Mi gato dice ‘miau’, la televisión emite un anuncio de desodorante y la vecina de arriba gime de placer. Los niños juegan en la calle y el calor se hace insoportable, es verano pero las vacaciones no llegan jamás.
Suena mi móvil, es ella, quiere quedar, yo no, pero la voluntad masculina cede siempre ante la insistencia femenina. Digo que sí, quedamos y al colgar el sentimiento de culpa me golpea sin compasión, no tengo más remedio que combatirlo con un vaso de vino, tinto, Ribera, de mi tiera.
Llamo a mi novia, Sofía, trabaja, en algo fijo, no como yo, escritor de tres al cuarto que tiene para comer un día sí y tres no, hoy tenía, ya no, tendré que invitarla, soy un caballero, sin blanca, pero un caballero. Recreo una excusa, otra más, sé que no me cree, ella sabe que estoy mintiendo, pretendemos ser una pareja feliz.
Hemos quedado donde siempre, un bar escondido en una calle sin nombre. Cuando llego ella me aguarda sentada en la mesa del fondo, sus ojos me dicen que tiene algo que decirme, me echo a temblar, cuando una mujer tiene algo que decir los hombres se echan a temblar, me siento para no caerme.
Comienza dando rodeos, habla del tiempo, de lo mal que lo pasa en su trabajo, y de lo poco que quiere a su marido, yo escucho, hago como que escucho, a través del espejo que tengo frente a mí me fijo en el culo de una adolescente prematura, ella se da cuenta, la adolescente, y me sonríe, sufro un ataque de líbido, ella me reprende, mi amante, que mal suena dicho así, Lucía, que así se llama, se da cuenta, me mira con asco, acepto su mirada porque me la merezco, pido otra ronda.
– Esta es una de las razones por la que te quería decir ésto, te dejo Luis, no me quieres, nunca me has querido y dudo que seas capaz de querer a alguien en tu vida, me merezco algo mejor.
– (Silencio)
– ¿No dices nada? ¿No vas a decir nada?
– (Silencio)
Se levanta con un bramido y se marcha. La adolescente me vuelve a mirar y yo la sonrío. Un tipo repleto de acné llega a su lado, la besa en la boca y se sienta junto a ella, me acaba de romper el corazón.
Llamo a Sofía y le digo que se acaba de cancelar la reunión con mi editor, cenaré con ella, me dice que llegará tarde, que tiene que terminar unos informes, sé que está mintiendo, ella sabe que yo lo sé, pretendemos ser una pareja feliz.