Cultura

Los hijos de Kennedy: historia de un fracaso

Escenarios, 43

Los hijos de KennedyHa pasado por el Teatro Principal de Zaragoza una obra que lleva meses circulando por los escenarios españoles desde que se reestrenó en noviembre del año pasado, coincidiendo con el 50 aniversario del asesinato de J. F. Kennedy. Robert Patrick la escribió diez años después del suceso y alcanzó un rotundo éxito, hasta el punto de que en España se estrenó en 1977. Entonces los hechos estaban más próximos y podía hallarse una cierta correlación antitética entre las esperanzas truncadas en 1963 y las que se abrían en nuestro país en 1975, tras la muerte del dictador, que algunos nostálgicos vuelven a llamar ahora caudillo. Convenía conocer la historia de un fracaso allí para no repetirlo aquí.

Porque ‘Los hijos de Kennedyretrata la desolación de un país tras haberse confiado al liderazgo de alguien que el tiempo ha convertido en mito. La realidad del presidente asesinado y su entorno parece bien distinta medio siglo después. Los historiadores, aún con escasa aunque suficiente perspectiva, estiman que las cosas no hubieran variado mucho sin el magnicidio. La codiciosa serpiente del imperialismo hubiera seguido reptando hasta conseguir sus objetivos. ¿Acaso la guerra de Vietnam finalizó durante el mandato de Kennedy? ¿O es que un presidente de los USA tiene menos poder real del que aparenta? Así parece. Ejemplos actuales no faltan y basta referirse a una de las promesas-estrella del actual sucesor de Kennedy: el cierre del ominoso campo de concentración de Guantánamo. Una novedad religiosa y otra novedad étnica en la presidencia del país más poderoso de la tierra no determinan la infalibilidad de las decisiones idílicas.

Los hijos de Kennedy¿Qué tiene que ver lo anterior con la obra de teatro que comentamos? Bastante. El desencanto que reflejan los cinco personajes rememorando los hechos acaecidos un decenio antes, anticipa la sensación de impotencia que gobierna hoy el ambiente económico y social en nuestro país. Desde ese punto de vista la reposición del texto es oportuna. Puede discutirse si es acertada la adaptación del lenguaje, que se ha agilizado intentando expresar un cierto vértigo, y admite términos que no eran usuales entre nosotros en la época retratada, ni cuando se estrenó la obra en España, por ejemplo ‘friki’. La desubicación de la trama es evidente, sin llegar a definirse ni como una crónica histórica ni como un alegato de actualidad. Hay otros aspectos discutibles, y a mi entender desacertados, como ese vago intento de introducir el teatro de la provocación por parte de Sparger, el personaje que interpreta de modo soberbio Fernando Cayo: ¿por qué referirse una y otra vez al tal Eusebio -un espectador del día del estreno- sin ningún contenido conceptual? ¿Y a la señora de la banda opuesta zaherida reiteradamente de forma gratuita? ¿Mero efectismo intentando una aproximación imposible?

Los hijos de KennedyEl espectáculo se salva por la calidad de los actores, comenzando por el citado y siguiendo por la Carla de Maribel Verdú y la Wanda de Emma Suárez. Alex García sobreactúa en cu Mark y Ariadna Gil se pierde gesticulaciones innecesarias contando las experiencias de Rona. Tampoco es convincente el intento de interacción final entre algunos de los personajes que han mostrado su radical soledad en los monólogos alternativos que retratan su visión pesimista de la vida.

La conclusión del espectáculo puede leerse en cualquiera de los diarios del día: este mundo parece caminar hacia la conclusión.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.