Cultura

Julia Fischer, la violinista que toca el piano

Consonancias 66

Julia Fischer

Julia Fischer

El pasado 5 de mayo pudimos escuchar el Auditorio de Zaragoza a una artista sorprendente: Julia Fischer, violinista alemana de 30 años, ofreciendo una interpretación memorable del ‘Concierto para violín en mi menor, Op. 64’, de Félix Mendelssohn, con la BBC Philharmonic, dirigida por el español Juanjo MENA, en la 20ª Temporada de Grandes Conciertos de Primavera. Su lectura fue refinada, exquisita, exacta y libre al mismo tiempo, firme y delicada a la vez. Era lo esperado, dada su trayectoria y su ejecutoria. Pero lo sorprendente es que esta mujer, que milita en la división de honor de los intérpretes del violín, es al mismo tiempo una consumada pianista.

Comenzó a estudiar simultáneamente ambos instrumentos cuando tenía cuatro años. Como su hermano mayor también tocaba el piano, la familia pensó que sería mejor tener una violinista en casa, tal vez para evitar comparaciones y controversias fraternales. Pero ella no desistió de su doble aprendizaje y siguió dedicando al piano mucho empeño.

Así, hasta ahora. El violín ha sido su instrumento bandera, con el que ha ganado premios internacionales de gran relieve. Pero el 1 de enero de 2008, sorprendió a sus fans en el concierto inaugural del año, en Frankfurt, interpretando primero el Concierto nº 3, de Saint-Saëns, para violín, y el Concierto en la menor para piano, de Grieg, con la Deutsche Philharmonie Junge en la Alte Oper.

Julia Fischer al piano

Julia Fischer al piano

Una artista de este calibre, capaz de simultanear a gran nivel ambos instrumentos como solista, es algo excepcional. Cierto es que algunos expertos establecen una escala en sus resultados, dando prioridad al violín. Tal vez ella también tiene preferencia por la cuerda, ya que se ha esmerado en tener un instrumento de primerísima línea siempre. En su carrera profesional comenzó con violines tan cotizados como los Ventapane, Gagliano y Testore, para pasar a un Guarneri del Gesu en 1998. Consiguió luego el préstamo de un Stradivarius, propiedad de la Nippon Music Foundatio, con el que tocó cuatro años, hasta que decidió tener su propio instrumento. Hace 10 compró en Londres el Guadagnini de 1742, con el que ahora toca.

Sobre su trayectoria de búsqueda instrumental, el camino recorrido hasta encontrar su violín actual, tiene un jugoso comentario: “En realidad es como con un hombre: no se puede encontrar el violín perfecto, pero uno aprende a amar sus defectos”.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.