Yo: ¿Sabes?
Superyo: Espera un momento.
Yo: ¿Qué haces?
Superyo: Leer, ¿no lo ves?
Yo: ¿Y qué lees?
Superyo: ‘La Economía Canalla’
Yo: ¿Está bien?
Superyo: Está genial.
Yo: ¿Y de qué va?
Superyo: Es un análisis de las maldades de la economía contemporánea.
Yo: ¿Riguroso?
Superyo: Riguroso y bien escrito. Venga, dime lo que me querías decir que ya he perdido el hilo.
Yo: No me acuerdo, ¡ah, sí! Te quería decir que me he cansado.
Superyo: ¿Qué te has cansado? ¿De qué?
Yo: De ser una buena persona.
Superyo: ¿Y qué te hace pensar que eres una buena persona?
Yo: Pues el hecho de que todo el mundo me pisa y se aprovecha de mí.
Superyo: Sí, es un buen síntoma. ¿Y por qué crees que la gente hace éso?
Yo: No sé, supongo que el egoísmo se ha apoderado de nuestra sociedad. Sólo vemos nuestro propio universo, nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros problemas, y nos olvidamos de la gente que tenemos alrededor.
Superyo: Cierto es.
Yo: Y estoy cansado de respetar los sentimientos del resto del mundo, y que ellos no respeten mis sentimientos, estoy cansado de permitir el lucimiento de otros, y que esos otros no permitan el mío, estoy cansado, en definitiva, de ser una buena persona.
Superyo: ¿Y por qué eras una buena persona?
Yo: No sé, por principios, por convicciones, supongo. Nuestros padres nos venden la película de que hay que ser buena persona, de que solo los buenos triunfan, de que a la larga encontraremos nuestra recompensa, pero luego llega la realidad y te demuestra que éso no es así.
Superyo: ¿Y qué vas a hacer?
Yo: Volverme malo, olvidarme de mis principios sociales y de mis convicciones morales, y volverme malo.
Superyo: Define malo.
Yo: Malo es ser egoísta, malo es no respetar nada más que tu propia satisfacción, malo es anteponer los fines a los medios, malos es olvidarte del resto del mundo y pensar solo en uno mismo, eso es ser malo, y yo, a partir de ahora seré malo.
Superyo: ¿Y crees que así ganarás algo?
Yo: Al menos ganaré en tranquilidad, y en falta de sufrimiento. Porque ahora seré yo el que pise, en lugar de ser el pisado.
Superyo: ¿Y que hay de mí? ¿También me pisarás a mí?
Yo: No, claro, a tí no, tú eres como yo, al igual que yo soy como tú, somos uno mismo.
Superyo: Pues si somos uno mismo, permíteme opinar, y decirte que no estoy de acuerdo.
Yo: Explícate.
Superyo: Ser malo no es la solución. Ser malo es el camino fácil. Hay que mantener los principios y las convicciones morales hasta el final, hasta las últimas consecuencias. Esa es la única forma de ser feliz. Sí, es cierto que siendo malo consigues felicidad esporádica y en momentos determinados, pero la verdadera felicidad esa que permite vivir en paz con uno mismo, solo se consigue siendo fiel a los propios principios y convicciones morales, o, como tú dices, siendo bueno.
Yo: ¿Aunque sufras? ¿Aunque se aprovechen de ti?
Superyo: Si lo hacen será momentáneo, y no a largo plazo. A largo plazo siempre ganarías tú, porque te mantienes fiel a tus convicciones. Es el camino duro, pero es el único camino válido, y es el que debemos seguir.
Yo: No sé, no sé si me convences.
Superyo: Fíate de mí, ¿cuándo te he engañado?
Yo: Es cierto, siempre acabas teniendo razón. Te haré caso, entonces, y seguiré siendo bueno, o como tú dices, fiel a mis principios y convicciones morales.
Superyo: Nuestras.
Yo: Á‰so, éso, perdón, nuestros principios y convicciones morales.