finalmente homologándonos con los regímenes políticos más avanzados y las naciones más prósperas de nuestro entorno cultural… Mientras tanto, las algarabías, los alborotos, las movilizaciones más o menos multitudinarias, de poco o nada valen, más allá de expresar el “legítimo derecho al pataleo”… Así que ¡Paciencia, y a esperar que los europeos se decidan a “intervenirnos” plenamente, pues de facto ya lo estamos!

 Y, esperar que no les presten más dinero a los manirrotos y golfos que actualmente nos mal-gobiernan.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.