Sociopolítica

Democracia o Libertad

Muchas veces sabemos más de los términos y conceptos por sus antónimos que por su definición. Este es el caso de la democracia cuya contrario natural es la libertad. Para un análisis comprehensivo de la democracia se requiere ponernos en situación y fijar el norte y el sur; sin saber su antagonista se hace confuso hablar de la democracia. La democracia representa la voluntad de la mayoría, la cual iguala a la justicia y a la razón; esto es, “algo es justo porque lo dice la mayoría” y a la pregunta ¿por qué es justo? Se responde repitiendo la consigna “porque lo dice la mayoría”. Por tal razón, países democrática es la abolición de la pena capital, en países donde la legitima la mayoría pasa a ser justa y viceversa sin razonamiento ni reflexión ninguna. Dicho lo cual la democracia no es un régimen portador del estandarte de los derechos humanos per se; puede ser portador de ellos casualmente si la mayoría los respeta mas si no es así, no. En todo caso, es concretable, que supone la dictadura de las mayorías. Como muchos de África, otros de Latinoamérica o de Asia, siendo democrático y con sufragio universal pueden terminar, y de hecho son, regímenes contrarios al extremo a la libertad o a los derechos humanos. Más aun, si uno de los debates, y aspiración

Por otro lado las democracias impiden el libre ejercicio de la voluntad política. Las democracias para ser gobernables deben respaldarse de dos partidos normalmente parecidos, los que pueden tolerarse y alternarse pacíficamente. Si, en España, pudiera suceder que gobernara un partido afín al comunismo y le sucediera uno afín al liberalismo: España se convertiría en un caos. El primero nacionalizaría casi toda la industria y los medios de producción y planificaría las vidas de los ciudadanos mientras el segundo atajaría el sector público discrecionalmente rompiendo toda estructura previa. Un país no puede sostenerse con vaivenes de tal naturaleza. Así, el efecto es el aplanamiento de los ideales políticos dejando una suerte de residuo ideológico centrista; centro-izquierda y centro-derecha, con más semejanzas que diferencias.

Foto: fabdango

Uno de los efectos positivos, ampliamente aceptado, es el de los servicios universales y de bienestar provistos por medio de la expropiación de las rentas directa o indirecta.  La democracia, de nuevo, por sí misma no provee, ni es el vehículo, de estos servicios básicos. Si en una democracia podemos tenerlos, como la española, es porque los productores de rentas españoles pueden permitirse pagar 2850€ anuales a la sanidad española y una cifra similar a la educación. Si no pudieran cargar con estos costes sería evidente su imposibilidad. Por tanto, nada nos dice que, si somos así capaces de sufragarlos, no podamos hacerlos de la misma forma por nosotros mismos al contado o por cuotas – no impuestos- o bien que puedan proveerse por un estado con otra forma de gobierno.

Además de esto existen otros logros de la democracia que no suelen achacársele a ella. Los votantes y sus representates han optado varias veces a lo largo de la historia por enzarzarse en guerras gozando del beneplácito de la opinión pública. No merecen cuestionamiento. Son justas, refrendadas por la mayoría. También las medidas de los gobiernos democráticos están y han estado generando paro al por mayor y persiguiendo a las personas que, autonomamente, querían ganarse la vida en algunos trabajos, para las instituciones democráticas, ilegales -trabajo en negro-. En este caso, es de resaltar pues, la voluntad de la mayoría en aprobar medidas para la persecución de las personas que se ganan la vida así y la prohibición y obstaculización en otros casos al trabajo: no puedes trabajar por menos de tanto por mes, no puedes usar tu garaje como tienda, no puedes montar sin licencia tu empresa de distribución usando tu furgoneta, no puedes usar tu piso como lugar de fiestas por entradas, no puedes alquilar tu casa bajo ciertos supuestos, no puedes vender productos por las calles a aquellos que voluntariamente los compren, etc. Se puede decir que la voluntad de las mayorías ha sido clave en el récord del paro y bajada de producción. Si tales medidas no fueran aceptadas por la mayoría popular, desde luego, habría más articulistas críticos escribiendo sobre este asunto y seguro que muchos manfestantes en las calles clamando porque les dejaran usar sus cobertizos, garajes, terrenos y segundas casas para sus fines comerciales y producción.

Brindando por las maravillas de la democracia se me ocurre hablar de la libertad. Un régimen de libertad se ha implantar bajo un imperio rígido de la ley, la cual garantice y sea coherente con la causa de la libertad. Por tanto se precisa de una constitución o algo parecido y unas instituciones que las ejecuten. Realmente el continente es irrelevante, lo importante es el contenido. Si fuera una monarquía pero el rey se encargara de cumplir con la ley y no modificarla valdría igual que si fuera una república presidencialista con solo poder de Jefatura de Estado y justicia en el gobierno pero ni ejecutivo ni legislativo: las leyes han de cumplir con la garantía de la libertad ¿Qué sucede a continuación?  Las personas se gobernarían enteramente a sí mismas. No sufrirían de la alienación de ceder una gran parte (ahora el 50%) de su producción al gobierno y, por consiguiente, no serían explotados por él. La sociedad civil vería la urgencia de organizarse por ella misma y proveerse los bienes y servicios que precisa sanamente en virtud, cada cual, del uso inevadible de la libertad. Cada cual actuaría con plena consciencia sobre su cuerpo. Si alguien no decide estudiar, tendrá problemas para conseguir trabajo u obtendrá rentas sensiblemente más bajas pero los demás no pagaremos por su escasa o fallida predicción de futuro. No tenemos la culpa. Si alguien opta por drogarse no tendremos que cargar con los costes de su desintoxicación salvo que, en obra de caridad, queramos ayudarlo, y un largo etcétera; todo circundando la responsabilidad individual.

Otro modo, como corolario, es, simplemente, la extinción de la Jefatura de Estado y la institución misma. Quizás varias asociaciones se encargarían de las funciones, si se necesitan de verdad; e igual con la justicia quedando al desnudo la ley que rige por encima de todos en exacta igualdad. No se trata de utopía o no, esto es un arrebato analítico y posteriormente inductivo. Trata de construir bajo férreo razonamiento, y asequible, un nuevo horizonte. El objetivo es hacer reflexionar.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.