Sociopolítica

España, entre Dédalo y el ave Fénix

Reconozco que España, ahora mismo, no soporta relatos mitológicos ni mucho menos. Sin embargo, al igual que los mitos (a medio camino entre quimeras religiosas y rémoras culturales) surgieron para dar respuesta a situaciones embarazosas, de tanteo difícil y menor comprensión. Cuando todo parece caminar por la senda del desatino, el hombre necesita asir cualquier cabo que le lleve a encontrar un poco de luz, de aliento. Así, a través de los tiempos, han ido apareciendo -puede que gestando- rituales oferentes, actitudes; en definitiva ídolos e iconos salvadores. Cuanto menos piadosos.

Crátera de cálice que representa a Teseo matando al Minotauro, (s. IV a.e.), expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Foto: Becante

Crátera de cálice que representa a Teseo matando al Minotauro, (s. IV a.e.), expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Foto: Becante

Se cuenta que el rey Minos de Creta tenía encarcelado al Minotauro -por haber seducido a su esposa Pasífae- en un laberinto construido por Dédalo. A poco, este arquitecto, perdió el favor del rey y fue confinado también junto a su hijo Ícaro. Conocedor de la maraña, escapó enseguida. Como les era imposible abandonar la isla por tierra o por mar, muy vigiladas ambas posibilidades, Dédalo ideó componer unas alas de cera para escapar junto a su hijo. Ícaro (joven irreflexivo), pese a los consejos de su padre, ascendió demasiado y cayó al mar cuando el calor del sol derritió la cera con que había compuesto el artilugio alado. Feneció víctima de la insolvencia, del ofuscamiento.

El ave Fénix conforma un mito egipcio. Posteriormente pasó a la cultura griega y luego a la cristiana. Significa la muerte y resurrección. Se reduce, en palabras actuales, a renacer de sus propias cenizas. El bello animal, cada determinado tiempo, se quemaba dentro del nido por la acción del sol para resurgir pronto con más esplendor, si cabe.

Escultura de Bronce colocada no alto do edificio Fénix que da os Cantons da Coruña. Foto: jl.cernadas

Escultura de Bronce colocada no alto do edificio Fénix que da os Cantons da Coruña. Foto: jl.cernadas

Aprecio dificultades a la hora de trazar paralelismos entre personajes mitológicos y devenir patrio. La nación se encuentra en coma, no sé si inducido o a consecuencia de lesiones ocasionadas por gobiernos ineptos, incluso nacionalismos partidarios de una eutanasia general e irremediable. Esta piel de toro ancestral -a la que violaron fenicios, griegos y otros pueblos posteriores- madre de varias culturas americanas, encaja con Creta. A Minos, rey tirano, tornadizo, bien podría representarlo la casta política que nos gobierna y arruina. Dédalo toma cuerpo en quienes proyectan sacar a España del marasmo; desean superar el laberinto en que nos encontramos y de cuya cimentación fueron partícipes. El ave Fénix constituye la esperanza hecha fundamento de que, en el peor de los casos, España renacerá de sus cenizas.

Movimiento Ciudadano antes y ahora Vox quieren abandonar los presupuestos que rigen la vida política española. Convencidos del laberinto caótico, ininteligible, antidemocrático, que encarcela a la sociedad (y de cuya existencia, reitero, no son del todo ajenos) ansían, en apariencia con verdad y rigor, destruir el camino que lleva indefectiblemente al despojo ciudadano. Unos cuantos aventureros sinvergüenzas, huérfanos de todo principio ético, en menos de cuatro décadas han conseguido, blandiendo falso talante democrático, levantar un edificio maldito. Tras el ignominioso biombo intitulado “Democracia Española” se encuentra la cueva de Alí Babá. Sin asemejar ningún cuento de Las Mil y Una Noches, el país ha quedado convertido en un desierto donde sólo cabe esperar a que el genio de la lámpara consuma los tres deseos. He aquí la noble labor que les espera a ambos u otros alumbrados por el objetivo de servir a un pueblo anhelante y harto.

Uno, vertebral, sería que esta nueva savia política nutriera la conciencia ciudadana para desterrar usos, modos y personajes, llevándolos al ostracismo definitivo. Es hora de que la sociedad española tenga auténtico poder de decisión, directo, sin sufragar onerosas pignoraciones que le reclaman tácitamente estos buitres insaciables.

A renglón seguido, y como consecuencia, la desaparición del bipartidismo calamitoso. Los graves problemas nacionalistas que se otean en el horizonte son su peaje más notorio. PSOE y PP, salvando mayorías absolutas, han necesitado abusivos apoyos, no meramente crematísticos, de PNV y CiU. Listas abiertas (sin ser la panacea) y circunscripción electoral única (carece de sentido que diputados independentistas tomen asiento en el Parlamento Nacional) mitigarían manifiestas esclerosis del sistema. Evitaríamos, al menos, la partidocracia. Asimismo la mediocridad.

Soslayar tácticas que agudicen el viejo enfrentamiento entre las dos Españas colmaría el tercer deseo. Necesitamos una voluntad común, una percepción patriótica. Sabemos que toda división debilita y nos obstinamos en alimentarla cuando debiéramos demandar rudimentos que ponderasen el conjunto. Seguir por este sendero nos lleva a ahuyentar la enmienda política, económica e institucional.

Queda -como respuesta al individualismo beligerante, antipatriota, improductivo y absurdo- la postrera oportunidad de que España, cual ave Fénix, renazca con fuerza de sus propias cenizas. No caben ya paños calientes. Se percibe cercano el estado de ignición sin retorno.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.