Cultura

Princesas de aquelarre y otros relatos eróticos, de José de Zamora

princesas-de-aquelarre-y-otros-relatos-eroticos-9788484727064Princesas de aquelarre y otros relatos eróticos. José de Zamora.

Editorial Renacimiento.

“El cumplimiento de una frivolidad es lo único que hace disculpable la vida […] Belkis cruzó perezosamente los brazos detrás de la nuca. Su busto perfecto se mostró en todo su esplendor, y uno delos senos, medio velado por los encajes, parecía una luna sonrosada entre nieblas de plata”.

Página 37.

“La vaga claridad crepuscular y como submarina que se filtraba a través de las hojas de las acacias y de los cristales verdosos, iluminaba apenas la inmensa estancia, fundiendo todos los matices en una gama de grises y negros de aguafuerte romántica”.

Página 44.

Nos encontramos ante una magnífica labor editorial que ha cuidado el libro que nos ocupa tanto como el criterio a la hora de resucitar a un autor a quien el olvido había castigado duramente. Quizá por su aparente frivolidad, a veces digna de guion de –buena- revista.

Hacía tiempo que no encontrábamos un volumen tan divertido, tan agudo, tan locuaz, tan ligero y hondo a la vez; tan fácil de leer y sin embargo tan acicalado. José de Zamora, del entorno de Hoyos y Vinent y Retana, amigo de Tórtola Valencia, fue figurinista y dibujante, pero también se atrevió con la pluma y lo hizo con inteligencia, con tino, con exquisitez.

En este caso la editorial Renacimiento ha rescatado sus cuatro novelas cortas, tan distintas entre ellas, aunque bien unidas por un mismo estilo, un estilo que recuerda a Hitchens (y sus ecos del gran Wilde); a veces al humor de Jardiel Poncela; y siempre al tono sicalíptico propio de unos comienzos del siglo XX, irrepetibles y locos (en el mejor sentido del término).

De las cuatro novelas que componen el volumen, la primera, “Princesas de aquelarre”, tiene un cariz especial, único, cercano al modernismo de Leopoldo Lugones y “El vaso de alabastro”; al simbolismo y preciosismo de “À rebours” de Huysmans; al malditismo exótico de la “Salomé” de Wilde… Hay en esta historia una tristeza mundana, pero un detallismo y un gusto por el pasado muy propio del Modernismo. La sicalipsis, aunque presente, es atenuada por el misterio que subyace a la protagonista, vestida con trajes de época (disfraces), que el protagonista –un pintor en época de reposo- tiene consigo en su estudio. ¿De dónde ha salido la dama con su encantamiento, con su ¿terrible? historia que no quiere contar? No le falta a la narración ese momento en que los amigos mundanos del pintor le rinden una visita y hablan (critican) de la realidad social y los chismes del mundillo artístico en que se mueven. La sátira de José de Zamora es notable.

“Los cabritos” es, en cambio, una obra plenamente sicalíptica, donde se trata, con un humor y una mala leche envidiables, el tema de las y los “mantenidos”. Una bailarina de las mejores noches de Madrid, todo plumas y vestidos de París –si bien vive en una pensión- es invitada por un admirador a su hotel de Ávila ciudad. Ella decide retirarse del mundanal ruido… pero llevarse consigo a un guapo amante, que aún no conoce. Tiene tan sólo una tarde para elegirlo. Así arranca esta divertidísima obra en la que la homosexualidad del autor queda patente en un sensual fragmento en el que se canta, con plasticidad de pintor, la belleza de unos muchachos rurales.

“Y aparecen, en un remanso, un tropel de caballos piafantes, espumosos los belfos, contenida su fuerza por la de los mozos, desnudos y musculosos, morenos en el sol esplendoroso que acusa el relieve de sus pechos, de sus vientres, de sus brazos de bronce… Salta el agua luminosa y resbala sobre los hombres y las bestias, y se diría, en el fondo de esmeralda, un maravilloso friso griego viviente…”.

Página 157.

“Farsa” se aproxima, en cambio, a un análisis social de la época y daría perfectamente para tema de una obra de teatro. El teatro dentro del teatro. El teatro de la vida. Una actriz se retira de la escena al casarse con su rico esposo. Ella está dispuesta a cumplir su papel de dama respetable, aunque las mujeres de los amigos de su esposo no estén dispuestas a aceptarla como una igual. Sin embargo el entorno le demostrará que la farsa es idéntica dentro y fuera del escenario y las bambalinas igualmente sucias y desordenadas.

“-No estoy enamorada de mi marido y, por lo tanto, no veo con qué motivo podría engañarle…”.

Página 199.

Para terminar “La señora que dio a luz un Citroën” es tan divertida como alocada, tan sicalíptica como crítica con una sociedad pobre, aprovechada, maloliente y desbaratada que se basa en el engaño y el deseo… A veces, su despropósito parecía una combinación entre Ramón Gómez de la Serna y el mencionado Jardiel Poncela.

Ni qué decir tiene que estamos ante un estupendo libro; una lectura deliciosa, atrevida pero jugando al doble sentido (muy cuplé); inteligente, audaz, ingeniosa; muy dada al comentario preciso en el momento adecuado; una Literatura con diálogos de un mundo muy mundano que quiere ser exquisito pero las más de las veces es sólo la mediocridad rozando un sueño. Crítico por tanto, pero sin renunciar a la risa. Un rescate de las garras del olvido que no podemos sino celebrar y celebrar. Para colmo de alegrías viene precedido por un certero prólogo de Luis Antonio de Villena, experto en la época y el tipo de Literatura.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.