Cultura

Triste San Valentín o las profundidades de Florida

Cine que muestra el lado más sórdido de la condición humana, algo que no por más cotidiano resulta menos molesto.

Fotograma de la película Blue Valentine de Derek Cianfrance

Fotograma de la película Blue Valentine de Derek Cianfrance

Blue Valentine, película dirigida por Derek Cianfrance, llegó a las carteleras españolas en febrero del año pasado, unos dos años después de su estreno en Estados Unidos.

El film, inscrito dentro del género del drama pero muy alejado de las fórmulas comerciales, no tiene muchas más pretensiones que la de trasladar al espectador una realidad nada infrecuente en las relaciones de pareja, y hacerlo desde la base de dos estupendas interpretaciones que nos arrastran inevitablemente al centro de gravedad de dos vidas en declive, dos personas que gradualmente se van distanciando a pesar de sus intentos por recomponer el amor.

Hace ya bastante tiempo que cuesta encontrar en nuestros cines películas distintas, con temáticas sencillas, o quizá sería mejor decir “temáticas cercanas”, rodadas con escasez de medios técnicos, pero que precisamente por esta austeridad positiva en todos los sentidos si consiguen llegar al espectador lo hacen de forma potente. Es posible que esto no las convierta en obras de culto, en películas redondas, pero resulta innegable el hecho de que no dejan indiferente al espectador, de que serán posteriormente objeto de debate y no digamos de crítica nunca exenta de polémica. Personalmente es uno de los efectos colaterales que más me gustan del cine.

Al hilo de esta reflexión, me viene a la cabeza otra película estrenada en marzo del año pasado, The Paperboy, un film basado en la novela del mismo título y escrita por el autor estadounidense Pete Dexter. La película está protagonizada por actores de sobra conocidos y consagrados en mayor o menor medida como Jon Cusack, Nicole Kidman o Matthew McConaughey. Celebridades reclamo de cartelera que, sin embargo y a pesar de sus soberbias e inusuales interpretaciones en el film, no lograron evitar que la obra pasara desapercibida en nuestro país o fuera objeto de abucheo en el Festival de Cannes del 2012. Y es una pena, porque no solamente la dirección de actores es excelente, sino que probablemente sea una de las mejores adaptaciones de guión que el cine ha dado en los últimos años. Una historia en que, más que el hilo argumental o la crítica social, atrapan las vidas de sus personajes, la complejidad de sus almas que una vez más nos recuerdan que el mundo no está hecho solo a base de blancos y negros, que la escala de grises es infinita y que el lado oscuro del ser humano puede resultar terriblemente sórdido.

Salvando las distancias, como en Blue Valentine y en sus escenas protagonizadas por los actores Ryan Gosling y Michelle Williams, en The Paperboy encontramos escenas explícitas, en nada atenuadas. Estas escenas sitúan al espectador en un punto en el que puede llegar a sentir cierta vergüenza, como si estuviera espiando las intimidades de los personajes, y esto sucede sin duda porque asistimos a obras construidas a base de realidad. La realidad en grandes dosis se manifiesta en rostros desencajados, en cuerpos que transmiten la angustia vital o, también, la felicidad extrema, en sexo sin aderezos estéticos, en ambientes poco idílicos o en historias protagonizadas por antihéroes que emanan escepticismo.

Lo cierto, quizá también lo triste, es que no cuesta entender por qué películas de este tipo no llegan a calar en un número significativo de espectadores. Obviando su ironía, su mezcla, a veces desafortunada, de géneros, las narraciones poco convencionales o la ausencia de grandes efectos y ritmos trepidantes, parece algo evidente que la aspereza e inmoralidad de sus personajes siguen molestando al espectador medio. Y sin embargo nuestro mundo, la sociedad en que nos movemos, está poblada de gente más parecida al desesperado Dean de Blue Valentine, al ambiguo Ward Jansen de El chico del periódico o a Charlotte Bless del mismo film y sus, cuando menos, “extrañas” pasiones que a cualquiera de los personajes que nutren la comedia romántica americana.

En el histórico del séptimo arte encontraremos un gran número de películas tan arriesgadas, intimistas  e imposibles de categorizar como estas dos que he querido acercarles. Sin embargo, no será tan fácil dar con ellas en los archivos de las críticas positivas, de las obras premiadas o en la memoria de los espectadores.

Precisamente en los días en que escribo este artículo está teniendo lugar el Festival de Sundance 2014, evento anual creado por Robert Redford y dedicado al cine independiente. Escaparate de obras desconocidas, ajenas a los circuitos comerciales y repletas de talentos emergentes. Todo un lujo para aquellos que, como una servidora, disfrutan con un cine diferente, descubriendo técnicas cinematográficas y formas de narrar novedosas, siendo atrapados por historias reales, o quizá no tan reales, pero en las que al fin y al cabo no cuesta tanto verse reflejado.

Por Whole Comunicación y Eventos

20 Enero 2014

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.