Cultura

Los Keys

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Fernando Gómez, guitarra rítmica, me citó aquella tarde en la Cafetería Pelayo. Y a las cinco en punto, ya estaba un servidor sentado en las afueras tomándose un cubata a la espera del músico que al parecer se había interesado en contratar a un cantante para su grupo.

A mí, por entonces, me apasionaban las voces negras. Quiero decir, que el blues, el rhythm and blues y, sobre todo, el soul eran mi catecismo melódico de aquellos tiempos. John Lee Hooker, Ray Charles y el inolvidable Otis Redding ejercían de ídolos en mi corazón de joven provinciano. Así que supongo que alguien o algunos le habrían soplado a Fernando que yo era el chaval idóneo para ocupar la plaza.

Y se me apareció el guitarrista: pelo aguado, chaleco sobre los hombros y zapatos resplandecientes. Nada que ver con el que escribe, cuyo atavío consistía en chaquetilla y pantalones vaqueros, colgantes al cuello, botas de cuero de Valverde del Camino y la correspondiente melena ondeando al viento que silbaba por la Gran Vía como si del Cañón del Colorado se tratara.

Ya no recuerdo de qué hablamos, ni en qué términos. De lo que sí me acuerdo es que, de buenas a primeras, me vi subido al pequeño escenario que había en los locales de la OJE. Los demás afinaban los instrumentos: José Roca, guitarra de punteo, ajustándose sus gafas de concha negra a cada momento; Pepe Bayo, que tocaba el bajo con púa, rascándose el bigote; Toti, el de Bacuta, a la batería y con cara de circunstancia. Que Gómez dirigía el asunto con el aval que le concedía ser miembro fundador.

Probé con un tema que lo tenía calcado: Get on your knees, de los Canarios. Y aquello, sin duda, gustó. Porque desde aquella misma tarde pasé a formar parte de los Keys, un conjunto de leyenda dentro del panorama musical onubense de los años 60.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.