Karma

Por si acaso

El Mulá Nasrudin, cuando vivía en Bagdad, pasó por muchas experiencias.

Foto: mknobil

Una vez se casó con una viuda rica y, a los pocos días, ésta dio a luz un rollizo bebé, de color más bien oscuro. Hay que recordar que el Mulá era, entonces, árabe de finos rasgos. Cogió su manto y se fue corriendo al mercado.

– ¿Qué buscas? – le preguntó su amigo Wali -.

– Pues todo lo necesario para matricularlo en la universidad de La casa de la Sabiduría, junto al Tigris, – le respondió impertérrito.

– ¿No vas un poco deprisa? – se atrevió a preguntarle Wali -.

– ¡Hombre!, si a la primera semana hizo un viaje de nueve meses, imagínate lo que será capaz de hacer ahora que ha nacido.

–  ¡Mulá, yo no veo que resida ahí el problema fundamental!, – exclamó su amigo -.

– ¿Dónde, si no? A la madre ya le di libelo de repudio, pero este rapaz medio negro, medio kurdo, me la puede liar en cualquier momento.

– ¿No se llevaba bien con los kurdos? – preguntó Ting Chang -, que, además, no son negros sino caucásicos.

– Él no se llevaba mal con nadie, lo que decía es que “se tropezaban con él mientras seguía su camino.”

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.